Marta Hernansanz posa con el nombre de su hija escrito en la mano. mónica rico

«Es nuestra hija, pasó fugazmente por nuestra vida y nos ha marcado para siempre»

CUÉLLAR ·

En el Día Mundial de la Muerte Gestacional y Perinatal, Marta Hernansanz relata cómo vivió la pérdida de su bebé antes de nacer y el duelo posterior

MÓNICA RICO

Cuéllar

Jueves, 15 de octubre 2020, 08:28

Hoy, 15 de octubre, se celebra el Día Mundial de la concienciación sobre la Muerte Gestacional y Perinatal, una jornada dedicada a la memoria de aquellos bebés que no nacieron, que nacieron sin vida o que murieron muy pequeños. Una muerte de la que ... muy pocos hablan y que causa un profundo duelo en quienes la sufren. Es el caso de la cuellarana Marta Hernansanz Santos, que perdió a su pequeña Marta en abril de 2019. Tras un embarazo normal, sin ningún problema ni complicación, todo se comenzó a torcer la noche del 10 de abril, fecha en la que salía de cuentas. El día antes había acudido a su última ecografía, en la que «todo estaba perfecto. La niña lista para nacer en cualquier momento», explica.

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Esa noche comenzaron las contracciones y, tras esperar unas horas, Marta y su marido se fueron al hospital, donde les asignaron una habitación y realizaron el ingreso. Rápidamente llegó la matrona y le explicó el procedimiento a seguir antes de llamar a la ginecóloga. Llevó un monitor y comenzó a buscar las constantes. «Ahí empezó nuestro calvario», relata. «Ella buscaba el latido de nuestra niña y no lo encontraba. Insistía. Yo suplicaba y gritaba. Le decía que la máquina estaba rota, que fuera a por otra». Así detalla los primeros instantes de un dolor que no había hecho más que comenzar. Recuerda que la matrona fue muy paciente y le decía que seguramente estuviera estropeado el monitor, «que a veces estas cosas pasaban». Pero volvió con otro «y el latido seguía sin encontrarse». Poco después llegó la ginecóloga, quien mediante una ecografía confirmó «lo que no nos podíamos imaginar: nuestra hija estaba muerta. Había muerto antes de nacer. Mi marido y yo nos miramos y rompimos a llorar. En ese momento una parte de mí se fue con ella». Desprendimiento de placenta, ese fue el diagnóstico. «No se podía prever ni prevenir, ya que no tuve ni un solo indicio de que algo fuese mal. Simplemente hemos formado parte de la estadística. Para mal, claro», lamenta Marta.

«Con 33 años estaba derrotada. Hasta el 11 de abril lo tenía todo y de repente mi vida había cambiado para siempre»

Cuando la matrona le animó a conocer a su hija, se negó en rotundo. «No me atrevía, pero mi marido ya lo había hecho y me dijo: 'Marta, tienes que hacerlo, es preciosa'». Les dejaron solos en la habitación con su pequeña: «No sé si fue un segundo o diez minutos. Efectivamente era preciosa, con el pelo clarito y rizado. La cogí en brazos y la besé. No recuerdo más».

Una de las denuncias que se realizan desde las redes de apoyo al duelo perinatal es la falta de especialistas y protocolos en los hospitales. «Estábamos totalmente abandonados» en ese sentido, dice Marta. Sí recuerda la visita de muchos familiares y amigos que les mostraron su cariño e incluso la de un médico del hospital (como favor personal a un familiar), que les contó su experiencia, en un caso similar, diez años antes. «Yo solo preguntaba que cúanto tiempo iba a estar yo así, porque tenía una pena tan grande que veía que así no podía vivir. Con 33 años estaba derrotada. Hasta el 11 de abril lo tenía todo, y de repente mi vida había cambiado para siempre».

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Vuelta a casa

Otro de los momentos duros fue el regreso a casa, que Marta recuerda como horrible. «La entrada fue con los brazos vacíos, con el corazón roto en mil pedazos y con un trabajo de reconstrucción personal muy grande por delante». Llegó incluso a pensar en cambiarse de casa, porque no se veía capaz de vivir en su hogar sin su pequeña. «Habíamos decorado su habitación, estaba todo preparado para su llegada. Toda su ropa, la cuna, el capazo, pañales, biberones…». Destaca la actitud de su marido, «que es un valiente» y que se encargó de recogerlo todo en cuanto llegaron. «Lo guardamos en un armario y a día de hoy está como aquel día», explica.

«Fue muy duro explicarle a mi hijo que su hermanita no iba a ir nunca a csa, que se había ido al cielo y se había convertido en una estrella»

El duelo no había hecho más que empezar. Durante el primer mes «de 24 horas que tiene el día, lloraba 23 y media. No podía dormir, me despertaba atormentada, me ahogaba, no comía», cuenta Marta. Poco a poco todo se ha ido controlando, aunque «había semanas que estaba dos días bien y otra vez volvía esa pena descontrolada, esa rabia que se había quedado conmigo, de no entender por qué, por qué a nosotros, por qué a nuestra hija». Pero con el tiempo «aprendes que hay preguntas que no tienen respuesta. Con mucho tiempo».

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Intentaba llorar a escondidas de su hijo. «Aprovechaba la noche, cuando él dormía». Su pequeño «ha sido el que nos ha sacado de este pozo». Fue muy duro explicarle que su hermanita no iba a ir nunca a casa, «que se había ido al cielo y se había convertido en una estrella. Pero también es muy bonito verle con esa naturalidad mandarle besos al cielo».

Conforme pasaban los meses fueron transformando «ese dolor en el amor que le tenemos a nuestra hija, en el vacío que ha dejado en nuestra vida y en lo presente que está en nuestro día a día», que se afronta «echándole ganas, muchas ganas». Ella estuvo meses sin querer hacer ningún plan, sin incorporarse a trabajar, sin querer ver a embarazadas ni bebés recién nacidos. «Era superior a mis fuerzas, y a día de hoy todavía cuesta».

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«A una persona que acaba de perder a su marido nadie le dice que esté tranquila y que ya tendrá otro ¿por qué a nosotras si?»

A finales de abril le recomendaron una psicóloga especialista en pérdidas perinatales y acudió a su consulta. Ella forma parte de la red 'El hueco de mi vientre' y le habló de un grupo de apoyo al duelo perinatal, en el que participaba junto con una enfermera y otra psicóloga, «tres bellas mujeres que nos han tratado con un cariño y un respeto enormes».

Fueron a una reunión apenas un mes después de que su hija hubiera nacido muerta, por lo que «estábamos muy descolocados todavía». Ese mismo día acudió al grupo, también por primera vez, una pareja que había perdido a su hija Alice. «Para mí ella ha sido un gran apoyo, ya que nuestro duelo iba a la par y sentíamos y vivíamos de la misma forma», explica Marta, quien lamenta que la sociedad afronte una pérdida de este tipo con una actitud incómoda. «Ya tendrás otro», o «para estar mal, era lo mejor que podía pasar» son algunas de las frases que ha tenido que escuchar, cuando su hija «estaba sana y completamente formada», y murió por un fallo en la placenta. «Por muchos hijos que tenga, a ella no la voy a tener nunca». A una persona que acaba de perder a su marido «nadie le dice que esté tranquila, que ya tendrá otro, ¿por qué a nosotras sí?», reflexiona. «Para nosotros es nuestra hija, que fugazmente ha pasado por nuestra vida y nos ha marcado para siempre, dejándonos un amor inmenso hacia ella», afirma Marta, quien rebosa agradecimiento hacia su marido, sus padres y sus hermanos.

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En las reuniones, que durante el estado de alarma se han hecho a través de videollamada, pero que a partir de noviembre se retomarán de manera presencial, «podías contar tu historia o no. Veías el duelo en diferentes etapas y te daba aliento para seguir», explica Marta. 'El hueco de mi vientre' celebra este sábado el Día del Recuerdo, una jornada «para honrar y recordar juntos a los bebés que partieron demasiado pronto». Será a las 11:30 horas en el parque de Las Contiendas de Valladolid.

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