Arqueología

Segovia documenta la primera necrópolis romana de la época del Acueducto

En febrero de 2022, el arqueólogo segoviano Alberto del Barrio se puso manos a la obra con el trabajo encomendado de dar comienzo al estudio arqueológico previo al levantamiento de un edificio en la plaza de Doctor Gila, en San Millán. Era conocedor de anteriores excavaciones que fueron llevadas a cabo hace años en la iglesia que da nombre a este distrito de la capital. Sin embargo, en ningún momento se imaginaba desenterrar vestigios romanos nunca vistos en Segovia.

El hallazgo de una necrópolis romana bajo numerosos estratos y hasta tres metros por debajo de la cota de la calle es un auténtico hito. No solo por su importancia, sino también por su dificultad. Los labores se centraron en el espacio que ocupará garaje de un conjunto de tres adosados que actualmente se encuentran en construcción en este punto de la ciudad, donde también se ubica un inmueble protegido estructuralmente por el plan urbanístico. «Es de los únicas viviendas señoriales de principios del siglo XX que se mantienen en pie», explica Del Barrio, al frente de AB arqueología.

El también director de las excavaciones declara que, durante las propias actuaciones en el subsuelo, la infraestructura debía mantenerse en pie, lo que requirió trabajar «al compás» de los arquitectos y maquinaria. Cada vez que se alcanzaba un estrato más y más profundo, había que enconfrarlo y «asegurar las paredes». El paso del río Clamores soterrado entrañaba dificultades añadidas, pues «corríamos el peligro de que la calle venciese», declara el segoviano. El terreno es de arcilla húmeda que cuando se seca «se agrieta y cae», por lo que el itinerario marcado iba de fuera hacia dentro.

En uno de los primeros estratos, el equipo de arqueólogos se topó con cimentación del siglo XIX que fue reutilizada para la edificación levantada a partir de 1900 en este preciso lugar. A continuación, localizó los restos de una estructura de época moderna -siglo XVI al XVII- y asociado a un antiguo alfar, es decir, un taller para la fabricación de objetos de barro. Entre los elementos que salieron a la luz, destaca una cisterna que permitía acumular agua y un horno de cerámica. «Pensamos que puede ser de la morería», ya que data del mismo periodo en que se trasladó del recinto amurallado a San Millán.

«Ahí pensábamos que ya habíamos alcanzado lo más importante», relata Del Barrio. Pero se equivocó. Todavía quedaba una capa medieval, en la que se hallaron los esqueletos de tres personas -entre ellos, de una niña-. «Es muy raro, ya que en ese periodo se enterraban en camposantos dentro o cerca de las iglesias», declara. La investigación sobre este hallazgo continúa. «Puede tratarse de un ocultamiento», sostiene, aunque el arqueólogo se decanta por un enterramiento bajo el rito árabe.

Tras esto, contemplaron que ya se había agotado el nivel arqueológico y planificaron una última excavación de 50 centímetros de profundidad. Faltaban dos para terminar cuando apareció la cabeza de un sillar de caliza. «Fue de chiripa», explica. Sus medidas y tallas «me recordaron a las de Confloenta», en relación a la antigua ciudad romana situada en la localidad de Duratón.

Unas semanas de investigaciones fueron suficientes para comprobar que se trataba de la cimentación de un edificio monumental, de entre seis y ocho metros de altura, que aguardaba parte de la necrópolis romana. El equipo de investigadores había dado con uno de los mayores descubrimientos de la historia provincial. «Todo el mundo de la arqueología segoviana se puso al corriente y estuvo muy pendiente», se alegra. Entre ellos, el arqueólogo territorial de la Junta en Segovia, Luciano Municio.

Recientemente, se ha aprobado el informe técnico de las excavaciones, que finalizaron hace más de medio año. En este periodo, se ha indagado sobre algunos de los objetos hallados, como es una urna y estela funerarias. La primera fue localizada por Victoria Peña, experta en microarqueología, en un agujero rectangular en el que había restos de cenizas, carbones y madera quemada, lo que indica que asumía una función de pila funeraria durante el Alto Imperio romano, época en la que se levantó el Acueducto.

La pequeña vasija de vidrio contenía, además de cenizas resultantes de la incineración de un cuerpo, restos óseos. En concreto, unos 30 fragmentos que fueron reconstruidos hasta concluir que se trataba de un húmero. La estela funeraria, que se puede visitar en el Museo de Segovia, estaba en posición secundaria. Esto se debe a los expolios que tuvieron lugar a principios de la Edad Media, durante la construcción de la muralla. «Muchas lápidas sepulcrales fueron incrustadas en ella, se concentran sobre todo en la Hontanilla porque probablemente reutilizaran las de las necrópolis», sostiene Del Barrio.

Con tan solo 29 años, el arqueólogo segoviano revisa cientos de fotografías, modelos 3D, imágenes en dron, fotometrías y miles de páginas de la investigación que custodia su archivo. «Es un bombazo que no esperábamos nadie», asegura. No es capaz de calcular su valor, pero hace hincapié en que las revelaciones de la Segovia romana son «fundamentales» para la investigación e, incluso, para el imaginario popular de sus habitantes.

El cementerio es un elemento urbano «muy importante» a la hora de entender tanto la relevancia de la ciudad como su comportamiento. Por ello, certificar el primer hallazgo «nos ayuda a comprender la historia, pero también a proteger ese espacio ante futuras intervenciones: ahora sabemos el lugar en el que se encuentra«, concluye Del Barrio.