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Por segundo año consecutivo, la imagen del Niño de la Bola volvió a vivir en Cuéllar su fiesta sin poder salir en procesión, una decisión tomada desde la cofradía por responsabilidad, ante la situación epidemiológica de hace unos días, que ha ido empeorando en los ... últimos días de 2021. Así, este año comienza en Cuéllar al igual que se hizo el pasado, con unas celebraciones que se han limitado a la eucaristía, presidida por la imagen del Niño, mientras que habitualmente el primer día de cada año se celebraba con el sonido de las dulzainas, los cohetes, las campanas de San Esteban y las tejoletas, las castañuelas castellanas tan características de los actos en honor a esta talla.
Algunos de estos sonidos tradicionales se echaron en falta ayer, aunque desde la cofradía del Niño se trató de imprimir alegría a esta fiesta con la participación de las dulzainas de los Hermanos Ramos en la eucaristía, y haciendo sonar las tejoletas, limitándose a unos pequeños sones en la iglesia de San Miguel, donde se llevó a cabo la eucaristía. Una de las tradiciones que se ha mantenido, al igual que el año pasado, ha sido la de vestir al Niño en el último día del año, además de cambiar la imagen del lugar donde se ubica habitualmente, en una de las capillas de la iglesia de San Miguel, hasta situarlo junto al altar mayor para presidir la primera de las eucaristías celebradas en su honor, única actividad litúrgica que se repetirá el próximo día 6 de enero, cuando habitualmente se celebraba la segunda de las procesiones.
Unas procesiones con un gran arraigo en la cultura popular cuellarana, que reunían cada año, especialmente en sus compases finales, a cientos de vecinos de la villa y su comarca. El trayecto que recorría era muy escaso, apenas unos cientos de metros, entre la iglesia de San Miguel hasta la de San Esteban, templo donde se guardaba originalmente el Niño y se hacía una parada para realizar un rezo y cantar un villancico, para continuar nuevamente hasta el templo de San Miguel.
Un trayecto que se recorría en más de dos horas, reuniendo en su recta final y en el último tramo de la plaza Mayor a decenas de danzantes y fieles, una imagen que en este 2022 tampoco se podrá ver, tal y como ocurrió en 2021, que fue el primer año en la historia de la cofradía en la que la imagen del Niño no salió en procesión, tal y como detalló Juan Carlos Llorente, historiador local y miembro de la cofradía.
Llorente, tras revisar los libros de actas, confirmaba que no se tenía constancia de que la imagen no hubiera procesionado, ya que incluso durante la Guerra Civil las procesiones se realizaron, eso sí, sin dulzainas, unas procesiones rezando oraciones sin más. Según los libros de actas de la cofradía, en el año 1936, como durante los días de celebración aún no había comenzado la guerra, todas las celebraciones se desarrollaron de la forma habitual.
Fue en el año 1937 cuando aparecen los primeros cambios. En acta queda reflejada la celebración de los actos litúrgicos y el reparto de puestos que hacían los hermanos para encargarse de los preparativos, como el guión, subir el armonio desde San Miguel a San Esteban o de los danzantes. En este año no aparece ya el pago a los dulzaineros, lo que tampoco se encuentra en las actas de los dos años siguientes, aunque vuelve a aparecer en el acta de 1940. También hubo procesiones durante la segunda República, aún en ocasiones con problemas. Por entonces costaba 1,50 pesetas pedir permiso al Ayuntamiento para poder celebrar la procesión, y en alguna ocasión el sacerdote o el mayordomo se olvidaron de realizar el pago, por lo que aparecían los guardias, pero hasta la pandemia de la covid nunca se había perdido la procesión, ya que los fieles y devotos del Niño la sacaron adelante.
Ahora han sido estos mismos fieles quienes, por responsabilidad, ante la situación epidemiológica del momento, optaron por cancelarla, aunque se mantuvieron algunos de los actos tradicionales, como la eucaristía, presidida por la talla del Niño Jesús de la Bola, y contando con un buen número de los miembros de su cofradía, quienes portaron las tradicionales varas, e incluso en algunos casos capas.
Tampoco faltaron en esta ocasión los dulzaineros, que tocaron algunos de los sones tradicionales de esta celebración. Lo hicieron ya desde antes del inicio de la misa, en la puerta de la iglesia de San Miguel, donde se desarrolló la eucaristía. En la misma, junto con las ofrendas del pan y el vino, uno de los más jóvenes miembros de la cofradía, ataviado con su capa, ofreció unas tejoletas.
Posteriormente el párroco, Fernando Mateo, realizó la bendición de los calendarios que habitualmente pone a la venta la cofradía para recaudar fondos. Estos se situaron a los pies de la imagen del Niño y con el acto de bendición, el sacerdote apuntó una bendición a todo el año que ayer comenzaba, con la esperanza de que sea mejor que el pasado.
Seguidamente, los fieles recitaron la oración al Niño de la Bola, escrita en unas estampas con la imagen de la talla, que se repartieron entre los asistentes. Tampoco faltó la música, pues los hermanos Ramos accedieron al interior del templo para interpretar la pieza más simbólica de los actos, el villancico al Niño de la Bola, que fue acompañado tímidamente por algunos de los fieles quienes, desde los bancos, tocaron las tejoletas.
La música concluyó con un rotundo aplauso, con el que se dio paso a unas palabras del mayordomo, cargo que ocupa un año más Juan Pablo de Benito, quien, tras felicitar el año a todos los asistentes, recordó que se encuentra en ese puesto por tercer año consecutivo debido a las circunstancias sanitarias, ya que hay quien quiere ser mayordomo, pero espera poder serlo con todas las celebraciones habituales, con procesiones y los ágapes que se ofrecen tras las mismas.
De Benito mostró su esperanza en que este sea ya su último mandato al frente de la cofradía, lo que significaría que las celebraciones no se limitarían a lo básico, y que volverían las procesiones, las danzas y los sonidos de los cohetes y las campanas, tan tradicionales en esta fiesta del Niño. Ya en la puerta de la iglesia, en la plaza Mayor, el sonido de las dulzainas continuó unos minutos más, tiempo que algunas fieles aprovecharon para realizar alguna de las danzas que se desarrollan habitualmente en la procesión, con la esperanza de poder ampliarlas el próximo año.
La eucaristía, con la participación de los miembros de la cofradía y la presidencia de la imagen del Niño de la Bola, se repetirá el próximo 6 de enero, día de Reyes, en el que tampoco se celebrará la tradicional procesión. La misa por los difuntos de la cofradía se celebrará este año el lunes 10 de enero en San Miguel.
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