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Fachada de un alojamiento rural segoviano. Antonio de Torre

Grupos de jóvenes buscan en las casas rurales de Segovia una Nochevieja alternativa

Los empresarios del sector rechazan estas reservas por miedo al incumplimiento de los protocolos sanitarios

claudia carrascal

Segovia

Lunes, 28 de diciembre 2020

El año 2021 no podrá recibirse, como es habitual, con cotillones o fiestas multitudinarias, ni siquiera se podrá brindar en los bares con amigos y familia para dar la bienvenida al año nuevo. Aunque el toque de queda no comienza hasta la 1:30 de ... la madrugada a esta hora solo está permitido volver al domicilio y no desplazarse a ningún tipo de evento social. Las restricciones todavía van más allá y es que la Junta de Castilla y León mantiene las 22 horas para el cierre de bares también la última noche del año, y no podrán recibir clientes desde una hora antes.

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Ante esta situación son muchas las personas, en especial los más jóvenes, que no quieren resignarse a dejar pasar estas fechas tan señaladas sin celebración y buscan alternativas para sus festejos. Desde hace varias semanas las casas rurales de la provincia de Segovia están recibiendo llamadas de grupos de amigos que intentan maquillar el incumplimiento de las normas que implican esos encuentros para poder trasladar la fiesta al ámbito rural.

El presidente de la Asociación de Turismo Rural y Activo de Segovia, Domingo Asenjo, explica que llevan días en alerta porque son varios los socios que han informado de esta tendencia a través del grupo de WhatsApp por el que se comunican. El problema es que, aunque cumplan con el número máximo de 10 personas que pueden reunirse esa noche, si son un grupo de amigos incumplirían con la norma que establece que tan solo puede haber dos unidades de convivencia. «Diez amigos serían diez unidades diferentes lo que conlleva un gran riesgo», advierte Asenjo.

Los alojamientos rurales ya daban por perdida la Navidad, por eso, les han sorprendido estas solicitudes de última hora y entienden que el motivo es que estos jóvenes no encuentran donde pasar la Nochevieja y están recurriendo a estas casas. Normalmente se encuentran en municipios poco poblados y alejadas del resto de viviendas lo que les facilita llevar a cabo su propósito de forma relativamente discreta, además, son muchas las que cuentan con una capacidad de diez personas o más.

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No quieren ser focos de contagio

La labor de vigilancia y de velar por el cumplimiento de las restricciones impuestas en la comunidad no es responsabilidad de estos negocios, sin embargo, Asenjo asegura que todos los que han detectado esta situación han optado por no aceptar la reserva. «Cuando llaman para les pedimos más información de la habitual para saber qué tipo de huéspedes son, además, por la voz o por la forma de escribir suele saberse si se trata de una persona joven», especifica.

Su única obligación en este sentido es registrar la documentación de los clientes mayores de 14 años en la plataforma habilitada para este tipo de alojamientos en las 24 horas siguientes a su llegada para que la Guardia Civil tenga constancia. «Nosotros no tenemos que hacer de policía es igual que un restaurante si recibe clientes les da de comer sin preguntarles de donde vienen y si se han desplazado desde Madrid ilegalmente es trabajo de las autoridades sancionarles», subraya.

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La lógica les dice que este tipo de reservas van a ser muy frecuentes a lo largo de los próximos días por parte de jóvenes de Castilla y León e incluso de Segovia. Por eso, no quieren formar parte de estas iniciativas y mucho menos que sus alojamientos se conviertan en un punto de transmisión de la covid-19 en un momento tan crítico de la pandemia.

Interior de una casa rural de la provincia . El Norte

«No es fácil identifica de qué tipo de huéspedes se trata», dice Ana Herrero

Ana Herrero es propietaria de una casa rural en Escalona del Prado y una de las personas que ha tenido que rechazar varias reservas por el presentimiento de que se trataba de grupos con intención de incumplir con los protocolos sanitarios. «Están tratando de llevar la fiesta a otros espacios en los que sea más difícil descubrirles y puedan hacer lo que quieren sin consecuencias». Su alojamiento, La Casa del Prado, tiene 10 plazas y desde hace un mes ha recibido ya tres solicitudes de reserva sospechosas, una de ellas de la comunidad de Madrid, que ni siquiera pueden desplazarse a Castilla y León si no es para visitar a familiares. «No siempre es fácil identificar de qué tipo de huéspedes se trata, pero te fijas en la forma de escribir, las faltas de ortografía y a veces les delatan pequeños detalles. Por ejemplo, alguno muestra un especial interés en la capacidad máxima, eso sí, todos te dicen que son convivientes», señala.

Las últimas solicitudes también le han llamado la atención por la insistencia de los huéspedes en que fueran solo dos noches y no tres, que es el número mínimo que tiene estipulado para estos días. También aclara que «resulta especialmente revelador que no quieran hablar por teléfono y te digan que prefieren realizar todas las gestiones por correo electrónico». Otra de sus técnicas para intuir la edad de los huéspedes es buscarlos por su nombre completo en las redes sociales y es que «para bien o para mal Internet suelen ofrecer algo de información». En este sentido, matiza que no es nada en contra de los jóvenes, «aunque mi público suele ser más familiar y he tenido gente joven maravillosa. El problema surge con esta situación y las medidas impuestas, bastante nos cuesta sacar esto adelante como para que salgan contagios de nuestros alojamientos», recalca.

Los destrozos que puedan ocasionar en la vivienda con una fiesta de ese tipo es otra de las inquietudes de estos empresarios y es que si hay más gente de permitida la situación podría desbocarse y generar «importantes desperfectos en la casa». En su opinión, cuando están tan interesados en la capacidad máxima es porque pretenden meterse más personas de las permitidas tanto por la capacidad de la casa como por las restricciones sanitarias. Por eso, ante estas sospechas, «todos preferimos no tener clientes, llevamos muchos meses sin ingresos y lo necesitamos, pero antes que el dinero está la responsabilidad», sentencia. La imagen de su negocio es otro de los aspectos que preocupan a esta propietaria, pero sobre todo incide en la necesidad de «ser honestos con nosotros mismos y contribuir a que se respeten las pautas establecidas porque hay mucha gente que lo está pasando muy mal».

En este sentido, recuerda que llevan muchos meses extremando las precauciones para que sus negocios sean espacios seguros y ahora no es momento de tirar todo el esfuerzo por la borda. En concreto, detalla que desde que comenzó la pandemia piden a los huéspedes que les envíen la documentación antes de su llegada por correo electrónico para evitar el contacto físico o tocar los documentos de otras personas. Del mismo, modo han incentivado el pago a través de transferencia bancaria o Bizum y a la hora de enseñar la vivienda para explicarles su funcionamiento piden que solo haga el recorrido con el casero una persona para reducir el riesgo.

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Al respecto, Asenjo señala que el sector está viviendo una crisis económica muy fuerte, pero ante todo su prioridad es «respetar todas las normas que se dicten para doblegar al coronavirus». Este es el motivo principal por el que no quieren arriesgarse a convertirse en un foco de contagio y poner en riesgo a los vecinos de la zona, aunque también admite que esta situación podría afectar de forma muy negativa a la imagen de sus negocios. «Hasta la fecha no hemos tenido conocimiento de que ningún brote se haya originado en un alojamiento rural y queremos seguir así, aunque ello implique ir un paso más en nuestras funciones», apostilla.

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