Esquifino, con la Virgen del Caloco en andas, en una foto de hace dos años. El Norte

El Espinar llora la muerte del popular Paco Esquifino

El fontanero espinariego, cofrade del Cristo del Caloco y San Antón, deja un reguero de amigos que no han podido darle el último adiós

Carlos Álvaro

Segovia

Sábado, 25 de abril 2020, 11:39

Ayer hizo una semana que le dieron tierra en el cementerio de El Espinar, pero raro es el día en que su viuda, Merce, su hermana y sus sobrinos no reciben la llamada de alguien que quiere expresarles lo mucho que ha sentido la pérdida de Paco Esquifino, el célebrefontanero espinariego, a quien el coronavirus acabó doblegando en el Hospital de Segovia después de más de quince días de lucha. «La gente lo quería muchísimo, y lo conocían en toda la provincia. Prueba de ello son los pésames que estamos recibiendo. No hemos podido despedirlo como merecía, pero los familiares, empezando por Mercedes, su esposa, agradecemos mucho las muestras de cariño y afecto», señala José Luis María, uno de los sobrinos de Esquifino.

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En la memoria del pueblo espinariego quedará la figura menuda de un hombre «bueno», cofrade del Caloco y San Antonio Abad y devoto de la caza y los toros. «No tuvo hijos y a sus sobrinos nos quiso como si lo fuéramos. Y a nuestros hijos, igual. Siempre tenía un gesto para ellos», añade José Luis, muy afectado por la muerte de su tío. Esquifino –o simplemente Paco, como le llamaban los amigos– era un tipo carismático. Empezó en el oficio de la fontanería junto a su padre, Felipe Esquifino, fontanero municipal, y luego, con su hermano, levantó una empresa de fontanería que trabajó en toda la provincia. «Como tenemos un apellido tan poco común, creemos que de raíz italiana, pues Esquifino por aquí, Esquifino por allá. No había duda de quién era Esquifino. Tenía mucho trato con la gente porque era un hombre cordial y abierto. Su trabajo le exigía estar en contacto con todos los almacenes de fontanería, y tenían muchos clientes. Hubo un tiempo en que la de los Esquifino era una empresa de referencia», cuenta su sobrino.

Esquifino hubiera cumplido 72 años el próximo mes de octubre. Llevaba algunos jubilado, pero no andaba bien de salud. Le habían diagnosticado párkinson y tenía problemas con el tratamiento. «Precisamente, lo ingresaron por lo del tratamiento, que no le iba bien, y ya no salió de allí. Cogió el virus en el Hospital de Segovia y han sido muchas cosas a la vez. Precisamente, fue en esas fechas en que el virus estaba en auge. Tuvo mala suerte. Le hicieron la prueba y dio positivo. Aguantó quince o dieciséis días y se murió», explica José Luis, cuya madre, Victoria, hermana de Esquifino, acaba de superar la enfermedad tras veintiuna jornadas de lucha. «No tuvo que ver un caso con el otro, porque mi madre ha estado en Benidorm todo este tiempo», aclara.

Paco deja el recuerdo de un hombre sencillo, llano, bromista, vacilón y preocupado por sus paisanos: «Con nosotros y nuestros hijos era la caña, como un padre. Y con la gente del pueblo, igual. Siempre estaba pendiente de fulano o mengano, de si alguien enfermaba o ya se había recuperado. Se volcaba con la familia y los amigos. Hombre, está claro que, en la vida, no con todo el mundo te llevas bien, pero no creo que mi tío haya dejado muchos enemigos».

El fallecimiento de Francisco también ha supuesto un duro golpe para la Cofradía del Santísimo Cristo del Caloco. El mismo día del entierro, los cofrades colgaron en el perfil de Facebook de la hermandad una fotografía en la que se ve a Paco llevando en andas la imagen de la Virgen. «En 2018 cumplía 70 años y en las fiestas de septiembre fue quinto de los 50. Habían pasado, pues, 50 años desde que fuera quinto, desde que toreara, como se dice aquí, y lo disfrutó mucho. Sabemos que en la cofradía lo han sentido de veras. Como no hay velatorios ni funerales, siempre quedará en la gente la pena de no haberlo podido acompañar, pero ya descansa, junto a su hermano y sus padres. En nombre de la familia, no puedo estar más agradecido por el aluvión de condolencias que estamos recibiendo», asegura José Luis. También los cofrades de San Antonio Abad han pedido una foto de Esquifino a su viuda para rendirle homenaje en la fiesta de enero del año que viene.

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El campo y el monte constituían otra de las pasiones del fontanero espinariego. Muy a menudo salía a cazar conejos y siempre volvía a casa con alguna pieza. «Heredó la afición de mi abuelo, que también era muy cazador, y se desenvolvía bien en el coto de El Espinar. Y luego estaba la afición taurina, claro. Tuvo abono en las Ventas y todo.Le gustaban mucho los toros, como a mi abuelo y a mi tío».

El Espinar, triste durante estos días de cuarentena y confinamiento, dolido por la pérdida de tantas personas queridas, llora en el regazo de su Cristo del Caloco la muerte de Francisco Esquifino Romano.

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