Segovia

«La gente aprovecha el coche hasta el último momento»

La normativa obliga desde 2011 a deshacerse de los coches en un centro autorizado de tratamiento de vehículos para asegurar un final responsable y que los residuos vayan a gestores especializados. Recoautos tramita la baja definitiva de los vehículos y, en función del estado en que se encuentren, su rentabilidad y el stock de las piezas –hay modelos con más demanda que otros– da una valoración, que en algunos casos es positiva y en otros, negativa, si se considera que es más caro destruir el coche que las piezas que pueden salvarse. Esa tasación puede ser presencial o a través de fotografías, no implica compromiso para el conductor y tiene cierta vigencia. Los máximos que han dado en tiempos recientes oscilan entre los 2.000 o los 3.000 euros. En el peor de los casos para el cliente, deberá pagar el servicio de recogida con grúa, unos 100 euros.

Una vez en sus manos, la función del desguace es «volver a dar una vida útil a las piezas», subraya la responsable de comunicación de la empresa, Mari Carmen Bermejo. La regulación también señala que el coche debe llegar completo a sus instalaciones. «No puede faltar el motor o la caja de cambios porque eso conlleva una parte de los fluidos del coche. Un particular no lo puede desmontar en su casa porque nadie sabe qué ha hecho con ese aceite». A partir de ahí, cada centro tiene su forma de actuar. «Hay desguaces que no pagan nada por los coches; solamente hacen la gestión. O no reutilizan las piezas. A lo mejor lo destinan todo a chatarra. En nuestro caso, una parte del reciclado, como la chapa o los plásticos, es para residuos, y otra la ponemos a la venta para que el ciclo de vida continúe». Por ejemplo, los catalizadores. «Tienen una parte importante de metales preciosos, así no tienen que extraerlos del medio ambiente». Economía circular.

Hay modelos más útiles que otros para los desguaces. «Para nosotros, la marca Mercedes es una de las más cómodas para comprar y vender recambios. Es de las más rentables». En la misma línea incluye a BMW y Audi. Pero Bermejo habla de un mercado inestable por el envejecimiento de parque automovilístico. «Ahora se nos hace muy dificultoso la compra de coches. Al final es nuestro alimento y nosotros no somos una fábrica. La gente aprovecha el coche hasta el último momento; antes, con los planes del Gobierno, la gente tiraba el coche con averías más pequeñas, había más rotación. Se nos hace difícil el negocio». No habla tanto de problemas de viabilidad como de incertidumbre, por ejemplo, respecto a los vehículos eléctricos. «No sé sabe para dónde va a tirar el sector, va a ser algo desconocido».

Una de las grandes incomodidades del centro es lidiar con vehículos parcialmente desmontados. «Nos exigen que le demos un certificado de descontaminación cuando eso no es posible». O piezas que no son propias del modelo. O porque se ha dañado en un accidente. El usuario que dice: «A mí me dan más dinero si lo vendo a piezas». Pero esa comercialización requiere de un centro autorizado, en parte para cumplir unos criterios mínimos de calidad. «En plataformas de comercio electrónico como Wallapop van a poner restricciones para que solamente los profesionales como nosotros podamos poner esas piezas en el mercado». A nivel ambiental, es clave la trazabilidad. «Nosotros sabemos de qué coche proviene; en otras no se sabe ni de dónde vienen ni el estado en el que están». Recoautos utiliza estos canales para vender piezas como llantas o espejos retrovisores.