Segovia
El Hospital General atiende una media de un episodio de ictus al díaSegovia
El Hospital General atiende una media de un episodio de ictus al díaPor cada minuto de ictus, mueren unos dos millones de neuronas. Por eso el lema de los neurólogos que combaten estos episodios es directo: tiempo es cerebro. Cada segundo ganado reduce las secuelas. El Hospital General de Segovia atiende casi a un paciente diario – ... la media del último lustro está en torno a los 350 casos anuales–, una atención focalizada en una unidad específica puesta en marcha en 2018 porque la demanda va en aumento. Ya es la primera causa de discapacidad adquirida en adultos y la previsión es que los casos aumenten un 35% hasta 2035 porque la población es cada vez más mayor y por los hábitos tóxicos y sedentarios.
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El número de ictus en España es de unos 120.000 casos al año, es decir, uno cada seis minutos. La mortalidad va en descenso debido a los tratamientos revascularizadores –buscan devolver el flujo a la zona del cerebro afectada– o la rápida atención de las nuevas unidades de ictus. Pero la incidencia está en alza, hasta el punto de ser la principal causa de muerte en mujeres y la segunda a nivel global. Y el previsible aumento en los próximos años se explica porque la sociedad está cada vez más envejecida y la edad en sí misma es un factor de riesgo, pues las arterias también se hacen mayores. Hay otros factores de riesgo como la diabetes, la hipertensión, el colesterol alto, la obesidad o la apnea del sueño. Todos ellos van en aumento.
350 casos anuales
en la provincia de Segovia durante el último lustro.
120.000 casos al año
de ictus en España. Es decir, una media de uno cada seis minutos.
Con todo, el perfil es diverso. «Siempre hemos asociado el ictus a una patología de gente más mayor, pero cada vez se producen más en jóvenes. La incidencia ha aumentado considerablemente en menores de 45 años», subraya la neuróloga Lorena Caballero, que alude también a otros factores con una incidencia menor pero que también suman como el consumo de tabaco, alcohol o drogas. También a los problemas de corazón, que pueden producir trombos y obstrucciones dentro del cerebro. Por ejemplo, las arritmias son un factor de riesgo.
El principal factor para determinar el pronóstico está en el tiempo de reacción. Es una enfermedad que afecta a las arterias del cerebro, bien porque se rompa uno de los vasos o porque se obstruya. «La sangre no llega a una parte del cerebro, que es la que nos está dando los síntomas. Cuanto más tiempo, menos posibilidades de recuperar ese tejido cerebral», explica Caballero. La clave de la detección es un inicio brusco: «Estoy perfecto y de repente, tengo algún síntoma». A diferencia de los infartos cardiovasculares, con una sintomatología similar, aquí varía en función al área en que se manifieste: la boca torcida, una debilidad en medio cuerpo, una alteración del lenguaje o en el equilibrio.
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Aunque los síntomas desaparezcan –a veces duran solo unos minutos–, el mensaje es llamar al 112 para que los profesionales activen el protocolo y el reloj empiece a correr. «Llama a la ambulancia, es una urgencia». También para lo que Caballero define como accidente isquémico transitorio, algo así como ictus temporal, que requiere diagnóstico para buscar el origen. Dejarlo pasar es un error doble porque un ictus aumenta las probabilidades de tener otro. La valoración es inmediata –los médicos están ya listos si hay llamada previa del 112– en busca de qué zonas están necróticas –no se pueden salvar–, cuáles son recuperables y dónde están los trombos.
La primera respuesta es la fibrinólisis, un tratamiento intravenoso para diluir los trombos que puede aplicarse en las horas iniciales del proceso. La trombectomía, que se hace en Valladolid, es útil hasta 24 horas después y consiste en extraer el trombo a través de un vaso sanguíneo. «Es de vital importancia la coordinación de todos. No solo médicos de Urgencias, Neurología o Radiología, sino enfermería y celadores. Tenemos que reducir el tiempo lo máximo posible para buscar los mejores resultados». Después de esa primera asistencia, los pacientes van a una de las tres camas que tiene la unidad de ictus de Segovia para monitorizar constantes como la frecuencia cardiaca, tensión arterial o saturación de oxígeno. Y el propio corazón, en busca, por ejemplo, de las arritmias. La estancia media de un paciente estable son 24 horas. Después, pasa a planta.
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«Aunque la parte aguda es muy importante, ir corriendo a lo largo de las primeras horas, el resto del seguimiento es vital. Aunque no podamos salvar una parte del cerebro, tenemos que prevenir que vuelva a pasar otra vez». Hay que cerrar la puerta a nuevos episodios, en parte para no entorpecer la rehabilitación. Los efectos también dependen de la zona afectada. Lo habitual es la pérdida de fuerza de la mitad del cuerpo o la alteración del equilibrio, que provoca inestabilidad a la hora de andar.
La experiencia de Caballero es que la recuperación de cada persona es un mundo. «Hay pacientes totalmente hemipléjicos, no mueven nada esa parte del cuerpo. Crees que no va a recuperar nada y luego le ves en la consulta y piensas: ¡Madre de Dios! ¿Cómo es posible?». Otros, sin embargo, no tienen unos efectos tan visibles, pero no se recuperan con el paso del tiempo. Otra secuela compleja es la alteración del lenguaje, desde el habla a la comprensión. «Es algo súper incapacitante, necesitan logopedia».
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