Festín goleador para recibir a Gedeón

La puesta en acción del Nava sirvió de chute anímico para Jakub Prokop, en una fase de valle tras su gran final de primera vuela. Un par de latigazos, una zambullida al suelo para rescatar un balón en defensa y una gran asistencia para una delicia liftada de Andrés Vila. Se sumó Isaías Guardiola, anotando por lo civil o lo criminal, latigazos sin preliminares. Las transiciones las resolvía Smetanka con su turbo.

Pero el Huesca igualó la apuesta con juego directo. La conexión entre Frank Cordies y Rodrigo Benites, un imán en el pivote, salió enchufada. También Adriá Pérez, que lo metía todo desde el extremo, uno de los mejores finalizadores de 2024. Domingo Luis exhibía lanzamiento exterior en un diálogo interrumpido de goles, como esas conversaciones sin silencios en las que cada cual está más pendiente de soltar lo suyo que de escuchar. Picotazo a picotazo, los ataques domaban a los porteros. Patotski calentó con una parada de bombero en seis metros. Arguillas tampoco las olía, por más que sacara una contra de Prokop.

Las rotaciones no cambiaron el sino; Nevado y Méndez encontraban las autopistas en la porosa zaga aragonesa mientras Diógenes Cruz 'Dija' daba motivos para que algún aficionado navero recordara sus visitas con Puerto Sagunto, desequilibrando ataques, sacando el brazo, encontrando al pivote. Bastaron unos minutos de mejora defensiva para que llegara el primer bocado del Nava. Gedeón demostró su habilidad, el gran recurso que esconde su tamaño, soltando la muñeca de espaldas mientras se giraba. Golazo. En la otra portería, el Huesca vivió lo que será un drama para media liga: atacar ante los dos gemelos Guardiola. Un blocaje en familia desembocaba en una contra de Ahumada, que aceleraba feliz para poner el +3 (18-15) y encender las primeras alarmas en el Pirineo.

Era una oportunidad para el Nava, pero el Huesca demostró hechuras. Primero, con un gran pase picado de Dija a Benites, fiable como pocos. Después, con una contra de Ignacio Suárez, que exprimió un error navero en la circulación. Leo Tercariol paraba un penalti a Dani Pérez, Frank Cordies empataba en seis metros y Luis de Vega se veía obligado a sacar el brazo al ángulo corto para evitar la remontada más fugaz. La primera parte acabó con una pizarra exitosa de Álvaro Senovilla –era Dani Pérez el que sorprendía a espaldas del pivote–, pero el penalti de Méndez lo negaba el portero brasileño, que gritaba eufórico (18-18).

Moyano fue el enésimo anotador de un Nava que repartía los goles como si fuera una cartilla de racionamiento: el equipo llegó a los 20 sin que nadie superara los dos. Mientras, Rodrigo Benites se agrandaba en la ofensiva del Huesca, asumiendo las luces, frustrando defensas. Cuando el intercambio es tal ágil, bastan un par acciones para crear un punto y aparte. Y Tercariol estaba caliente. Una parada suya y un latigazo de Domingo Luis tras congelarse en el aire forzaban el tiempo de Senovilla (23-25). En la siguiente acción, el brasileño no solo paraba el tiro de Moyano, sino que se quedaba la pelota.

Fiel a su historial, el Nava respondió a sus malos momentos con defensa. Más contactos para interrumpir el diálogo entre líneas de los oscenses, su autopista hacia el pivote. La respuesta ante un portero de dulce es aumentar el número de posesiones para que no pueda pararlo todo, así que Marugán se rehacía, marcaba los penaltis y no le daba tiempo para pensar, soltando el balón a la carrera. El canterano asumía los galones, devolvía la ventaja a los suyos y forzaba ahora el tiempo muerto visitante.

Tercariol se ganaba el sueldo frustrando a los extremos –negó contundente a Vila tras una contra lanzada por Gedeón–, pero su equipo no convertía las paradas en dominación porque su apuesta de ataques directos tiene una contrapartida: las pérdidas. No se puede hilar tan fino y acertar siempre. Así que el Nava terminaba anotando. El brasileño echaba horas extras, pero no le salían las cuentas, pues recogía más balones de su portería de los que negaba. Y Marugán volaba, el día con el que soñaba de niño, goleando desatado un sábado por la noche en la pista del pueblo y con la tele para grabarlo.

El partido llegaba en tablas a los últimos diez minutos, pero la defensa navera y su mejor físico dieron el acelerón decisivo, con Luis de Vega como nombre propio, con el héroe Patotski aplaudiendo desde el banquillo. El leonés negó a Miguel Malo en seis metros y a Domingo Luis bajo palos, dos intervenciones que lanzaron el parcial letal de 5-1, ejecutado por un penalti de Marugán, un misil de Borja Méndez en estático y una contra de Andrés Vila que ponía el +4 (35-31) a menos de cinco minutos del final.

Con todo, el Nava se empeñó en mantener el suspense, un ejercicio de transparencia hacia Gedeón: aquí no hay finales fáciles. Luis de Vega mantenía la ventaja con otras dos paradas de mérito, pero el duelo llegó abierto al último minuto, con un +2 que el Nava guardó frente al rival ante el que rifó un empate que dos años atrás valió a la postre un descenso. Asignatura superada.