La falta de socorristas pone en peligro la apertura de piscinas
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Los socorristas formados al año por la escuela profesional no llegan a ser ni una décima parte de los que salían al inicio de la década pasada«Si eres socorrista, tienes trabajo», asevera Luis Miguel Pascual, director de la Escuela de Socorrismo de Segovia. No es un anuncio de empleo, pero casi. Y es que faltan profesionales cualificados. «También pasa en la hostelería, por ejemplo, que no encuentran camareros», reflexiona ... el responsable, quien apunta que en el curso celebrado en Cuéllar este mes de abril solo se apuntaron siete aspirantes.
Echa la mira atrás con nostalgia y otea que «hace doce o quince años realizábamos cuatro cursos al año, cada uno con casi veinte personas; desde entonces se está experimentando una constante caída». Pascual especifica que en 2022 se formaron en el curso de la escuela once nuevos socorristas, cuando a principios de la década pasada salían en torno a ochenta.
125-150 socorristas
conforman el colectivo profesional que trabaja habitualmente en la provincia, según el director de la Escuela de Socorrismo de Segovia
El director anota un trasfondo «social» en la tendencia descendente que desemboca en la falta de socorristas profesionales, una involución que ya se dejó notar el pasado verano cuando ayuntamientos de algunos pueblos recurrieron a la escuela segoviana y 'colgaron' anuncios en busca de este personal para atender sus piscinas. De no disponer de estos especialistas, no pueden abrir. Esta temporada, la amenaza de no encontrar socorristas se agravará, intuye Pascual.
El año pasado, seis Ayuntamientos de la provincia -Valverde del Majano, Abades, Aguilafuente, Santa María la Real de Nieva, Fuentepelayo y Hontanares de Eresma- recurrieron al Ecyl a buscar socorristas. El Servicio Público de Empleo remitió a los candidatos las ofertas, aunque carece de la información de si al final fue contratada alguna de las personas a las que se les avisó. Es de suponer que sí. Estas seis colocaciones fueron las gestionadas por Ecyl en 2022 en provincia para el puesto específico de socorrista, lo que no quiere decir que se quede ahí la cifra de contrataciones.
El factor social al que alude el responsable tiene que ver con «los cambios en las perspectivas de los jóvenes». «Hace años, te ganabas un dinero en verano para pagarte, por ejemplo, el carné de conducir o un viaje». Entonces, una de las opciones era de la de formarse como socorrista y trabajar en una piscina durante las vacaciones para costearse luego esos gastos. «Afortunadamente, la situación de las familias, en general, ha mejorado», arguye Pascual, quien sospecha que las necesidades económicas de antaño que tenían los jóvenes no se dan ahora.
«Para ser socorrista se requiere mínimo el haber cursado la ESO y tener un cierto nivel de natación», detalla el director de la escuela. El perfil de quienes acuden a los cursos, a día de hoy, coincide con «gente de familias medias que disponen de 400 euros para pagar el curso» que ofrece esta entidad profesional, que acusa el «creciente desinterés» de las nuevas generaciones para adquirir conocimientos y una experiencia laboral que les pueda valer en el futuro. Al fin y al cabo, el socorrismo se plantea más como un trabajo temporal y estacional.
Luis Miguel Pascual
Director de la Escuela Segoviana de Socorrismo
¿Para qué pueden valer estas enseñanzas? Luis Miguel Pascual ahonda en la idea de abrir una puerta en el mercado laboral y de acumular experiencia, ya no solo en el desempeño propio del socorrismo, sino que el ejercicio de la profesión requiere también «tener habilidades sociales en el trato con las personas, significa tener una disciplina, acatar la jerarquía de alguien que está por encima de ti, ser responsable, cumplir unos horarios... valores que luego se tienen en cuenta en el mercado de trabajo».
Pese a los pros que ensalza el director de la Escuela de Socorrismo de Segovia, la demanda de formación se ha desinflado y no remonta. También lo achaca a la regulación vigente. En la vecina Comunidad de Madrid, «que nos afecta, y mucho», el sistema «se ha liberalizado». Pascual señala que, desde el año pasado, entre las nuevas condiciones que regulan el desempeño, «han quitado la obligatoriedad de actualizar la formación cada dos años». Además, el modelo madrileño ha hecho que «proliferen tropecientas academias privadas en las que pagas y te dan el título». El director define estos cursos como «piratas».
Centros como la escuela provincial tienen casi imposible competir. «No les importa la formación, dan un curso un 'on-line', pagas 100 euros y ya te dan el papel» que dice que eres socorrista, critica el segoviano, que pone en solfa la preparación que puedan tener quienes obtienen la acreditación mediante este tipo de instrucción.
Luis Miguel Pascual
Director de la Escuela Segoviana de Socorrismo
En otras comunidades, Pascual matiza que el socorrista, para ejercer, ha de aprobar unos estudios de Formación Profesional de dos años, aunque el contenido ha recibido críticas por parte de algunas federaciones que consideran que el temario está más enfocado a la parte deportiva. Este modelo de formarse durante dos años «para luego trabajar tres o cuatro meses al año retrae a mucha gente». Otra opción, añade, es la del certificado de profesionalidad, que no es académico y que es una fórmula mixta entre educación y trabajo. Galicia o Cataluña han adoptado esa vía.
En Castilla y León, la regulación data de 1992. A juicio del responsable de la escuela segoviana, «está obsoleta». «Se admiten certificaciones de profesionalidad, pero no hay una actualización cada dos años, no existe la obligación legal, aunque la Inspección de Trabajo o la empresa para la que se trabaje pueden pedirlo».
Pascual también se lamenta de que se haya relegado la revisión de conocimientos y aptitudes, lo que ha llevado a un descenso de actualizaciones tuteladas en la escuela, que ha pasado de las más de ochenta que registró en 2018 a una veintena en 2020 y ninguna en 2022.
El socorrismo ha perdido atractivo como salida profesional también por las condiciones laborales. El responsable segoviano critica que «el sueldo habitual está por debajo del de otros empleos dentro del mismo sector». Además, es frecuente que «no se paguen las horas extra y que se compensen con vacaciones». Es decir, el periodo en el que se trabaja durante el verano suele ir del 15 de junio al 15 de septiembre, pero la contratación se hace hasta el día 30 para que esas dos semanas se las coja libres el socorrista en compensación de horas extra acumuladas durante los meses anteriores, explica el director de la escuela.
Por lo tanto, el segoviano reclama mejorar las condiciones laborales de los socorristas, cuyo plantel en la provincia lo componen «entre 125 y 150» profesionales. El colectivo menguará si prosigue la tendencia a menguar la asistencia a los cursos y la temporada de piscinas se topará con más dificultades para cubrir unos puestos que son obligatorios para abrir.
Es la pescadilla que se muerde la cola. Si cada vez menos personas se inscriben en el curso que organiza la Escuela de Socorrismo de Segovia, el centro ve mermados sus ingresos, y con menos dinero, menos actividad. Aunque tratan de seguir acudiendo a congresos y de dar continuidad a la formación en primeros auxilios y a programas de prevención, la entidad ha tenido que sacrificar algunas iniciativas. La más dolorosa, quizás, sea la paralización que desde hace dos años arrastra el proyecto de investigación sobre ahogamientos, una idea pionera que surgió de la escuela segoviana en la que se recopilaban al momento los datos sobre las circunstancias en las que se producían este tipo de accidentes. Había dos personas que colaboraban en este trabajo de documentación y análisis. El director de la entidad, Luis Miguel Pascual, explica las dificultades que tiene el centro para competir con la oferta de cursos no académicos y más baratos a través de los cuales un candidato también puede sacarse el título de socorrista. Si la instrucción profesional acreditada por la escuela cuesta 400 euros, estos «cursos piratas 'on-line' pueden valer entre 100 o 150 euros». Con estas diferencias, «no hay manera de reflotar», se lamenta Luis Miguel Pascual, quien recuerda que la asociación nacional ya se vio abocada a la desaparición al cierre del pasado año.
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