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El equipo que lo perdió todo se acostumbra a las victoriasUna temporada con 28 derrotas da para replantearse todo, pero las chicas de El Cochinillo Segoviano asumieron la novatada. «Todos lo veíamos como un proyecto a largo plazo, lo que pasase en un año no iba a definir nada», subrayan sus supervivientes. Supieron ver los progresos donde no había victorias, esos últimos partidos en los que compitieron de tú a tú. Por eso no se vinieron abajo tras perder holgadamente en las dos primeras jornadas de esta temporada en Primera Nacional. Y llegaron los frutos: cuatro seguidos y el tercer puesto de la tabla. «Nos sentimos en una categoría que está a nuestro nivel».
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Es la madurez de un grupo muy joven. «Ya no somos nuevas en la categoría», subraya Sofía Busnadiego, que apunta a la mejora global en el apartado físico o en la técnica individual. Y la «picardía», el oficio de saber cuándo hacer faltas, convivir con el contacto y «hacerse un hueco» en la pista. «No hay que esperar el balón, hay que ir a por él. Buscar el contacto sin que te vean, jugar con el arbitraje». Y la llegada de cuatro jugadoras curtidas en la región vecina. «Los refuerzos de Madrid explican muchas cosas. Son anotadoras, han aportado muchos puntos, algo que el año pasado nos costaba. Tienen mucha experiencia y están ayudando al grupo a que juguemos mejor en equipo».
Sofía, de 22 años, empezó jugando en La Aneja a los diez y se estrenó el curso pasado en Primera Nacional. Ahora se encuentra con jugadoras con las que se ha medido como cadete o infantil. «Me alegro muchísimo de que sigan jugando. El baloncesto es un estilo de vida, a mí me ha dado muchas más alegrías que tristezas. El deporte ayuda mucho al crecimiento de estas ciudades y a que la gente se mantenga bien».
Las dos primeras derrotas –ante Villamuriel (84-59) y la UVA (70-34) – fueron llegaron ante los cocos. «El primer partido fue más desastroso, pero el segundo hubo ratos que lo competimos. Vimos que no estaban a un nivel tan lejano como las veíamos el año pasado», señala Sofía. La jornada siguiente llegó la victoria, en un partido ante Venta de Baños con un final cómodo, para disfrutar (70-53). «Sentí alivio, por fin, que se viese en el resultado que las cosas estaban haciendo bien». Fue un guion soñado, un encuentro con aportación de todas y un gran ambiente en el pabellón, teñido de rosa por la lucha contra el cáncer de mama.
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Es el balance de puntos de El Cohinillo Segoviano en las cuatro últimas jornadas, fruto de sus triunfos ante Venta de Baños (70-53), Universidad de Burgos (68-69), Universidad de Salamanca (56-46) y Arelsa Villares (49-53), tras perder sus 28 partidos el año pasado.
Una victoria que trajo más victorias. «Ganar te da un ánimo extra, pero el esfuerzo es el mismo que el del año pasado», subraya Blanca Gómez, que había jugado antes con CD Base y Unami. Una cascada de derrotas como la que vivieron el año pasado estaba entre sus cálculos. «Sabíamos que podía pasar, solo había dos que habían jugado en esa categoría. En algunos momentos estábamos más tristes, pero hay que seguir adelante». Su resumen es que duele más perder de 60 que por fallar dos tiros libres en el último minuto. «Porque alguien falle, no hay que echarle la culpa».
Con todo, Ainhoa Camarano pidió perdón cuando falló aquellos lanzamientos ante el Venta de Baños el año pasado. «No hace falta, pero hay que ser humilde en esta vida», dice meses después esta canaria de Fuerteventura terminó en Segovia para estudiar el doble grado de Magisterio y se trajo el balón en la maleta. Penetró a canasta en un contragolpe y le hicieron la falta con el marcador en empate. «No se recuerda bien, la verdad. Todos tenemos debilidad y una mía desde siempre han sido los tiros libres. Me puse más nerviosa aún». De cara a esta temporada, quedó esa espinita. «Después de no haber ganado nada y haber tenido una oportunidad en los dedos…»
Por eso siguió un año más. «Hay segundas oportunidad y esta era la nuestra». Ahora, con tanto en la mochila, los partidos igualados caen de su lado. La segunda victoria llegó en Burgos (68-69) tras los tiros libres anotados por Mónica, justo después de que Bea Znidar fallase los suyos. «Lo viví con muchos nervios y con recuerdos, claro; ahora me tocaba apoyarla porque en ese momento a mí me apoyaron todas». Habla de una mejora personal, las enseñanzas de perder. «Intentar pensar ya en la siguiente acción, seguir mejorando, dando lo máximo de m». La psicóloga Sandra Bastián fue clave para mantener el grupo unido, esa cultura del esfuerzo, aunque las cosas no salieran, con sesiones individuales y encuentros grupales.
«Todas dan todo por las otras», subraya Blanca. No faltaron las cenas de equipo o las quedadas después del entrenamiento. «Teníamos muy buen rollo y me motivaba dar el máximo en una competición nueva». El músculo colectivo se traduce en aportar desde donde se pueda. «Anotar puntos no es lo más importante; defender, pasar, ver qué compañera tiene la mejor ventaja». Tras ganar en Burgos, vencieron al Universidad de Salamanca (56-46) y al Villares (49-53)
Pero las victorias no han cambiado demasiado la dinámica. Igual que esperaba aquellas derrotas, Blanca no se sorprender por las victorias. «Confío muchísimo en el equipo de este año, sé que podemos llegar a cualquier cosa». De momento, mantener el puesto en esta primera fase y competir contra las de arriba. El mensaje del vestuario es evitar la complacencia. «Hay que seguir trabajando igual de duro o más para seguir ganando», avisa Sofía. Ellas saben mejor que nadie que «los partidos hay que currárselos». El sábado se miden a Filipenses, un equipo que ha perdido sus seis partidos, quizás su versión del año pasado. Ainhoa, promete que las segovianas, que cierran la primera vuelta siete días después ante las penúltimas, «no van a ir de sobradas». Y tiene un mensaje para sus rivales. «No hay que perder la ilusión».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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