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Montserrat de Andrés muestra la cartilla del paro en su domicilio de Tizneros. Antonio de Torre
«Empecé echando extras con 13 años y nunca me imaginé que iba a estar parada»

«Empecé echando extras con 13 años y nunca me imaginé que iba a estar parada»

Montserrat de Andrés, que está a punto de cumplir los 45 años, fue despedida en febrero y confiesa que ahora «se me cae la casa encima»

Jueves, 12 de abril 2018, 11:24

«¿Qué siento? Impotencia». Montserrat de Andrés relata su experiencia como parada con un tono de incredulidad a pesar de llevar dos meses. No se ha acostumbrado. Es muy poco tiempo comparado «con toda una vida trabajando», como afirma esta segoviana, que este año cumplirá 45 años. Desde este febrero es una de las más de 2.700 segovianas en el ecuador de la cuarentena que buscan trabajo. En estas semanas el reloj parece haberse detenido a la vez que se interrumpió su actividad laboral.

«No estoy acostumbrada a estar quieta, soy una mujer muy activa», se define esta vecina de Tizneros. Vive con su marido, que regenta un bar en la capital segoviana. Sus dos hijas son independientes, subraya aunque la entrevista no fuera de trabajo. Y es que «lo digo para que no se piense que puedo tener problemas por cargas familiares». Hasta tal punto han de hilar las mujeres para demostrar su plena disposición.

Su familia está siendo su principal apoyo, la inyección de ánimo que necesita ante una experiencia vital tan desconocida como desagradable para ella. Desde que se apuntó a la oficina de Empleo de Castilla y León (Ecyl), confiesa que «se me cae la casa encima». Montserrat acusa el golpe de un despido que no vio venir, pero no va a rendirse, advierte. Prácticamente desde el primer minuto en el que se vio en sin trabajo «he lanzado currículums a todos los sitios, por Internet y en persona». De momento, nada.

No se cierra puertas

Pueden llegar a descorazonar tantos silencios. «No he recibido ni cartas del paro, ni ofertas», se lamenta. Y eso que no es caprichosa ni se cierra puertas con respecto a los oficios que pueden encajar con su trayectoria profesional. «Me inscrito en hostelería, como dependienta, atención al cliente, comercial...», enumera Montserrat. Incluso no restringe la búsqueda a la provincia de Segovia. Estaría dispuesta a trabajar en otros sitios, hace hincapié sobre los sacrificios y esfuerzos que es capaz de asumir con tal de volver a tener un empleo y una nómina.

Mientras lanza la caña con sus currículums, consulta el correo electrónico y espera la llamada de alguna empresa o del Ecyl, Montserrat trata de no desconectarse, intenta mantenerse ocupada para no conceder el más mínimo resquicio a la desilusión y al desesperanza. No se compadece ni quiere que le compadezcan. Sus hijas le han animado a que estudie unas oposiciones y acabar el bachillerato, aunque tendría que hacer el nuevo.

Montserrat se ha puesto a hincar codos, aunque le ocurre como con estar desocupada: «no estoy acostumbrada». Recuerda que «empecé a trabajar cuando tenía 13 años echando extras en ropero del hotel Puerta de Segovia y hasta ahora no había parado; de hecho nunca me imaginé en esta situación». Cuenta que trabajando fue como conoció al que ahora es su marido. Compraron un local, ha estado empleada por cuenta ajena, también estuvo empleada una temporada por la Junta haciendo suplencias de ayudante de cocina, y hasta probó la aventura de ser autónoma con un negocio propio. Sin embargo, «la hostelería requería muchas horas y me planteé volver a trabajar para otros».

«De la noche a la mañana»

Fue contratada en una empresa dedicada fundamentalmente al sector textil. En esa compañía, la de su última experiencia laboral, «he hecho un poco de todo, entré de comercial, luego de dependienta y al final estuve en el taller». Después de estar unos tres años y medio, «de la noche a la mañana me dijeron que ya no contaban conmigo». La notificación del despido le cogió por sorpresa, sobre todo porque en esa reunión la dirección le felicitaba por «haber dado todo por la empresa».

¿Entonces por qué prescinden de su trabajo?. «Te preguntas si tan mala eres después de todo lo que has hecho», se cuestiona. Nunca se había imaginado esta situación de caer en el paro, igual que nunca a lo largo de sus treinta años trabajando en distintos lugares y oficios asegura haber encontrado conductas machistas o discriminatorias. Quiere pensar que su despido no tiene que ver con ser mujer ni con su edad.

Agua pasada no mueve molino, reza el dicho y Montserrat mira hacia adelante. En concreto a junio. Es cuando se celebran las oposiciones de la Junta que prepara mientras espera una llamada o una respuesta en el correo que la saque del paro.

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