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claudia carrascal
Segovia
Domingo, 5 de noviembre 2017, 11:56
Un paseo mágico con tintes de humor por los enclaves naturales más distinguidos de Segovia, como la Alameda del Parral, la Fuencisla o el valle del Eresma, constituye la base de la última obra del escritor y colaborador de El Norte de Castilla Ignacio Sanz ... Martín (Lastras de Cuéllar, 1953). 'María, ojos de lechuza' es una novela juvenil narrada por su propio protagonista, Zacarías, según explicó el autor durante la presentación de la obra en la antigua Biblioteca, ahora convertida en Casa de la Lectura. El joven al que el propio autor le asigna una edad de entre nueve y once años, es sobrino del pintor segoviano Jesús González de la Torre y con él pasea los fines de semana por estos paisajes acompañados de su gata Zoila, que tiene una mancha azul en el rabo.
En estas caminatas buscan y persiguen el hechizo de una lechuza, reencarnación de María Zambrano, y durante el trayecto González cuenta a su sobrino decenas de historias sobre el valle y los personajes que han pasado por él.
ignacio sanz, escritor
Esta obra tiene varios homenajes. El primero de ellos es a la amistad que han fraguado el autor y González de la Torre a lo largo de los más de treinta años que han compartido espacio de debate en las tertulias estivales de la Plaza Mayor. También a personajes como la pensadora, filósofa y ensayista María Zambrano o al poeta Antonio Machado. Sobre ellos González de la Torre contaba historias en estos encuentros en los que también han participado otros creadores como Luis Javier Moreno, Paco Otero, Angélica Tanarro.
Este valle en el que transcurre la historia es un lugar con un «encanto especial y que desprende gran espiritualidad», asegura Sanz. Está cargado de ermitas, monasterios y templos, desde San Vicente el Real hasta el Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla, y por ellos han pasado personajes como San Juan de la Cruz, reformador de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo y cofundador de los Carmelitas Descalzos con Santa Teresa de Jesús, o el propio Machado, que a su vez fue profesor de Zambrano.
«El niño vive colgado de estas historias, de su tío y de la lechuza que cuando cruza su mirada con la de la gata Zoila crean un arco iris especial símbolo de la belleza de las creaciones artísticas de Jesús González. Además, se trata de un reconocimiento a esos paisajes que Segovia tiene tan cerca y con tantas resonancias espirituales pero que a veces no nos percatamos de que existen», relata Sanz.
Temas como la reencarnación o la espiritualidad cobran una especial importancia en esta novela, eso sí, abordados bajo la mirada curiosa y llena de humor de un niño. A Zacarías le preocupa en qué pájaro acabará reencarnándose él, pero si hay algo que el autor tiene claro es que Zambrano en una lechuza en esta historia porque este animal es el símbolo de la inteligencia. «Sin duda, la ensayista era una mujer de una agudeza extraordinaria, capaz de desgranar con un bisturí la realidad y analizarla con una capacidad de penetración como pocos en el mundo de las letras han logrado», afirma el autor.
ignacio sanz, escritor
En este viaje a través de la ficción y las historias Sanz pretende crear una realidad poética que deje constancia de los personajes de primer orden que han pasado por este valle y de lo especial que es este lugar, no solo a nivel religioso, sino también emocional. Además, juega con la conexión especial que hay entre los nombres de los personajes que empiezan por 'Z', el niño Zacarías, la gata Zoila y la lechuza en la que se ha reencarnado Zambrano.
En cuanto al reconocimiento que tienen estos personajes cuyo paso por Segovia ha sido destacado, indicó que es desigual. «Machado está reconocido y para Segovia ha sido una suerte que un hombre con esta trascendencia en la historia de la poesía y del pensamiento pasara por aquí gran parte de su vida». Llegó cuando Segovia era una ciudad empobrecida y se alojó en una humilde pensión, hoy convertida en museo, dejando una valiosa impronta como uno de los cinco intelectuales más destacados del siglo XX.
Eso sí, reconoce que su huella en la sociedad segoviana de la época no fue muy marcada porque como todo creador estaba escondido y no era un hombre de acción en la sociedad. Zambrano cuenta con menor consideración, sin embargo, en su opinión, nadie ha logrado escribir sobre Segovia con la hondura y la profundidad que lo hizo ella en el artículo 'Un lugar de la palabra: Segovia'.
Jesús González de la Torre, aparte de amigo y compañero de tertulias de Sanz, es una persona con la que se siente en deuda tanto como observador de su obra que vierte gran parte de su mirada a Segovia y a sus paisajes como por las lecciones que ha aprendido del pintor. Su amistad con personas «con duende» como María Zambrano, Morente, Rafael de Paula o Claudio Rodríguez le han llevado a relatar grandes historias, pero también a reflejarlas en sus obras, que se leen en clave literaria.
Este libro publicado por la editorial Isla del Náufrago cuenta además con una serie de ilustraciones del segoviano Mariano Carabias que Sanz calificó de «magníficas». Es un texto corto, de poco más de sesenta páginas, que se complementa con dibujos de corte realista y poético, además de retratos de los personajes y paisajes que van dando vida a la historia.
El escritor se ha mostrado muy satisfecho y feliz de que esta obra salga a la luz. Aunque ya son más de media centenar sus publicaciones entre novelas de adultos, obras infantiles y juveniles, etnografías y textos sobre viajes, considera que esta es especial. La magia de la mirada de un niño y el homenaje que supone a su amigo, así como el poder que da a leyendas como la que se esconde en muchos pueblos sobre la reencarnación en animales otorgan ese carácter particular al relato.
En cuanto a sus proyectos de futuro Ignacio Sanz reconoce que tiene unos cuantos libros en el cajón que irá sacando cuando surja la oportunidad, no obstante, ya tiene clara su siguiente publicación que será en febrero de 2018. 'El diente de oro de la abuela Vladimira' será el nuevo título, una obra que, tal y como ha adelantado, entronca con el surrealismo.
Tampoco descarta la posibilidad de volver a escribir sobre títeres, el festival de Titirimundi y la impronta que ha dejado su creador, Julio Michel, en Segovia porque, a su juicio, «forma parte de la esencia y de los personajes de la ciudad». Los temas que darán forma a sus libros no es una de sus mayores preocupaciones ya que considera que las ideas surgen de momentos cotidianos como un paseo, una conversación informal, un libro, una película o un elemento inquietante. «Solo hay que tirar del hilo y sacar la historia que hay detrás». Además, indica que las épocas de sequía pueden ser fecundas porque dan lugar a nuevas vivencias.
El objetivo de sus obras es entretener, porque «la literatura no tiene que servir para nada, tiene que ser inútil», afirmó el autor. Por eso, aunque defiende que los libros son una fuente innata de conocimientos, su finalidad no tiene que ser otra que la de despertar las emociones y trasladar al lector una mirada poética del mundo.
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