El feliz término medio de un pueblo con un poco de todo
MUNICIPALISMO 2024 ·
Fuentepelayo encuentra el equilibrio tras la crisis de 2008 y esgrime una economía sustentada por sus fábricas de pienso, a las que añade los servicios del día a díaSecciones
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MUNICIPALISMO 2024 ·
Fuentepelayo encuentra el equilibrio tras la crisis de 2008 y esgrime una economía sustentada por sus fábricas de pienso, a las que añade los servicios del día a díaLa metáfora de Fuentepelayo es el término medio. Ni un pueblo dormitorio ni un capitán general. Con algo menos de 900 habitantes, ha asumido un cierto declive económico respecto a principios de siglo –entonces sí era cabeza– y ha dado con un equilibrio de empleo, sector primario y una amplia gama de servicios: centro de salud, bancos, tiendas y muchos bares. Un buen catálogo para vivir sin delirios de grandeza.
Fuentepelayo es un pueblo eminentemente agrícola y ganadero. Hay explotaciones fundamentalmente de secano –trigo, cebada, centeno, que está emergiendo, y girasol– y una parte residual de regadío. Las pequeñas parcelas están agrupadas en la Cooperativa San Miguel, con unas 800 hectáreas, un tercio de la superficie del término. En cuanto a la ganadería, destaca el porcino, pero también hay ovino y avícola; el vacuno es ya residual. Dos caras de la misma moneda: quien tiene superficie suele aunar ambas.
A eso se un fuerte tejido industrial con Proinserga, una fábrica de piensos para ganadería –sobre todo porcino– y la de pienso para mascotas de Dibaq. Dos empresas que emplean en total a más de medio centenar de personas en función de la época del año. De ellos, cerca de la mitad son vecinos, un consuelo para un pueblo que sintió la crisis de 2008, que puso fin a una época de esplendor a comienzos de siglo, pues al abrigo de estas fábricas se habían desarrollado empresas de transporte –algunas sobreviven–, de construcción y más asentamiento de población.
Su mapa diverso de actividades incluye una fábrica de gaseosas, una empresa de instalaciones industriales, otra de electrodoméstico, un almacén distribuidor de bebidas y cerca de una decena de comercios en el municipio: una panadería, tres tiendas de autoservicio, una carnicería, una autoescuela, una gestoría o una pescadería. Y la joya de la corona, siete bares, una de las medias por habitante más altas de la provincia –uno por cada 122–, un síntoma de un pueblo vivo.
A eso se une el Centro Rural de Innovación Educativa (CRIE), que llega a albergar hasta 1.400 alumnos de toda la provincia cada curso. Se trata de proyectos de convivencia semanal –día y noche, de lunes a viernes– y el equipo docente elabora un proyecto distinto cada año con hilos conductores como la agricultura ecológica, la sostenibilidad o, el de este año, los cuatro elementos: aire, tierra, agua y fuego. Es un pulmón educativo que sirve como escaparate rural del pueblo para un buen número de alumnos que vuelven más tarde
Un incentivo a la juventud, como sus instalaciones deportivas, con dos pabellones que albergan la Feria del Ángel o sirven de sede al equipo de fútbol sala de Zarzuela del Pinar, una unión entre dos pueblos vecinos. Su alcaldesa, Alba Sanz, presume de un calendario cultural «bastante variado» o de «un tejido asociativo muy grande» y pone en valor una residencia de ancianos de gestión municipal.
El futuro de Fuentepelayo está marcado por las dificultades para el relevo generacional en el sector primario, pues la formación de los más jóvenes va hacia el sector servicios. La población que no trabaja en las fábricas tiene funciones muy diversas, desde empleados municipales a vecinos que trabajan en Segovia, Cuéllar o Valladolid, por ejemplo, en empresas de transformación de alimentos. Ese declive respecto a principios de siglo, en esencia, llevó a los vecinos a moverse para trabajar. Hace un par de décadas más del 90% de la población activa trabajaba en el propio municipio.
Y sus relaciones con los vecinos han cambiado. Por ejemplo, con Navalmanzano , que suma población extranjera mientras Fuentepelayo la pierde. Los materiales de construcción los compran allí, un eje que incluye a Aguilafuente, sede del tanatorio que les da un servicio necesario. Para el otro eje, hacia Zarzuela, Pinarnegrillo o Aldea Real, el pueblo es referente. Ese término medio al que tantos aspiran.
La economía
Medio millar de empleos. Dos grandes fábricas de piensos emplean a medio pueblo.
Mucho trabajador itinerante. Gran parte de la población trabaja en Segovia, Cuéllar o Valladolid.
www.fuentepelayo.es
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