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Segovia
Martes, 24 de octubre 2017, 21:33
San Frutos, patrón de la diócesis de Segovia, se celebra cada 25 de octubre en una jornada intensa en lo religioso y tradicional. Comienza a las 23:45 del día anterior (hoy) con el milagro del paso de la hoja del Libro de la Vida, concentrándose el público ante la imagen del Santo en la puerta principal de la Catedral de Segovia.
Mañana, 25 de octubre, los segovianos celebran San Frutos con el tradicional Villancico, obra barroca compuesta por Antonio Hidalgo en 1874, dirigido este año por Francisco Cabanillas. La interpretación de esta pieza, que comienza a las doce de la mañana, cuenta anualmente con un joven solista y con las decenas de voces que forman el coro popular, rodeado por cientos de segovianos que se reúnen alrededor del trascoro y por las autoridades civiles y religiosas. A continuación, en la Capilla Mayor, el obispo de Segovia, César Franco, presidirá la misa.
Este año, a diferencia de festividades anteriores, el templo abrirá al turismo desde las 13:30 hasta las 21:30. Las visitas guiadas a la torre tendrán lugar a las 10:30, 16:30 y 19:00 quedando suspendida la de las 12:30.
San Frutos nació en Segovia en el año 642, dentro de la última etapa visigoda, y en un tiempo en el que los reinos cristianos se hundían en la inestabilidad, lo que causó, años más tarde, la decisión del Califato de los Omeyas de avanzar y empezar la conquista de la península ibérica en el año 711.
Este acontecimiento histórico fue muy importante para la vida del santo, sobre todo durante sus últimos años, ya que su defensa de los cristianos de la zona segoviana y la lucha espiritual contra los sarracenos, provocaron milagros y obras que en la actualidad son reconocidos tanto por la Iglesia católica y con gran devoción por los segovianos.
La familia del santo, cuyos hermanos Valentín y Engracia serían clave en su camino pastoral, se vio sacudida por la muerte del padre. Según se escribe, gracias a la tradición y al traspaso del relato generación a generación, la herencia dejada tras la muerte del padre hizo reflexionar a los tres hijos sobre lo importante de la caridad y del servicio a Dios, muestra de su profunda fe y convicciones aprendidas dentro del seno familiar. Tras dejar toda la herencia a los más necesitados, los tres hermanos decidieron abandonar el hogar familiar e iniciar un camino de retiro y oración, que según la tradición, acabaría junto a las hoces del río Duratón, dentro del término municipal de Carrascal del Río. El entorno del actual Parque Natural de las Hoces del Río Duratón, que abarca varios municipios, está plagado de numerosas referencias al santo. Una de ellas llega hasta el yermo en el que se encuentran las ruinas del convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz, en el municipio de Sebúlcor, del siglo XII. Es un punto clave dentro de la historia de san Frutos donde, según los relatos, la Virgen se apareció ante un pastor y le mandó que comunicara al prior san Frutos que se erigiera una talla en su nombre.
De los primeros años viviendo en cuevas naturales, Frutos y sus hermanos, que se convertirían también en santos, construyeron una ermita para cada uno en este paisaje emblemático surcado por el Duratón. Frutos se estableció en la cumbre; Valentín, a media ladera, con un difícil acceso a través de un pasillo natural; y Engracia, junto al meandro próximo a sus hermanos y cerca del batán de su mismo nombre.
En la actualidad, se conserva la ermita dedicada a san Frutos, que data del siglo XII y construida sobre la visigótica, fundada por el santo en el siglo VII. Este es el único resto de lo que en el pasado fue un conjunto monástico de la orden de San Sebastián de Silos, cedido en el año 1076 por el rey Alfonso VI y con actividad hasta el año 1836, cuando fueron expulsados por la desamortización de Mendizábal. Todavía hoy se conserva sobre el dintel de la puerta principal el escudo de Silos.
En esta zona fue donde transcurrieron la mayoría de los hechos y de los cuatro milagros que se le atribuyen. Uno de ellos, en vida, cuenta que el santo convirtió milagrosamente unos toros prestados para edificar un santuario a la Virgen María en dóciles bestias de carga.
La vida del eremita San Frutos, su especial dedicación a los más necesitados y espiritualidad atrajo a los cristianos que poblaban la zona de Sepúlveda, muy pendientes de la invasión musulmana que se había iniciado con el desembarco de Tarif ben Malluk en la isla de Tarifa. La división civil y política, y el enfrentamiento entre los reinos visigodos de la península ibérica hicieron que sucumbieran rápidamente a la invasión. La fecha establecida de la muerte de san Frutos es el 715, a los 73 años, ya con una Segovia bajo control musulmán.
Los últimos años vividos por el santo son en los que se obra uno de los milagros que aún, a día de hoy, se puede rememorar si se visita la zona. Ante el asedio de los musulmanes en la zona del Duratón, los cristianos huyeron en busca de la protección del santo junto a su ermita. Ante la cercanía, y según escriben los relatos, el santo hizo una raya con el báculo que portaba y una gran grieta se abrió ante los soldados sarracenos, que asustados, huyeron dejando en la zona un ambiente de misticismo y respeto. En la hendidura abierta, más conocida como cuchillada de san Frutos, se construyó un puente de piedra en 1757 que permite cruzarla.
Tres siglos y medio después de su muerte, Los cuerpos de San Frutos y de los Santos Valentín y Engracia fueron trasladados tres siglos y medio más tarde a la antigua Catedral de Segovia. Los restos de los tres hermanos estuvieron varios años desaparecidos dentro de la antigua catedral hasta que el Obispo de Segovia, Juan Arias Dávila (1436-1497), encargó su búsqueda. Al empezar la Guerra de las Comunidades en el año 1520, la antigua catedral quedó en ruinas y las reliquias de los tres santos se trasladaron a la iglesia de Santa Clara, donde se empezaría a edificar en el año 1525 la actual Catedral.
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