La guerra y el virus comparten el miedo
Un agosto diferente ·
Jesús Vázquez organiza desde la localidad segoviana de San Rafael rutas por los restos esparcidos por la zona de la batalla del GuadarramaUn agosto diferente ·
Jesús Vázquez organiza desde la localidad segoviana de San Rafael rutas por los restos esparcidos por la zona de la batalla del GuadarramaDesde el primer disparo en España del coronavirus allá por febrero, los términos bélicos conquistaron el lenguaje. Guerra, batalla, soldados, vencer y metáforas en tono épico para hablar de un patógeno, de una crisis sanitaria; en definitiva, de medicina. Así ha sido y aún ... sigue, sobre todo en los discursos institucionales. Una contienda todavía abierta, en la que el enemigo es minúsculo, invisible y traicionero.
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Quien sabe de enfrentamientos bélicos y su lenguaje, y, más en concreto, de nuestra guerra civil y de su batalla del Guadarrama, es Jesús Vázquez, un amante de este hecho histórico que explica sobre el terreno con recorridos por el Alto del León. De 58 años, vive en San Rafael, pueblo del municipio segoviano de El Espinar, donde tiene su cuartel general, por seguir con el léxico propio de las contiendas.
Organiza excursiones en grupos limitados a 25 personas «para que sean más dinámicas e interactivas» con el fin de dar a conocer una batalla decisiva en la guerra de nuestros abuelos. El itinerario está salpicado de construcciones que Jesús describe, en una relato aderezado con anécdotas y preguntas de los participantes.
La ruta de los fortines es uno de los productos turísticos más singulares de un municipio que triplica el número de personas en verano para llegar a las 30.000. Lugar histórico de veraneo, San Rafael fue destino de aristócratas, escritores y políticos como Lerroux o Giral, antes de que la infame guerra cambiara la vida en España, como ahora lo pretende el no menos maldito virus. «Me encanta la historia de mi pueblo, pasear y enseñarla», cuenta Jesús.
La guerra y el virus, además del lenguaje bélico al uso, comparten el miedo. «Sí lo ha habido, con fallecidos en El Espinar y bastantes contagiados en San Rafael, y la gente aún continúa con cierto recelo a salir», explica para resaltar que «desde abril ya no había ni una casa para alquilar en la zona, porque se huye de las aglomeraciones, y desde el principio del verano se ven todas las segundas residencias abiertas, algo que no sucede normalmente hasta agosto».
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El número de excursiones que programa en temporada estival suele ser de ocho, «y su límite es porque considero que no es bueno para el medio ambiente juntar a mucha gente». La ruta fortificada de la batalla nos llevaría un día, de Cercedilla, límite de la zona republicana, a Peguerinos, «pero la que enseño es de dos horas, en el lado izquierdo en dirección Madrid, porque hay lugares que no muestro ya que están tal y como quedaron y aún no tienen protección ante posibles agresiones; cuando vea que las administraciones lo defienden, entonces lo haré».
A Jesús su interés y pasión por este hecho histórico le viene de lejos. «Ya con 20 años hablaba con mucha gente que había hecho la guerra en el Alto del León y sus testimonios y los de mi padre, que tenía una gran memoria, me han servido para guiar e ilustrar a los excursionistas», explica para destapar la caja de las anécdotas, algo que engancha a los participantes. «Gustan mucho, como la del observador de artillería que cuanto más bebía más efectivo era; o la de un hombre que murió hace unos meses con 103 años, ebanista que vino de Zamora a la batalla sin saber lo que se encontraría, y que le encantaba el ruido de los proyectiles al chocar contra las piedras; o mi padre que vio derribar un avión». Una guerra ya lejana que conviene no olvidar, como en unos años ocurrirá con la crisis del virus, en este verano extraño como lo fueron aquellos de la contienda bélica.
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Jesús ha pensado otras rutas diferentes a la de los fortines, como la del río Moros o el camino que usaban pastores y comerciantes desde El Espinar a la risca de Valdeprados. Mientras eso sucede, anima a consumir en el pueblo, «para que la economía local no se resienta». Pero esa es otra batalla aún por librar en esta guerra contra el virus.
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