Más flujos y de más calidad: los retos turísticos del Alcázar

El 2023 fue el año de la recuperación plena tras los vaivenes turísticos de los últimos tiempos, no solo la pandemia, sino la guerra de Ucrania o la crisis económica, que apenas ha tenido incidencia en las visitas, de nuevo en el umbral de los 700.000, un aumento considerable frente a los 554.844 del año pasado y los 285.798 de 2021, en el que la instalación estuvo medio año cerrada por la pandemia, que condicionó aún más el ejercicio previo, un 2020 con 182.467. El único año del histórico del Patronato en el que se superan los datos de 2023 fue 2019 (con 754.946), un apogeo que culminó una tendencia al alza de un lustro –en 2012 hubo 478.122– en un coyuntura económica y geopolítica global muy buenas que facilitan los viajes.

Luego llegó la covid. El Patronato espera que siga creciendo en los próximos años, ya que la recuperación no se produce de un día para otro. Pero no solo hay brotes verdes, sino cifras récord. El de 2023 fue el mes de octubre con más visitantes (73.109), por encima de los registros de hace cuatro años, y noviembre, con 47.372, estuvo apenas a 816 turistas de hacer lo mismo. El cuarto trimestre está siendo mejor que el de 2019. La prueba de que ha dejado atrás un contexto de encarecimiento global en los viajes, desde el transporte al alojamiento o la restauración. «Tradicionalmente sí que se nota, pero nuestras cifras están siendo muy buenas», apuntan los gestores de la fortaleza. Algo que explican por la sensación de carpe diem tras la covid, la cercanía con un gran receptor de visitantes como Madrid o la facilidad para visitar la ciudad en un día.

El precio de la entrada ha subido hasta los 10 euros –en 2013 costaba 6,50–, pero el Patronato esgrime una opción «muy popular» en relación con otros monumentos como La Alhambra o la Sagrada Familia, que están en el entorno de los 20 euros. El Patronato es un organismo de gestión autónoma, subraya quetodo el dinero que recauda de las entradas revierte en el bien del edificio y que el rango actual de precios permite su estabilidad presupuestaria.

Diseminar los turistas es una estrategia de ciudad. La herramienta del Alcázar es un sistema de cupos de entradas para redirigir los horarios menos cotizados, como la primera hora de la mañana o el mediodía. Los criterios de seguridad y evacuación marcan un límite de 480 personas, el máximo que el edificio puede albergar a la vez. Es menor que la capacidad real. Con ese cupo, las salas están muy despejadas y se consigue que la visita sea cómoda. Por el momento, no hay planes de cambios.

En ese anhelo de mejorar la calidad, la posibilidad de ampliar algunos espacios –la visita solo da acceso a un tercio de la fortaleza– está sobre la mesa. Es una opción que se está pensando, pero es un edificio muy complejo; los accesos a ciertas zonas son muy limitados por las puertas, escaleras y la dificultad para establecer itinerarios de evacuación. El paso de los años ha sumado espacios como una pequeña celda dentro de la torre de Juan II –parte de lo que fue una prisión de Estado en el siglo XVII– o una terraza alargada a los pies de la torre y encima del foso. De cara a futuro, la accesibilidad es otro reto para un lugar que alberga 16,5 kilómetros de estanterías del Archivo Militar que ocupan toda la segunda planta, así como parte de la baja y los sótanos.

En esa línea está la accesibilidad de la torre. Antes del fallecimiento de una mujer en mayo de 2022 por un fallo de salud, se aplicaron medidas para evitar atascos. Años atrás, la torre estaba abierta de continuo y los visitantes se cruzaban en la escalera. Ahora se establecen grupos para visitarla cada media hora como cierre a la visita al castillo. Se considera que el tiempo para visitar la torre es más que suficiente y la escalera está siempre despejada. A raíz de la pandemia establecieron que la subida no se haga por la misma escalera. Los visitantes acceden al tramo de caracol por el Patio de Armas –la escalera principal del Alcázar– y bajan por la escalera secundaria, que permite recorrer una galería superior. Desde 2015, hay interfonos para llamadas de socorro.

El Patronato habla de la estacionalidad –llevar visitantes del verano hacia la primavera o el otoño– como una estrategia de destino de la ciudad. Y ya se ha avanzado, ya que la temporada alta se alarga ya hasta el otoño. En 2014, agosto tuvo casi 10.000 visitantes más que octubre; este año, octubre esgrime casi 3.000 más. Lo que antes era el mes de colegios –entre mayo y junio, la fecha de muchas excursiones– ahora empieza en marzo. Aunque el Patronato es consciente de que nunca van a poder 'desestacionalizar' una Semana Santa o un puente de diciembre, los flujos de las temporadas fuertes se reparten y eso permite mantener la temporada alta durante más tiempo.

Por eso la relación entre los grandes monumentos segovianos –Catedral, Acueducto y Alcázar– es de colaboración y no de competencia. Segovia es una ciudad única, una de las pocas que reúne en muy poco espacio tres monumentos de primerísimo nivel. El sentir del Patronato es que no es una competencia, sino una fortaleza. Una oportunidad que permite generar sinergias. El conjunto es lo que atrae al visitante al destino. En general, el que llega a Segovia a ver el Acueducto o la Catedral no se va sin visitar el Alcázar.