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claudia carrascal
Segovia
Sábado, 20 de marzo 2021, 09:36
No pueden ventilar por la mañana porque les entra el humo de los vehículos, tienen que limpiar constantemente puertas y cristales, ya que en un par de días se llenan de hollín, y en verano les resulta imposible dormir con la ventana abierta porque les ... provoca una tos incesante. Esta es la situación que viven los vecinos de la calle San Gabriel desde hace más de una década. «Con la pandemia estamos algo mejor en este sentido porque al no haber turismo se ha reducido el tráfico, sobre todos los fines de semana», comenta Concha Núñez, una de las vecinas de esta arteria.
Según los últimos datos, se estima que esta vía soporta una densidad de tráfico de entre 12.000 y 14.000 vehículos diarios y los residentes creen que ellos son los verdaderos perjudicados. «Para tener bien la fachada de la casa habría que pintar cada seis meses, por eso muchos hemos optado por poner plaquetas para poder limpiarlas con agua. Además, la porquería entra en el interior de las viviendas», explica. No obstante, los ruidos y los residuos no son la mayor preocupación de estos vecinos.
Tal y como indica Núñez, lo peor son los problemas de salud que les causa esta exposición constante a un contaminante tan perjudicial como el dióxido de nitrógeno. En los últimos años, Concha ha desarrollado rinitis crónica y una de sus vecinas padece Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) que se le ha agravado debido a la polución. Además, cuenta que los más pequeños de la calle se quejan constantemente del picor en los ojos a causa del humo.
El volumen de tráfico no es igual durante todo el día. Concha reconoce que las peores horas son de 8 a 10 de la mañana, de 14:30 a 16:30 y a partir de las 19 durante un par de horas. Los fines de semana y puentes la situación se complica porque «es una zona por la que pasan gran parte de los autobuses turísticos, pero también camiones y miles de turismos».
El Ayuntamiento ha decidido intervenir en San Gabriel para disminuir la presión del tráfico. El concejal de Obras, Servicios e Infraestructuras, Miguel Merino, detalla que, si no hay complicaciones, la adjudicación de la obra se realizará este mes de marzo. Con un presupuesto de 106.624 euros y un plazo de ejecución de cuatro meses el objetivo es crear dos tramos adicionales en la salida hacia las rotondas de ambos lados de la calle para evitar los atascos. También se rebajará la curva anterior a la salida hacía Vía Roma para facilitar el paso de vehículos en ambos sentidos.
Merino asegura que esta intervención «no pretende solucionar grandes problemas», pero sí mejorar la movilidad en este trazado de vía y evitar que los coches permanezcan tanto tiempo parados con los motores funcionando. «Con esta obra se multiplican las posibilidades de evacuación de los vehículos, lo que mejorará la fluidez», especifica. Motivo por el que cree que también se reducirá el problema de la contaminación.
A pesar de las mejoras, insiste en que «las complejidades urbanísticas de la calle son muy grandes» porque «se ha convertido en un vial importante para la movilidad de la ciudad». Además, el encaje de las viviendas empeora la situación. Eso sí, apunta que los datos de densidad de tráfico que manejaban se han reducido desde que se abrió la circunvalación.
A pesar de los problemas que sufren los habitantes de San Gabriel, los valores obtenidos en el último estudio de calidad ambiental de Ecologistas en Acción revelan que no es la arteria con más contaminación por NO2 de la ciudad. No obstante, los vecinos insisten en que los análisis que se hacen en su calle no siempre son fiables. Esto se debe a que las estaciones de medición suelen colocarse en la parte de arriba, donde corre más el aire y el tráfico no permanece tanto tiempo parado. Así pues, inciden en que los niveles publicados son inferiores a los que se obtendrían en la zona más próxima a las viviendas.
La organización ecologista analizó durante todo el mes de noviembre de 2020 la concentración de dióxido de nitrógeno en 150 calles de Segovia, Burgos, Valladolid, Palencia, Salamanca, Zamora y León. Quince medidores los instalaron en la ciudad del Acueducto, uno de ellos en la calle de las Nieves, que es donde se ubica la estación de la Junta. Este punto fue precisamente el que registró el nivel más bajo de este contaminante, 16,17 microgramos por metro cúbico, cuando el límite que marca la Organización Mundial para la Salud (OMS) está en 40.
Por debajo de esa barrera también y en verde se encuentran la Plaza Mayor y la calle Guadarrama, en el polígono El Cerro. En amarillo, con niveles entre 26 y 32 microgramos por metro cúbico, están la avenida Vicente Aleixandre, en Nueva Segovia; la calle Cronista Enríquez, en La Albuera; General Gutiérrez Mellado; San Agustín; San Marcos, o la avenida de la Constitución.
Más cerca del tope, en nivel de alerta naranja, están el Azoguejo, o la calle Blanca de Silos, a la altura de la Universidad de Valladolid, además de San Gabriel. Por último, el estudio localiza tres calles que superaron el límite recomendado por la OMS. Son el paseo Ezequiel González con 40,38 microgramos por metro cúbico, Conde de Sepúlveda con 47,07, y la avenida Padre Claret con 52,9.
El portavoz de calidad del aire de Ecologistas en Acción en Castilla y León, Miguel Ángel Ceballos, afirma que la principal conclusión que se puede extraer es que la estación oficial no está bien ubicada y, por tanto, los datos que arroja «no son representativos». En este sentido, argumenta que las mediciones que han efectuado en grandes avenidas dan niveles superiores o muy superiores, triplicando en algunos casos los resultados que proporciona la Junta de Castilla y León.
El concejal de Medio Ambiente y Juventud, Ángel Galindo, comenta que el Consistorio trabaja en la línea de crear carriles bici y restringir el tráfico en el casco histórico. Además, se están plantando árboles en diferentes zonas y se han invertido 500.000 euros en sustituir el alumbrado público por otro de bajo consumo con el objetivo de crear una Segovia más sostenible. El edil también cita la intención de elaborar un plan contra la contaminación, pero están a la espera de que la Junta concluya el suyo. Una sentencia judicial obliga a la Administración autonómica, que es la autoridad competente en la materia, a crear un plan de calidad del aire para el ozono por rebasar los límites permitidos. Por eso, para evitar contradicciones el Ayuntamiento quiere esperar a que la Junta presente su batería de medidas para actuar en consonancia y realizar las adaptaciones oportunas en la ciudad.
Entre el 15 y el 28 de febrero han llevado a cabo la segunda fase de toma de muestras para corroborar estos resultados en los mismos puntos, unos datos que se conocerán a lo largo del mes. Ceballos aclara que con ellos no se puede afirmar que Segovia sobrepase el limite fijado por la OMS porque este es un límite anual y ellos solo llevan a cabo la medición durante unos días. Sin embargo, sí que pone en evidencia que «buena parte de la población de Segovia está respirando un aire más contaminado de lo que dice la Junta».
A su juicio, una ciudad como esta debería contar con dos estaciones para medir la presencia de contaminantes en el aire. Una podría ser la actual, emplazada en un lugar adecuado para detectar la presencia de ozono, contaminante para el que también se superan las recomendaciones desde hace años. La otra debería colocarse en una de las principales vías de la ciudad, opina Ceballos.
«No tiene ningún sentido medir el dióxido de nitrógeno en una zona suburbana donde no hay tráfico porque entre el 70% y el 80% de las emisiones proceden de los vehículos de motor», señala el portavoz ecologista. Además, según la normativa, las estaciones tienen que estar ubicadas en aquellos puntos de la ciudad donde se registren los valores más altos de contaminación a los que la población pueda verse expuesta.
A ello se suma que estos resultados están afectados por las restricciones de movilidad existentes debido a la situación epidemiológica. «En noviembre había toque de queda a las 22 horas y gran parte del estudio de febrero se ha realizado con toque de queda a las 20 horas, por lo que a partir de esos límites el tráfico se reduce de forma muy notable, algo que en circunstancias normales no ocurriría. Esto nos indica que los datos son muy susceptibles de empeorar cuando vuelva la normalidad», advierte Ceballos.
Por otra parte, recuerda que hay numerosas investigaciones, entre ellas la del Instituto de Salud Carlos III, que demuestran que los 40 microgramos por metro cúbico es un límite demasiado alto para proteger la salud pública. Por eso, se prevé que a lo largo del primer semestre de este año la OMS actualice las recomendaciones. Este mismo instituto calcula que las muertes prematuras atribuibles al dióxido de nitrógeno en Segovia entre 2000 y 2009 fueron 1.199, es decir, una media de 120 al año, y la mitad se habrían producido en un rango de exposición de entre 20 y 40 microgramos por metro cúbico. Es decir, el registrado en catorce de las quince calles analizadas en Segovia.
Este contaminante afecta al sistema respiratorio y circulatorio. Entre los grupos de población más sensibles están los niños, mayores, embarazadas y personas con patologías cardiovasculares y respiratorias. La prolongada exposición debilita el sistema inmunitario del aparato respiratorio, por lo que «también puede ser un agravante de la covid-19», explica Ceballos. Asimismo, empeora afecciones como el asma o la bronquitis crónica, dos de las patologías infantiles más comunes y que tienen que ver en gran medida con la contaminación.
Ante la posibilidad de que parte de la polución que sufre Segovia provenga de Madrid, matiza que no es posible en el caso del dióxido de nitrógeno porque es un contaminante urbano que disminuye al alejarse ligeramente de las zonas de mayor concentración de tráfico. Un caso diferente es el del ozono, ya que sí que podría existir contaminación desplazada que explicase los elevados niveles registrados en Segovia a pesar de no haber aglomeraciones de población ni grandes industrias.
Entre las soluciones más eficaces para reducir estos residuos atmosféricos, Ceballos destaca la importancia de disminuir los desplazamientos en coche y de fomentar el transporte público, así como la creación de una ciudad más cómoda tanto para peatones como para bicicletas. Medidas que van en consonancia con la futura ley de cambio climático que dará un plazo de dos años a los ayuntamientos para crear zonas de bajas emisiones.
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