«Ya no entran clientes de menos de cincuenta»

Tal día como ayer, hace 56 años, sus padres abrieron el negocio en el corazón de la avenida Fernández Ladreda (hoy del Acueducto). Y el próximo 31 de octubre por la tarde, él será el encargado de echar el cierre para siempre. «Sentiré mucha tristeza, sin duda; me acuerdo mucho de mi padre. Y de mi madre también, aunque aún vive, afortunadamente. A veces le digo que ellos lo abrieron y yo lo he hundido, pero tampoco es eso; son las circunstancias de la vida. No hay relevo generacional y el negocio cada vez da para menos. Lo mejor es cerrar».

A Electricidad e Iluminación Barreno le quedan apenas dos semanas de vida. Es otro comercio de proximidad que se extingue. Como tantos. Juan Pablo (Segovia, 1957) apura los últimos momentos detrás del mostrador atendiendo a los clientes, algunos de toda la vida. En el escaparate anuncia atractivas rebajas con motivo de la liquidación y la mañana se desliza en un incesante goteo de peticiones: que si una bombilla, que si un cable, que si una lámpara... «Los comienzos fueron duros porque era muy difícil en aquella época (año 68) establecerse sin tener posibles. Luego, gracias a Dios, funcionó y aquí hemos estado hasta que hemos visto que ya no funciona».

Juan Pablo se jubila, pero el cierre llega por la falta de futuro del propio negocio. «Esto ya no da siquiera para mantener una familia: muy a duras penas y siempre que el local sea tuyo. Nosotros hemos tenido unos caseros maravillosos, porque nos han ayudado en todo lo que les hemos pedido, pero las plataformas de venta por internet nos han matado. El principio se decía que si los bazares, y es verdad que los bazares nos quitaron la venta de determinados artículos, pero lo que nos ha dado la puntilla son las plataformas. Últimamente no entran clientes de menos de 50 o 55 años. Y eso es muy revelador. Y algunos vienen, me piden que les deje fotografiar algún artículo y luego lo compran por internet», cuenta Barreno con encendido realismo. «Es que pasa hasta con los propios proveedores. Antes, nuestros proveedores no vendían por internet, pero ahora sí lo hacen, y entiendo que se busquen la vida. Hoy todo te llega a casa, incluso si es domingo, porque los domingos se reparte. No podemos competir».

Cuando sus padres, José y María del Carmen, abrieron el negocio, Juan Pablo tenía 11 años. «Y ya andaba yo por aquí ayudando en lo que podía, sobre todo los sábados y siempre que no tuviera que ir al instituto. Desde los 16 en que me dieron de alta, este ha sido siempre mi trabajo. Estudié electricidad y me saqué el carné de instalador electricista. Mi padre llegó a tener una empresa eléctrica con empleados y todo, mientras mi madre llevaba la tienda. Empleado de mi madre fui hasta hace unos pocos años en que hicimos el traspaso formal. Toda una vida se queda aquí, entre estas cuatro paredes, pero no me voy a aburrir porque fabrico instrumentos musicales siguiendo los modelos del siglo XVI y restauro piezas. Parado no me voy a quedar».

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