El Festival de Narradores celebra sus bodas de plata

Aunque el dicho reclame que una imagen vale más que mil palabras, los veinticinco años del Festival de Narradores Orales reafirman la importancia de la oralidad en la cultura. «Se trata de un principio equivocado, es difícil poner imágenes a sentimientos como el dolor o la nostalgia», comenta el director del festival, Ignacio Sanz. En sus 25 años de historia, el festival sigue sus orígenes con una idea transversal y que no ha cambiado desde hace un cuarto de siglo. «No ha evolucionado nada, hemos seguido la línea estética de grandes narradores para mantener la esencia del festival», describe.

Muchos de los profesionales que se acercan a Segovia escriben sus propias historias y después las desarrollan en los encuentros de oradores. Esta relación entre la escritura y la narración hace de los eventos una mayor unión con la literatura. Por ejemplo, la actuación de Quico Cadaval o de Félix Albo se ciñen a interpretaciones de obras escritas por ellos mismos.

Una buena narración debe dotarse de un lugar perfecto para la acústica y el contacto del orador con el público. Esta es una de las características que caracterizan al festival desde su fundación y se recalcó su importancia durante la pandemia. «Tuvimos que celebrar la edición en el Jardín de Los Zuloaga y no estuvo a la altura de lo que siempre ha sido este festival», detalla.

La ubicación en el Patio de la Casa de Andrés Laguna, con un aforo de 350 personas, reune las características esenciales para que el narrador y el público puedan tener un contacto mayor. En la actualidad este tipo de actos se asemejan al popular formato del audiolibro, aunque según propone Ignacio, el festival de oradores gana mayor importancia por la cercanía y la improvisación del orador con el público y el entorno.

El cartel de narradores que participan en el festival está formado por «grandes artistas que han hecho de la palabra su modo de vida, su profesión y que beben de fuentes muy diversas, desde el absurdo, la literatura surrealista hasta las tradiciones orales, también han venido escritores importantes a contarnos sus historias», expresa. La elección de los narradores no es algo baladí para la organización, que a lo largo de los años ha comprobado la variedad de oradores españoles. «Son gente con músculo literario y que cuentan sus historias», afirma Ignacio Sanz.

El programa del Festival de Narradores Orales se complementa de un cartel con variedad de artistas que ya han visitado con anterioridad la ciudad. Los narradores innovan cada edición con un relato diferente que hace de la novedad una esencia del festival. Entre las voces más reconocidas se encuentra la de Quico Cadaval. El orador gallego inició hace 25 años el festival un 18 de julio de 1999 con un «provocador comienzo» en referencia a la Guerra Civil 60 años después del final del conflicto. Este narrador, que participa en tertulias radiofónicas, «tiene una capacidad verborreica para la narración y además consigue innovar cada año con una historia nueva», explica el director. Su actuación se desarrollará el jueves. Antes el cartel lo componen Pep Bruno, Félix Albo, Charo Pita, Cristina Verbena y Patricia Mcgill. Junto a ellos, la organización ha podido coordinar, junto con el acto de la Luna Llena, una colaboración especial de Guti que actuará en tres horarios diferentes este sábado.

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