Durante los últimos 15 años, el sector empresarial de Segovia, como el resto de agentes sociales, ha tenido que combatir varias crisis: la iniciada en 2007, la de la covid y, a continuación, aquella que ha provocado la invasión de Ucrania. Todas ellas han tenido (las dos, todavía tienen) efectos a los que el tejido empresarial no ha sido ajeno. Y, sin embargo, las últimas décadas han servido para observar un crecimiento cuyos picos máximos se han alcanzado en los últimos años, a tenor de distintos indicativos. El último tiene que ver con las exportaciones, que alcanzaron el pasado 2021 su récord, superando, precisamente, a 2020 en el ránking. Los 589,5 millones de euros con los que se cerró el ejercicio pasado multiplican por más de dos las exportaciones realizadas una década antes, cuando se alcanzaron los 223 millones.
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Las semimanufacturas se encuentran a la vanguardia de estas ventas, después de experimentar un auge a partir de sucesos clave como la fundación en 1990 de la empresa Fibras Sanitarias, en el Polígono Industrial de Hontoria, germen de lo que hoy es Ontex Segovia. La empresa de origen belga convirtió aquella que arrancó con 25 trabajadores y tres líneas de producción dedicadas a higiene femenina en una que supera los 350 empleados y que ha ampliado sus líneas de trabajo a otras categorías de productos higiénicos como para el cuidado de personas mayores o de los bebés. Pilar clave para Grupo Ontex, Ontex Segovia construyó una nueva fábrica en el Polígono Industrial Nicomedes García, en Valverde del Majano, donde ha continuado con su proyección fuera de nuestras fronteras, al tratarse de uno de los proveedores líder en el mercado.
Los informes ofrecidos por la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (Cesce) sitúan como segunda empresa con mayor volumen de exportaciones a una aún más joven, como es DryLock Technologies, que arrancó su producción en 2018 después de llevar a cabo la mayor inversión en la historia de la provincia, con más de 50 millones de euros. Se enraizó en Hontoria, donde instaló su factoría y un laboratorio de I+D+i, y dio empleo a 120 personas. Su vocación, la de la firma que le da nombre: innovación y crecimiento dentro del mercado de los productos de la higiene. Su responsable, Bart van Malderen, fundador de la multinacional y, con anterioridad, artífice de la llegada de Ontex a Segovia.
Van Malderen es, de facto, un segoviano más; así fue reconocido en 2020 por el Consistorio, tras ser propuesto por la Federación Empresarial Segoviana. Incorporado a la empresa familiar en el año 1986, desarrolló el proyecto empresarial de su padre hasta convertirlo en lo que es hoy: una multinacional referente del sector de absorbentes higiénicos que, con el paso de los años, en las últimas décadas, ha consolidado su apuesta por la provincia de Segovia con la misma convicción que si hubiera nacido a los pies del acueducto. «Segovia es un lugar especial. He seguido de cerca y con absoluto interés la evolución que ha experimentado la ciudad a nivel internacional», afirmó emocionado el conocido cariñosamente como 'Rey del pañal flamenco' al recibir esta distinción, destacando una vocación que es fruto del patrimonio histórico y cultural y que viene luchando por serlo no solamente por ello.
Al mismo tiempo que la innovación se ha destacado como un valor importante para la economía segoviana, lo ha hecho también la tradición, representada por productos obtenidos de la resina de los pinos de la provincia o por los vidrios. A la vanguardia de estos se encuentra Verescence, empresa propietaria desde 2010 de la Fábrica de Vidrio de La Granja. Nacida hace más de medio siglo, pasó por distintas manos y vivió periodos de dudas como el previo al cambio de propiedad. Disipadas cuando el fondo de inversión estadounidense Oaktree Capital Management adquirió SGD La Granja, bajo el nombre de Verescence, se ha convertido en una multinacional que se ha convertido en líder mundial en envases de vidrio de lujo para las industrias de perfumería y de cosméticos. La apuesta por las señas de identidad de La Granja de San Ildefonso desde hace tres siglos va de la mano de las tecnologías más punteras del sector, siendo, no obstante, capaces de convivir respetuosamente con un entorno protegido como es el Parque Natural de Guadarrama, merced a políticas de respeto medioambiental, como su proyecto pionero de descomposiciones a base de vidrio reciclado posconsumo, o a los proyectos de descarbonización del sector vidriero, que desarrolla con el objetivo de lograr la neutralidad de carbono en su planta, al mismo tiempo que se mantiene como la empresa radicada en la provincia con una mayor facturación exterior.
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Segovia es, sin ningún tipo de duda, una provincia para disfrutarla. A través de todos los sentidos, el del gusto también. Aquí y fuera, puesto que sus productos son degustados también en otros lugares de España y en otros países. El deseo de Nicomedes García de elaborar su propio whisky se hizo realidad hace más de 60 años. Aún hoy sigue vigente, gracias al liderazgo de DYC, un sello original de Palazuelos de Eresma que se encuentra a la vanguardia en tecnología y que durante los últimos años ha obtenido diferentes premios y distintivos que le han posicionado delante de otros whiskies extranjeros. Su vocación internacional proviene de la categoría de sus destilados, que han proyectado a la firma, así como de la atracción que tiene entre el público y dentro del mundo de la empresa, ya que, durante su auge, en las últimas décadas, ha cambiado varias veces de propiedad con capital foráneo (actualmente pertenece a la empresa japonesa Suntori).
Otro de los motores económicos de la Segovia rural sufrió una transformación hará tres décadas el próximo 2023. Grupo Copese, que nació como fábrica de piensos y con unos pocos empleados hace casi medio siglo, agregó nuevas líneas de negocio alrededor del cerdo hasta convertirse en una empresa que trata el porcino desde los piensos hasta el plato servido en la mesa. Todo tiene un principio, y el inicio de su 'revolución' llegó en 1993, cuando lanzó Eresma, marca a través de la cual comercializa, entre otros, jamones y embutidos, partiendo de la crianza del animal en sus propias granjas, en la zona del río Eresma, como indica su nombre. Hoy es una empresa diversificada, con cinco áreas de negocio, que cerró 2021 con una facturación de 84 millones de euros, 9 por encima de los objetivos planteados –75 millones–, y un motor de empleo rural (es originaria de Coca), al contar con más de 370 empleos directos, lo que supone un incremento superior al 100% de la década anterior, cuando rondaba los 160, así como 150 indirectos. A este crecimiento hay que sumar el de su mercado: además de vender sus productos en toda España, está presente en otros mercados europeos, asiáticos y africanos y, merced a las certificaciones que ha obtenido recientemente, planea dar el salto a otros como México, Brasil, Japón o China.
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Como Grupo Copese, Huercasa nació cuando la democracia española daba sus primeros pasos. Hoy, como el hijo que ha crecido y madurado, sus pasos son firmes, al punto de que exporta sus productos a más de 40 países, habiéndose convertido en una marca de referencia en el mercado internacional del sector agroalimentario y en líder europea en la comercialización y producción de 5ª Gama, principalmente, de maíz dulce en mazorca y remolacha. Caracterizada por innovar ya con anterioridad, la firma acrecentó esta tendencia y su vocación internacional en 2010, fecha en la que Félix Moracho pasó a ser el accionista mayoritario y el equipo directivo fue renovado. Un lustro más tarde, en 2015, Huercasa puso en marcha un centro de innovación pionero a nivel mundial en su sector, denominado 'Cocina de Ideas', que cuenta con la tecnología más avanzada y parte, a la hora de la creación de nuevos productos, del contacto directo con sus clientes, una circunstancia, también, pionera y disruptiva, como lo es su apuesta estratégica por lo sostenible.
Con todo, si de paladar se habla, el campo es fundamental. Y lo que sale del campo, tanto de las cosechas como de las granjas, se cocina en una suerte de arte en los fogones de restaurantes de toda la provincia, otro de los grandes atractivos de la Segovia actual, gracias a la apuesta hecha por las instituciones por promocionar el turismo a lo largo de las últimas décadas y de la calidad de los artífices de los caldos y platos. El cochinillo asado es el producto por antonomasia que ha proyectado a Segovia de la mesa hacia el exterior, siendo habituales, con el avance de los años, los turnos de comidas doblados en restaurantes para atender la demanda. A los pies del mismo acueducto, El Mesón de Cándido popularizó la cocina segoviana con la escenografía del corte al canto de plato, un ritual que sigue siendo un reclamo para cuantos lo visitan, atraídos, además de por el buen yantar, por lo que lo precede. Fallecido en 1992, desde 2003, Cándido López, uno de los grandes responsables del conocimiento de la cocina tradicional segoviana en el exterior, cuenta con un busto en la misma entrada del local, que se sumó al conjunto escultórico que se inauguró en 1996 en la rotonda de Sancti-Spiritu, plato en mano, antes de partir las viandas.
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Otro de los exponentes de la hostelería segoviana es el Restaurante José María, santuario en el que se funden tradición e innovación, liderado por José María Ruiz, exponente y casi alma máter de la gastronomía local. Es, podría decirse, un estudioso del cochinillo, el principal impulsor de Procose, asociación para su promoción que favoreció la creación de la 'Marca de Garantía', que otorgó a este producto el Ministerio de Agricultura en 2003. Una década antes, Ruiz apostó por la gestión de su materia prima, a través de una granja-criadero exclusiva vanguardista merced a su plan de I+D+i sobre cruces, razas y alimentación, que ha favorecido la renovación y creatividad en sus platos, que enaltecen otros productos autóctonos y maridan sus propios vinos. Y es que, en la década de los 90, su inquietud empresarial y su pasión por el caldo llevó a José María Ruiz a elaborar su propio vino, Pago de Carraovejas, referente de la Denominación de Origen Ribera de Duero nacido en la localidad vallisoletana de Peñafiel, enraizado y arraigado en Segovia, que empezó consumiéndose exclusivamente en el Restaurante José María y actualmente se saborea en más de 40 países de los cinco continentes.
El nombre de Segovia es conocido en toda España y en otros jugares del mundo gracias, en parte, a aquellas personas que decidieron emprender un negocio, hoy próspero y visible dentro y fuera de nuestras fronteras. Es el caso del hijo de Lastras del Pozo Onésimo Migueláñez, que hace más de medio siglo abandonó su pueblo natal buscando un mejor porvenir, que halló en Madrid. Con una furgoneta empezó a recorrer la capital vendiendo caramelos: primero, para otros; desde los 80, de su propia empresa, Migueláñez. Cuatro décadas después, tiene más de 200 trabajadores su catálogo incluye más de 600 referencias y cuenta con una red amplia de más de 20.000 puntos de venta en España, su mayor fortaleza por deseo del propio Onésimo, puesto que distribuye a cualquier punto del país en apenas 24 horas productos de primera calidad. Líder en el sector de las chucherías, endulza los paladares en grandes superficies, hospitales o centros de viaje, entre otros. Junto a la vanguardia comercial, lo está en materia de Responsabilidad Social Empresarial al apostar decididamente por esta a través de la iniciativa 'Sonrisas Dulces', que recauda fondos desde hace trece años para distintas fundaciones y oenegés centrándose, principalmente, en la lucha contra el cáncer infantil.
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Seguramente en Migueláñez, como en otros tantos sitios, haya en algún lugar una etiqueta de la empresa fundada por otro segoviano, Pedro Moreno. Iberext, con sede en Madrid, cuenta con presencia en más de 50.000 centros en toda España, que le convierten en referente dentro del sector de la protección activa y pasiva contra los incendios. Raro es, en cualquier lugar en el que esté, que el extintor colgado de la pared no sea de Iberext, favorecido por sus diez calificaciones Cepreven y de su presencia en todos los sectores empresariales. Además de las certificaciones, la innovación ha marcado sus últimos años, en los que ha abierto nuevas líneas de negocio, que han ampliado la actividad de la comercialización hacia una protección global, que incluye otros servicios como de asistencia técnica o consultoría. Durante este proceso, no ha abandonado su espíritu familiar, después de que entrasen en el comité de dirección los hijos de Pedro, Patricia y Pedro Moreno Borreguero, CEO desde 2021. Con ellos, pero también desde antes, la compañía ha ido a más, incrementando su facturación en un 60% en los últimos cuatro años y elevando el número de empleados por encima de los 300 profesionales en las 16 delegaciones que tiene en todo el territorio nacional.
Más lejos de casa se encuentra Claudio García, oriundo de La Matilla, de donde se mudó joven, tras varios destinos, asentándose en Barcelona. En la década de los 60, adquirió Masterdiésel y, más tarde, M Automoción, firma con la que ha hecho patria al tiempo que se ha destacado como un referente en el sector de la automoción. A pesar de las crisis que la sociedad ha afrontado en lo que va de siglo, García ha seguido impulsando el crecimiento de M Automoción a través de la representación de nuevas y primeras marcas y de nuevos puntos de venta, expandiéndose fuera de Cataluña, sin perder, como otros hicieron, el rasgo de la familiaridad. Esta evolución ha hecho que actualmente cuente con 44 concesionarios de 17 marcas oficiales, con 41 puntos postventa y con alrededor de un millar de empleados y que su volumen de ventas haya superado en fechas recientes los 300 millones de euros anuales, tras ser comprada en 2017 por la empresa nipona del automóvil VT Holdings, una adquisición que, lejos de apartarle del camino de la excelencia que inició Claudio García, esta sigue estando presente en una de las compañías más importantes de Cataluña en el sector de la automoción.
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Estos casos demuestran que «la relevancia del empresario segoviano es grande, con gente bien posicionada en ciudades grandes como Barcelona o como Madrid», expone Venancio de Andrés, presidente de la Asociación de Empresarios Segovianos en el Exterior (AESE), nacida al abrigo de la Federación Empresarial Segoviana hace una década. En su gran mayoría, son gente salida «de ámbitos rurales» que buscaba las oportunidades que ya no había en los pueblos, si bien esto no les ha impedido «seguir haciendo bandera con el nombre de Segovia». «Aunque estemos fuera, la premisa de la que parte AESE es del desarrollo empresarial de nuestra tierra. Tenemos ideas y proyectos surgidos del grupo de trabajo que van en esa línea», agrega De Andrés, quien valora positivamente la repercusión adquirida por sus compañeros empresarios antes mencionados en otras provincias, pero también en casa. «Migueláñez, por ejemplo, es el estandarte de su pueblo. Grupo Iberext está en la cabeza de su sector sin haberse olvidado de dónde venía. Claudio García tampoco lo ha hecho. Quienes estamos fuera seguimos pensando como segovianos; por eso el lema de nuestra asociación es 'por y para Segovia', porque, aunque ha habido crecimiento, nos gustaría que su desarrollo siguiera desarrollándose para beneficio de todos», afirma convencido el presidente de los empresarios 'foráneos'. En este sentido, desde su creación en 2011, AEASE ha contribuido en la sociedad local con ayudas como las realizadas durante la pandemia para la compra de respiradores para el hospital, con líneas de apoyo al desarrollo de talento o de varios proyectos o con los premios que entrega anualmente al empresario del año en el exterior.
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