La Asociación Segoviana de Empresarios de Actividad Física y Centros Deportivos (ASEAFIDE) calcula que la facturación del sector aún está en un 30% de los niveles prepandemia. «Nos hemos quedado como en un valle, un valle bajo, porque ha sido un desastre a todos ... los niveles. Muchos negocios han aguantado tirando de ahorros, con ayuda familiares, con créditos ICO, pero la estampida ha sido general», describe el presidente de la asociación, Javier González.
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El Centro Deportivo Victoria tiene dos sedes, una en la calle Romero y otra en la calle Dámaso Alonso. Su propietario, Juan Carlos García, ha señalado que, a partir del pasado mes de marzo, cuando pudieron volver a abrir, percibió que la gente tenía «muchas ganas», por lo que siguieron unos meses «buenos», aunque lejos aún de la situación antes de la pandemia: «Aunque había gente, con las restricciones de aforo no nos podíamos pasar y nos hemos mantenido a mínimos, las clases no podían ser de más de seis personas y el aforo era del 33 %, y luego eso se fue dulcificando con los meses», ha relatado.
Aunque la cosa ha ido 'in crescendo' y en su centro deportivo estaban «muy contentos» por ello, el verano no ha sido particularmente bueno para su negocio: «La gente tenía muchas ganas de salir, de divertirse, salir de vacaciones, entonces ha sido relativamente flojo. El que no ha podido salir se ha quedado en el gimnasio, pero no ha sido como otros años, yo creo que se ha salido mucho», ha apuntado.
Una de las cosas que ha percibido este preparador físico es «una resaca» de todo el entrenamiento que las personas han llevado en casa sin supervisión: «Se llevaba mucho eso de comprar material y cualquier cosa valía, no todo estaba homologado, no ha habido un control y mucha gente se ha lesionado, desgraciadamente algunos de ellos de manera irreversible, por esa falta de vigilancia. Luego ha habido gente que todo lo contrario, que no ha hecho nada, y ha ganado mucho peso: Cinco, diez kilos, incluso hasta treinta», ha señalado el gerente del Centro Deportivo Victoria.
«La gente quiere volver al mismo nivel que tenía antes y es imposible», ha comentado. Estas circunstancias le hicieron pensar que debía aumentar la atención personalizada, ya que, al fin y al cabo, es eso lo que buscan las personas en estos centros más pequeños, según ha percibido García. «Tenemos que ponerlo un poco fácil porque la gente lo tiene ya difícil, está pasando por un momento difícil», ha apuntado. Por ello, ha decidido asociarse con Rufo Martín, del centro deportivo Spartan Center, con el fin de ofrecer más opciones de horarios, como por ejemplo durante el fin de semana.
En la actualidad, estima que la actividad en su gimnasio está al 70% de lo que estaba antes, en algunos casos a menos porque a la gente todavía le da algo de miedo por el coronavirus.
Por su experiencia, después de un año y medio de crisis sanitaria los centros deportivos como los que él gestiona en varios lugares de la provincia se han «encogido», mientras que otros han aumentado, como el caso de las clínicas de fisioterapia que, al ser consideradas centros sanitarios, sí han podido permanecer abiertas. En el sector tienen la sensación de que se les ha vinculado a la hostelería y otros lugares de ocio, sobre todo cuando permanecieron completamente cerrados a comienzos de año, hasta que pudieron abrir sus puertas en el mes de marzo, con un aforo de un 33% que hacía muy difícil la actividad, sobre todo para los centros pequeños. «La situación es muy precaria, ha sido muy precaria, este octubre no va a ser el pistoletazo de salida que era antes», ha señalado.
Tanto Juan Carlos García, del Centro Deportivo Victoria, como Rufo Martín, del Spartan Center y Sonia de la Calle, del gimnasio femenino Jump, coinciden en que no han podido beneficiarse de ninguna de las ayudas ofrecidas por las administraciones públicas. En opinión de Juan Carlos García, estas fueron diseñadas más para «callar bocas» que para ayudarles de verdad, puesto que la «letra pequeña» y las condiciones, a su parcer exageradas, hacen que sea prácticamente imposible acceder a ellas.
Un ejemplo es la exigencia de tener una deuda por un periodo de tiempo, cuando, según reclama, no es posible para él, por ejemplo, dejar de pagar el alquiler porque un propietario no lo admitiría, o de dejar de pagar la Seguridad Social, porque a los tres meses, le retirarían lo que debe. «Estamos bastante enfadados con eso de las ayudas directas, no nos ha ayudado nadie, hemos tenido que buscarnos la vida, y los impuestos sí nos los han seguido cobrando incluso estando cerrados», ha lamentado García.
De la misma opinión es Rufo Martín, del Spartan Center, quien consultó estas posibles ayudas con su gestor y acabó por no pedir ninguna al ver que los requisitos eran imposibles y era necesario someterse prácticamente a una «auditoría» para optar a ellas, según ha comentado. «Llegó un momento en que pensé que no me interesaba pedir ninguna, que me dejen trabajar y ya me ocupo yo de ganar dinero», ha señalado Martín.
Para él, la vuelta al trabajo tras el duro comienzo de año con su centro deportivo ha sido muy positiva, sobre todo en los últimos meses del verano, que le ha devuelto a niveles en torno al 90% de la actividad que tenía antes de la crisis sanitaria: «Ha sido un verano bueno, comparable incluso a otros prepandemia», ha señalado Martín.
«Está siendo una entrada maravillosa, con números que yo creo que en un trimestre o en un cuatrimestre podemos estar en niveles de antes de la pandemia», ha celebrado. «Antes nos vinculaban con el sector del ocio y parecía que habían dejado la salud en el segundo plano, y ahora cada vez hay más conciencia de que es importante tener un sistema inmunológico fuerte por si uno se contagia de covid o tiene cualquier otra enfermedad como diabetes, creo que ahora hay más conciencia de esos hábitos saludables», ha señalado.
También ha sentido que, en términos de salud mental, hacer actividad física está sirviendo de «vía de escape» para muchas personas que se enfrentan a la «fatiga pandémica». «La gente está con muchísimas ganas», ha apuntado. Económicamente, faltan algunos meses buenos para poder recuperarse del varapalo de aquellos «seis meses facturando cero», pero sus sensaciones durante estas últimas semanas son «muy buenas».
Actualmente, las medidas restrictivitas para la realización de actividades físicas y deportivas para el nivel 1 de alerta sanitaria establece la limitación del 85%del aforo para lugares cerrados y ninguna para las que se realizan al aire libre. Para clases colectivas, no se puede superar el máximo de 25 personas en espacios cerrados y 30 personas en espacios al aire libre -incluido el monitor- y debe haber un espacio mínimo de dos metros cuadrados por usuario. La distancia mínima entre unos grupos y otros debe ser de cuatro metros.
Después de los peores meses para el sector, el representante del sector en la provincia se mantiene «particularmente optimista» en el largo plazo. Cree que, con el tiempo, la tendencia será de crecimiento para el sector del 'fitness' en Castilla y León, donde en su opinión este está aún «poco desarrollado». «Cada vez hay una tendencia de mayor sensibilidad», ha analizado.
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Para el gimnasio femenino Jump, la reactivación ha sido muy paulatina, más bien «a cuentagotas», como dice su directora, Sonia de la Calle. A partir de marzo, con los aforos restringidos, su centro, que solo realiza actividades guiadas, apenas podía acoger a grupos de cinco o seis personas. «Por mucho que quisiera, tampoco podía llenarse, aunque la gente tampoco venía a informarse, y muchas clientas de toda la vida no han venido», ha comentado.
En su experiencia, la obligatoriedad del uso de la mascarilla ha sido un factor importante. «Al estar todo el rato en la bici, por ejemplo, en ciclo indoor, hay mucha gente que no puede con ello, a mí lo de la mascarilla me ha afectado muchísimo», ha comentado la empresaria.
De cara a este nuevo ciclo, el objetivo de Sonia de la Calle es «cubrir gastos». «Va a ser imposible llegar a niveles de 2019, aunque solo por el tema de los aforos», ha recordado. En su caso, a raíz de la pandemia, ha comenzado a ofrecer las clases vía streaming, de forma que algunas de las clientas sigue la actividad desde casa.
En su experiencia, la gente ha vuelto «muy tocada» al gimnasio. «Fue muy duro, tuve que bajar el nivel de las clases porque a nivel cardiovascular no podíamos, psicológicamente la gente estaba muy tocada y, en esos casos, el cuerpo no responde». Sin embargo, de cara a este nuevo periodo, parece que la actitud ha mejorado: «Las personas que se han apuntado tienen otra predisposición, está más despejada que la del año pasado, están con ganas, aunque sea con mascarilla».
Esto se puede percibir en los municipios de la provincia, donde cada vez más ayuntamientos invierten en centros de actividad física para contribuir a la salud de sus habitantes, más allá de las tradicionales pistas de fútbol o de frontón. «Este sector es tan potente, tiene tantas aristas, que tendrá que cambiar algunas cosas, pero va en una línea ascendente», ha asegurado Javier González. Para conseguir esa mejora, los empresarios de actividad física y centros deportivos piden que les dejen trabajar, «seguridad jurídica y estabilidad». También consideran que deberían ser receptores de «muchos más fondos», por su incidencia en la salud de las personas. «Veo un avance imparable, cada vez más gente se incorpora al fitness», concluye.
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