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Pepe Arias, histórico esquiador español, sujeta copas ganadas en pruebas (foto de César Pérez de Tudela).

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Pepe Arias, histórico esquiador español, sujeta copas ganadas en pruebas (foto de César Pérez de Tudela). 'Hijos del Guadarrama'

Un homenaje póstumo a Navacerrada

El libro de María J. Martín-Merino presagiaba el ocaso de la estación de esquí, otrora centro de campeones, por «el acceso desmadrado» a esta zona de la sierra

Martes, 9 de marzo 2021, 14:42

Estaba escrito. El ocaso de la estación de esquí de Navacerrada –confirmado por la decisión del Organismo Autónomo Parques Nacionales de no renovar la concesión de las tres pistas principales y desmantelarlas al vencer el periodo de la ocupación privada– se barruntaba ya en el libro 'Hijos del Guadarrama', de María J. Martín-Merino, presentado hace un mes y medio. En él hay una crónica premonitoria de Miguel Arias, uno de los pioneros del puerto, quien ya vaticinaba que este enclave «tenía que ser un área regulado de esparcimiento debido a su masificación».

La autora coloca uno de los focos de atención sobre esta reflexión, porque el acceso a Navacerrada «está desmadrado, descontrolado, no está regulado, por lo que el problema no se soluciona quitando a los esquiadores, que suponen el 10% de los visitantes» que recibe este entorno del Parque Nacional de Guadarrama, entre la Comunidad de Madrid en su ladera sur y la provincia de Segovia en la vertiente norte. Martín-Merino pone en un lado de la balanza la superficie boscosa y montañosa y en el otro los alrededor de 20.000 excursionistas que pueden subir en festivos o puentes. «Lo máximo que puede haber en la estación son unas 6.000 ó 7.000 personas», precisa. El fiel cae a favor de la saturación.

«'Hijos del Guadarrama' se ha convertido en un homenaje póstumo» a la languideciente estación del Puerto de Navacerrada, afirma la autora. En él recorre la historia del lugar a través de un álbum de fotos que viaja del blanco y negro al sepia y al color, de los inicios a los últimos tiempos, instantáneas que visualizan las 85 crónicas de deportistas que se han formado en estas instalaciones. Martín-Merino evoca el origen del esquí, cómo aquella práctica de los escandinavos y mongoles para desplazarse en busca de caza se adaptó a la orografía de las cadenas centroeuropeas para pasar a un esquí de travesía y alpino.

Arriba, grupos de esquiadores se apean del tren en el puerto de Navacerrada para subir a pie al alto. Sobre estas líneas, María J. Martín-Merino, autora del libro 'Hijos del Guadarrama', y el atleta Luis Alonso en la Bola del Mundo. Ó. Costa e 'Hijos del Guadarrama'
Imagen principal - Arriba, grupos de esquiadores se apean del tren en el puerto de Navacerrada para subir a pie al alto. Sobre estas líneas, María J. Martín-Merino, autora del libro 'Hijos del Guadarrama', y el atleta Luis Alonso en la Bola del Mundo.
Imagen secundaria 1 - Arriba, grupos de esquiadores se apean del tren en el puerto de Navacerrada para subir a pie al alto. Sobre estas líneas, María J. Martín-Merino, autora del libro 'Hijos del Guadarrama', y el atleta Luis Alonso en la Bola del Mundo.
Imagen secundaria 2 - Arriba, grupos de esquiadores se apean del tren en el puerto de Navacerrada para subir a pie al alto. Sobre estas líneas, María J. Martín-Merino, autora del libro 'Hijos del Guadarrama', y el atleta Luis Alonso en la Bola del Mundo.

La aristocracia madrileña

«El primer sitio donde se esquió en Navacerrada fue en El Ventorrillo», apunta. También descubre cómo los esquiadores, entre 1902 y 1905, se apeaban del tren en Cercedilla y portaban los bártulos a pie o a caballo hasta el alto. Del Ventorrillo ascendieron a Navacerrada, cima a la que bendijeron como «el centro para esquiar». En 1920 surgieron las primeras edificaciones y tres años después, con la inauguración del servicio ferroviario entre Cercedilla y Navacerrada, estalló la afluencia. «La mayor parte de la aristocracia madrileña venía a esquiar», revela la autora. Su estreno como estación de esquí fue en 1945, cuando dispuso de un primer remonte.

Otro foco de la atención de 'Hijos del Guadarrama' ilumina la orla de «campeones formados en Navacerrada, siete por la parte de la vertiente segoviana y 29 por la parte madrileña», además de otros deportistas de élite que han entrenado en esta especie de centro de alto rendimiento. Uno de los pioneros de esta 'fábrica' de triunfos fue el padre de la autora, Jesús Martín-Merino, quien fue distinguido por sus éxitos y su promoción del esquí como miembro de la Real Academia de Historia.

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