Así es el garbanzo de Valseca: gordo, suave y mantecoso

Gordo, suave y mantecoso. Son las señas de identidad del garbanzo de Valseca. Esta pequeña población segoviana, de en torno a 230 habitantes, saca pecho y presume de manjar durante todo el año. Y es que su legumbre reina en multitud de recetas que no distinguen ni de temporada ni de estación. Pero si hay un día en el que este afamado alimento sabe mejor es cuando el calendario voltea el 15 de mayo, festividad de San Isidro Labrador. Alrededor de esta conmemoración patronal, la localidad prepara un menú de actividades para todos los paladares, gustos y generaciones que alcanza su culmen este sábado, jornada grande y plato fuerte en la carta de la Feria del Garbanzo de Valseca.

El acontecimiento gastronómico cumple su mayoría de edad. Con el paso del tiempo ha acompañado las manifestaciones de exaltación a la estrella de sus tierras con la guarnición de otras actividades populares pensadas para el disfrute de los vecinos y de los visitantes que acuden al aroma y sabor únicos del garbanzo valsequeño. Por su predicamento, por su singularidad y por su calidad, esa legumbre luce orgullosa el marchamo de la Marca de Garantía que acredita su procedencia y las cualidades que la han hecho protagonista en la despensa autóctona, compartiendo orla y méritos de autenticidad con otros manjares nacidos, criados y crecidos en tierras segovianas como el Judión de La Granja, el tomate de Martín Muñoz de las Posadas, el chorizo de Cantimpalos o el cochinillo de Segovia.

Valseca ha vuelto a ser este sábado meca del peregrinaje de los apasionados del buen yantar. La feria, bendecida por San Isidro, ha tenido los aperitivos de una marcha solidaria a favor de la lucha contra el cáncer, las finales del campeonato de pádel, la visita guiada al Geomuseo antes de entrar en harina jaranera del vermú amenizado con los sones de la dulzaina y el tamboril. Y después de unas sesiones de baile, la suculenta convivencia en torno al garbanzo valsequeño. Los comensales se han tenido que llevar sus sillas y mesas porque el Ayuntamiento no da abasto para cubrir las necesidades logísticas y han dado buena cuenta de los cientos de raciones del tradicional cocido popular que corona la exaltación a la legumbre autóctona.

Las precipitaciones de los últimos meses han preparado el terreno para que la cosecha de este año sea bien rica, no solo por la cantidad, sino por la calidad. Ese es el secreto que encumbra al garbanzo de Valseca en su Marca de Garantía, el suelo del que nace y crece, además del cuidado de los agricultores que lo miman y que dejan rotar las tierras para que no pierda su esencia.

La Asociación Geología de Segovia detalla ese substrato tan especial que estan importante en el cultivo de este alimento. No todo el terreno de Valseca vale. «Hay tres sectores del término municipal, todos ellos en la parte occidental, donde se concentran la mayoría de los cultivos de garbanzos», apunta la asociación.

Esos suelos «no están sobre los berrocales y terrenos pedregosos en los granitos; ni en las lastras y cuestas arenosas sobre las calizas, dolomías y arenas silíceas, sino solo y exclusivamente sobre las campiñas y llanos desarrollados sobre las rocas sedimentarias cenozoicas con conglomerados, arenas, limos y arcillas», añade a la descripción. Asimismo, contribuye a esa singularidad el bajo porcentaje de carbonatos, menor al 10%, y el bajo contenido de materia orgánica.

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