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Jamás se le hubiera pasado por la imaginación que una pandemia pusiera en jaque el sistema público sanitario. Y eso que el presidente del ... Colegio Oficial de Médicos de Segovia, Enrique Guilabert, ha sido una de las voces más críticas con la organización y gestión de los últimos años, tiempo en el que ha visto cómo la tijera puesta en marcha por la crisis financiera de 2008 fue recortando y recortando en recursos asistenciales. Este médico de familia que trabaja en el medio rural también viene advirtiendo de la falta de relevo generacional en la plantillas, así como de las desproporciones en los cupos de pacientes que han de atender sus colegas. Enrique Guilabert, crítico pero constructivo, es de los profesionales que ha defendido la necesidad de una reestructuración del modelo para hacerlo sostenible. Sin embargo, la propagación del coronavirus «nos ha desbordado y nos ha pillado muy de nuevas». Era imprevisible, incide el facultativo.
Dado a profusas argumentaciones y exposiciones, el presidente colegial de los médicos de Segovia sintetiza lo que están viviendo en primera línea de batalla con dos palabras: «estrés y angustia». Le cuesta hablar cuando llama la atención sobre «la impotencia» que sienten los trabajadores de todas las categorías sanitarias ante una enfermedad descontrolada. Por eso, porque sabe que sufren con cada paciente y familia que hay detrás, hace un llamamiento: «lo más que nos preocupa es la protección de los sanitarios, es fundamental salvaguardarles» para perseverar en la lucha contra el Covid-19. En este sentido, respalda las demandas de más equipos adecuados para atender la infección.
Lamentablemente, la escasez de esas dotaciones hace que «estemos apañándonos con el ingenio en muchas ocasiones, lo que nos pone en una tesitura que agrava la crisis». Y de nuevo, brota en su discurso la sensación de «impotencia». Ante la incapacidad de hacer más y mejor su trabajo, Guilabert se sobrecoge y emociona porque «hablo con compañeros que están llorando» porque su sacrificio no ha bastado para salvar una vida. «Nunca se lo podía imaginar nadie», repite con pesar.
Enrique Guilabert, al igual muchos de los profesionales que estos días sacrifican su propia salud para salvar vidas, admite el miedo y la responsabilidad que a menudo les asaltan. «El personal sanitario es humano y también tiene una familia, por eso es tremendo cuando terminas tu trabajo y te vas a casa sin saber si te has infectado y llevas un positivo con el riesgo de contagiar a los tuyos».
«Día tras días aparece en un urgencias un trabajador que causa baja porque ha dado positivo en la prueba; y eso no quiere decir que puedes volver mañana al servicio, sino que te tienes que retirar catorce días, y son catorce días que el sistema se queda sin ese recurso». Guilabert transmite así la necesidad de que haya sustituciones y relevos y cobertura de las cuarentenas forzadas por el Covid-19 o voluntarias por la aparición de síntomas. Pero no todo vale, precisa el presidente del Colegio Oficial de Médicos de Segovia. «Hay que tener conocimientos y ser competentes, por eso existen las especialidades y cada uno sabe lo que tiene que hacer», apostilla al referirse a que puede haber un contingente de sanitarios de otros servicios, «que han visto como se ha reducido su actividad» porque su área no tienen que ver con el nuevo coronavirus. «Casi todos, por no decir todos, están en disponibilidad de ayudar, pero ya se les activará cuando sea el momento», insiste Guilabert, quien opina que la fase en la que se encuentra actualmente la batalla contra el contagio la han de librar especialistas en urgencias, neumólogos, intensivista, la Medicina Interna, microbiólogos...
En cuanto al abordaje del nuevo coronavirus en el primer nivel asistencial, el de la Atención Primaria, ve consecuente que la Consejería de Sanidad haya decidido cerrar los pequeños consultorios de los pueblos. Asimismo, defiende que «haya dos circuitos diferenciados en los centros de salud. «Los médicos de Primaria han de ser resolutivos a máximo dentro de sus competencias para que aquellos pacientes en los que no sea imprescindible la hospitalización no se deriven» al complejo asistencial.
Pero con un Hospital General en situación prácticamente de colapso por la expansión del Covid-19, el presidente colegial aboga por «establecer vías de derivación a otros centros que estén en mejor situación que el nuestro».
Si expresa su preocupación pone por la protección de sus colegas, también coloca otro gran foco de inquietud en las residencias de ancianos. Cuando empezó a propagarse el nuevo coronavirus, «ya sabíamos que iba a ser un problema de primer orden porque en estos centros los residentes suelen compartir habitación, comedor, sala de estar...»
Las previsiones sobre la incidencia del contagio que maneja el presidente colegial es que «el 80% podremos pasarlo de forma más o menos banal, pero en los mayores tiene muy mala solución porque la mayoría son personas pluripatológicas y de altísimo riesgo que además han compartido espacios».
«Toca arrimar el hombro y frenar al máximo el colapso del sistema; para eso no hay pastilla», apela a la responsabilidad individual para cumplir con las medidas de confinamiento y aislamiento. Sin embargo, cuando pase todo, «hay que analizar cómo va a quedar la profesión sanitaria; llevamos años muy jodidos y todos esos recursos que no tenemos ahora a alguien le va a pasar factura», piensa el galeno segoviano, quien sentencia en tono crítico que «a los médicos no nos ha tratado bien este país».
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