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El acceso a subvenciones, descuentos y otros beneficios económicos y fiscales constituye uno de los grandes retos para los enfermos de esclerosis múltiple. Muchos de ellos reciben incapacidades laborales en edades muy tempranas, quedando así fuera del mercado desde muy jóvenes. Andrés Jiménez, uno de ... los muchos segovianos que lucha día a día contra su enfermedad, se siente afortunado en este sentido porque en su puesto de trabajo le han dado la opción de teletrabajar desde casa la mayoría de días. Es funcionario y ha podido adaptarse a un nuevo ritmo laboral (antes viajaba prácticamente a diario a Madrid y ya no tiene que hacerlo), pero no todos tienen la misma suerte.
A él le diagnosticaron la enfermedad en 2013, con 48 años. Un día tuvo una caída en su casa y a partir de ahí cambió su vida. «Ese día caí, otro día caí en otro sitio, y me fui al médico», recuerda. Al principio, los doctores pensaron que sería ansiedad o estrés pero, tras varios desmayos, le derivaron al neurólogo, quien confirmó que se trataba de esclerosis múltiple progresiva. Desde entonces está medicándose: se administra él mismo una inyección al día. Sus principales síntomas están relacionados con la movilidad, en concreto, de la pierna izquierda: «Cuando yo iba al trabajo caminando, pensaba: si no he bebido, ¿cómo es posible que vaya de un lado para otro?», ironiza recordando los comienzos. Ahora, anda con la ayuda de dos bastones, aunque se siente afortunado porque solo le afecta «a las piernas y al equilibrio». «Puedo estar de pie, pero me empujas y soy como una hoja de papel», apostilla. Aun así y pese a su fortaleza mental, asegura que, conforme va pasando el tiempo, los síntomas se acentúan y eso entristece. «Vas viendo que cada vez te cuesta más caminar, tienes que vender el coche o lo tienes que adaptar, vas teniendo menos reflejos al conducir…», dice.
Volviendo al pasado, dice que una noticia así nunca es fácil de recibir y asumir. Este segoviano recuerda que le dio «muchas vueltas a la cabeza», pero insiste en que el apoyo psicológico de, por ejemplo, asociaciones como Asgem fue «muy importante». En este centro, que para él es «un sitio de encuentro, un sitio de charlas», no solo se recibe apoyo sino que también se da, y además, los más veteranos, con ayuda de expertos, pueden proporcionar asistencia con los aspectos burocráticos. En definitiva, para las personas que viven con esta «enfermedad de las mil caras», Asgem se ha convertido en un lugar para la ayuda mutua tanto psicológica como informativa.
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