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El instituto La Albuera no es un centro exclusivamente dedicado a la Formación Profesional (FP), pero sí cuenta con una amplia trayectoria en este tipo de enseñanza. Un camino que empezó hace más de 50 años en el antiguo instituto El Alcázar con las ... primeras experiencias de enseñanza en automoción, según explica el jefe del departamento de Formación Profesional en Actividades Físicas y Deportivas del centro, Pedro Mínguez, que lleva en este puesto veintiún años.
Actualmente, 325 personas cursan sus estudios de FP en alguna de las tres familias que ofrece el centro: Transporte y Mantenimiento de Vehículos, Instalación y Mantenimiento y Actividades Físicas y Deportivas. En el caso de este centro, la gran mayoría (305) son chicos, aunque la tendencia está cambiando poco a poco. «Sí que ves a muchas chicas circular ya con el mono y trabajar por aquí», comenta el profesor. En su opinión, el IES La Albuera ha obtenido este reconocimiento como un premio al trabajo realizado durante mucho tiempo. «Este centro llevaba quince o diez años metido en un nivel de trabajo muy alto, tanto a nivel de Castilla y León como en proyectos europeos», señala el responsable.
Las experiencias internacionales son de las prácticas más enriquecedoras para estos alumnos, que, en algunos casos, pasan de no haber salido prácticamente del país a trabajar, por ejemplo, durante un año en talleres de Roma. «Son unas opciones de vida que no les había pasado ni por asomo por la cabeza, y desde el equipo directivo potenciamos todo eso», comenta Mínguez.
Por esta experiencia de intercambio que a menudo realizan en La Albuera, Pedro Mínguez ha podido tomar el termómetro al nivel de la Formación Profesional en su centro, también en comparación con otros países. «Partimos de que en España tenemos la tradición de que nos gusta fustigarnos, y creer que fuera todo se hace estupendo y que es maravilloso», analiza el docente. «Pensábamos que aquí, por estar al lado del Acueducto, éramos pétreos, sin evolucionar, y resulta que no, que estamos muy avanzados», añade al calificar el «nivel técnico objetivo» de este tipo de formación en España como «muy alto».
Una diferencia que sí ha percibido con respecto a otros países es la apuesta decidida del sector privado para invertir en este tipo de educación, mientras que en España existen carencias. «Aquí queremos que sea el Estado el que sufrague este tipo de enseñanzas, no es habitual que grandes empresas pongan dinero encima de la mesa para potenciar a los trabajadores que ellos quieren», reflexiona el docente.
Sobre el impacto de la pandemia, en el aspecto que más lo ha notado el instituto es en la aceleración de la digitalización. «En la enseñanza telemática ha sido un antes y un después», comenta el profesor, quien ve muy positiva esta lección porque va en la línea del camino marcado por la Unión Europea.
Otro efecto no tan positivo de la crisis sanitaria ha sido la dificultad a la hora de realizar contratos de prácticas con las empresas. «Hemos sufrido mucho porque la relación con las empresas es siempre la que pone la guinda en el pastel de la educación de los chavales, es lo que les pone de lleno en contacto con el mundo empresarial, y ahora con los ERTE y los ERE los profesionales estaban sufriendo mucho como para atender a los chicos en esa formación práctica», resume Pedro Mínguez.
En su opinión, el valor de la Formación Profesional reside en dar un lugar a gente que, en muchas ocasiones no lo han encontrado durante la etapa escolar. «Metiéndose en el mundo del ámbito laboral, dejan de lado módulos o asignaturas que les han causado mucho sufrimiento y recobran la autoestima, el gusto por ser útiles para la sociedad y revertir sus años de formación en algo para su vida», explica el docente.
Mínguez podría poner «muchos ejemplos» de cómo hoy en día las compañías contratan en mayor medida a los poseedores de un título de Formación Profesional que de un grado universitario. «Muchas empresas no buscan ingenieros, buscan técnicos específicos que estén pegados al suelo, a la realidad del trabajo, que tengan competencias… de nada les sirve un máster o un trimáster, lo que quieren son profesionales, y eso al final cala en la sociedad», comenta el profesor sobre el estigma que ha existido siempre para este tipo de formación, algo que en su opinión está cambiando.
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