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Los duendes de Cuenca evitaron este sábado que el Nava se llevase los dos puntos de El Sargal, una pista encantada, como la ciudad que defiende. Los segovianos tuvieron a tiro la tercera victoria consecutiva, con dos goles a favor y poco más de ... tres minutos por jugar, pero no pudieron completar la tarea. Un embrujo que comenzó con un lanzamiento de Pizarro que tocó en el palo y entró tras rebotar en la pierna de Patotski. David Mach le paró después un penalti a Dani Pérez, que anotó los otros seis que intentó. La ventaja se esfumó en otro rechace a una parada del bielorruso que fue a las manos de Arnau Fernández. Al final, un punto y gracias, porque el meta navero aún tuvo que negar el ataque de la victoria local, el epílogo a un duelo vibrante.
BM Cuenca
Miguel Espinha, David Mach, Sergi Mach (3), Pablo Simonet, Alvaro Martin, Rubén Rio (3), Jaime Colmena, Alex Pozzer (4), Juanjo Fernández, Diego Vera, Arnau Fernández (3), Sergio López, Federico Pizarro (6), David Notario, Rudolph Hackbarth (7) y Guilherme Tavares (1).
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BM Nava
Luis de Vega, Andrés Moyano (2), Borja Méndez (4), Andrés Vila, Dani Pérez (9), Mario Nevado (3), Francisco Ahumada (4) Gonzalo Carró (3), Jakub Prokop (1), Roberto Pérez, Óscar Marugán (1), Dzimitry Patotski, Tomas Smetanka, Isaías Guardiola y Pablo Herrranz.
PARCIALES: 2-1, 4-6, 7-9, 10-12, 10-14, 12-15 (descanso), 16-16, 20-18, 23-22, 25-24, 25-26 y 27-27.
ÁRBITROS: Macías de Paz y Ruiz Vergara. Señalaron cuatro exclusiones a los locales y dos a los visitantes.
El Cuenca amenazó con un inicio rompedor, pero Hackbarth pisó cuando llegaba solo a seis metros para poner el 2-0 en poco más de medio minuto. Así empezó el thriller, lleno de cambios de guion. Espinha trató de inspirar a los suyos con un paradón de Moyano, pero el Nava tenía recursos para mantener el intercambio. Los mismos artilleros de Benidorm: Borja Méndez, capaz de aprovechar la ventaja para resolver en uno contra uno desde nueve metros, o Mario Nevado, que arma el brazo en un suspiro.
El Nava empezó a despegarse con una defensa que no regalaba una sola transición. Con Carró, Guardiola y Nevado, era imposible entrar por el centro. Lo intentaba el Cuenca, que encontraba de vez en cuando a Pozzer en el pivote, pero Pablo Simonet, el arquitecto, no interpretaba los planos. Los segovianos tenían ese punto de suerte pasa seguir sumando –el rechace que cazaba Dani Pérez o el gol de Carró que tocaba por dos veces la madera– y canjeaban en contras la precipitación del Cuenca, obligado a forzar para encontrar grietas donde no las había. Música para los oídos de los visitantes, que se marchaban tres arriba (7-10) y forzaban el primer tiempo muerto del técnico local, Lidio Jiménez, con cara de pocos amigos.
Sus pupilos le animaron con dos goles rápidos de Hackbarth y Sergi Mach, pero su reacción terminó en una falta en ataque que Guardiola, todo un hacedor de contragolpes, convirtió en asistencia para Ahumada, tan buen receptor en carrera como finalizador. La frustración local en ataque alimentaba a un Nava que exhibía recursos, desde Nevado en el carril central a la eficacia de los extremos, tanto el chileno a la contra como Marugán en seis metros o Pérez, que anotaba su primer siete metros de la tarde para rubricar un parcial de 4-0 y poner un prodigioso 10-15.
Quedaban cinco minutos para el descanso y Jiménez entendió que aquello era un punto de no retorno, así que gastó el segundo tiempo muerto y se valió del látigo para pedir más defensa a los suyos. Lo entendieron sus pupilos, más agresivos, mientras Pizarro, un diablo que esprinta con el brazo armado, marcaba un gol y forzaba un penalti, acciones paliativas para sacar a su equipo de la UCI cuando llegó el descanso (12-15).
Los síntomas del apagón ofensivo del Nava se desarrollaron en la vuelta de vestuarios. Lo celebraba Espinha, que sacó el puño cuando negó a Nevado el primer gol del segundo acto. La respuesta navera fue buscar a Carró, un bastión de la primera parte, pero el Cuenca ya tenía manos felinas y convirtió en contra letal un pase picado de Borja Méndez. Pero fue en estático donde los locales culminaron su remontada, entrando una y otra vez por el costado derecho. Pízarro desequilibraba y convertía las ventajas en penaltis. Y Hackbarth marcó los cinco que intentó. Con dos de ellos, voltearía el partido.
El parcial manchego crecía, pero Senovilla se guardó el tiempo muerto y se limitó a relevar a Luis de Vega para dejar la portería en manos de Patotski, el héroe de las dos últimas visitas segovianas a Cuenca. La inercia puso contra las cuerdas a los suyos tras un ataque atropellado que terminó en un robo de Adrián Fernández desde el suelo para que Hackbarth aprovechara la portería vacía por la inferioridad visitante para poner el +3. Era un parcial de 10-2 que amenazaba con hundir cualquier esperanza navera, pero hubo reacción. Prokop volvió a jugar un papel secundario mientras los centrales movían la pelota y generaban ventajas que se transformaban en penaltis, un trámite para Pérez. Ayudó la lesión de Simonet, que dejó el partido con su equipo por delante. Así las cosas, el tiempo muerto valió para que Méndez ajusticiara en pasivo la portería local y pusiera el empate a 24. Otro final no apto para cardiacos.
La oportunidad del Nava llegó tras dos exclusiones seguidas del Cuenca: Pozzer, por agarrar a Pérez y frenar una contra, y Juanjo Fernández, que desequilibró a Moyano en el aire. Pérez convirtió el penalti y aseguró un tiro en seis metros. En la otra portería, Patotski empezaba a tocarlo todo y el pucelano puso desde la línea de siete metros un +2 con aroma definitivo, el premio a un láser medido de Méndez a Carro.
Jiménez gastó el último tiempo muerto y despertó al destino, a la pista encantada. Senovilla buscó la réplica, pero el último ataque del Nava terminó tras apenas 20 segundos con un tiro forzado de Smetanka. Así que el Cuenca pasó del patíbulo a cocinar con calma su último ataque. Rubén Río tuvo la remontada feliz, pero Patotski salió al rescate. Su parada aseguró un punto en la pista del vigente subcampeón de liga porque Guardiola armó el brazo después de la bocina.
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