Hallan dos esqueletos bajo la casa comprada para ampliar el Mesón de Cándido, enfrente del Acueducto
Los sondeos arqueológicos previos a las obras sacan a la luz dos tumbas, una pila de agua y tres muros de épocas diferentes
El edificio del antiguo restaurante La Criolla, que Cándido compró hace unos años para ampliar el histórico mesón situado a escasos cinco metros del Acueducto, ... guardaba una sorpresa. Los sondeos previos al comienzo de las obras han sacado a la luz restos arqueológicos de interés, entre ellos dos enterramientos de inhumación –picados en la propia roca, en sepulturas de tipo antropomorfo– similares a los existentes en otros cementerios parroquiales de Segovia o asociados a ermitas.
«Estaban debajo de una capa infecta de escombros y derrumbes. Hasta ahora solo se ha podido ver esqueleto y medio porque uno de los enterramientos se encuentra justo debajo de la cimentación y, lógicamente, no se ha podido descalzar el edificio», desvela el arqueólogo de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León, Luciano Municio, que está a la espera de recibir la memoria de las excavaciones realizadas. Municio, que ha supervisado la intervención preventiva, no descarta que las tumbas puedan ser de época altoplenomedieval y pertenecer al antiguo cementerio de Santa Columba, aunque no se atreve a poner fecha al hallazgo. «A veinte metros de este lugar, hasta el siglo XIX, estuvo la iglesia de Santa Columba, y en Segovia hay cementerios medievales muy extensos, como el de San Juan de los Caballeros, que llega a cien o doscientos metros de la iglesia. Por lo tanto, pueden corresponder al cementerio de Santa Columba o guardar relación con una supuesta ermita existente en este lugar que todavía nadie ha conseguido documentar con precisión. En cualquier caso, no puedo empezar a valorarlo hasta que no tenga la memoria encima de la mesa», añade el arqueólogo.
«Ni ajuares ni monedas ni tesoros ni espadas»
Para evitar que pueda fantasearse en torno al hallazgo, Luciano Municio deja claro que los esqueletos –«o el esqueleto y medio, como prefiere decir»– estaban desprovistos de cualquier tipo de ajuar. «Personalmente, prefiero pensar que los enterramientos son parte del antiguo cementerio de Santa Columba, una de las iglesias románicas más antiguas de Segovia. No hay, pues, ajuares, monedas, tesoros ni espadas clavadas en el esternón», bromea el arqueólogo, muy acostumbrado a poner coto a todo tipo de fantasías cuando empieza a correr la noticia de un hallazgo.
Excavaciones como las que se han hecho en el viejo edificio de La Criolla que Cándido utilizará para ampliar su restaurante son normales cuando se acometen obras de este tipo en lugares especialmente sensibles desde el punto de vista del patrimonio. La normativa urbanística actual, el célebre PEAHIS, obliga a ello. Los promotores de la obra, la familia Cándido, han financiado la excavación arqueológica preventiva, necesaria para en su día disponer de los correspondientes permisos. «Cándido no ha puesto pega alguna, al contrario. Ha pagado los estudios y lo seguirá haciendo para documentar con precisión el solar, como ocurre en otros casos», apunta Municio.
Las conclusiones de los sondeos y las impresiones del propio arqueólogo territorial permitirán ver qué medidas correctoras o cautelares deben adoptarse con vistas a la obra de remodelación del inmueble. Al final será la Comisión Territorial de Patrimonio la que determine el procedimiento a seguir cuando se ejecute el proyecto.
Además, en otro de los tres sondeos ejecutados en el subsuelo del edificio ha aparecido una estructura hidráulica que tampoco puede adscribirse a una época concreta, al menos de momento. «Es una pila con revestimiento de mortero, con un acabado excelente, desde luego pensada para contener agua. ¿A qué tiempo podemos adscribirla? Necesito ver los materiales asociados a la pila y estudiar las conclusiones del informe arqueológico. Las posibilidades son infinitas. Bien pudo pertenecer a uno de los alfares que hubo en la zona, y no hablo ni de romanos, ni de medievales ni de modernos. Hasta que no se estudie en condiciones el solar, en su totalidad, no lo podremos saber», explica Municio.
Por último, se han encontrado unos muros superpuestos, correspondientes al menos a tres fases de construcción, debajo del edificio actual, que data de finales del siglo XIX o principios del XX. «Estas construcciones pueden llevarnos al siglo XVI o incluso a la propia Edad Media, pero, igualmente, hay que ver la asociación de materiales para poder valorarlo», señala el arqueólogo territorial.
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