La procesión que duró mes y medio

Tras el decreto vaticano y la exhortación pastoral en la que se acordaba la fecha de la coronación, también se decidió que durante la cuaresma de 1972 la Virgen realizara un peregrinaje por los pueblos de la comarca. El padre carmelita Miguel María Arribas, en su historia del santuario, cuenta cómo se eligió la cuaresma como tiempo clásico de preparación espiritual.

El anuncio de la visita de la Virgen a los pueblos constituyó una gran fuerza de convocatoria y un gran estímulo para la participación de los vecinos en misiones populares. También detalla Arribas que en esos pueblos los propios vecinos solicitaban numerosos actos religiosos, como recepción de sacramentos, sacrificios, conversiones e incluso perdones públicos de viejos renconres «seguidos de un sincero abrazo fraterno ante la Imagen santa». Los vecinos de los pueblos engalanaron sus calles y balcones para acoger a la Virgen, que salió del santuario el 16 de febrero del año 1972 a hombros camino de Viloria del Henar, para después continuar recorriendo los pueblos de la Comunidad de Villa y Tierra, primero los de la provincia de Valladolid, para pasar después a la de Segovia, de Campaspero a Frumales.

La intención de la organización es que en el peregrinaje que se realice dentro del Año Santo se siga el mismo recorrido, que culminó en Cuéllar. Se trata de alguna manera de devolver la visita que los vecinos de los pueblos han realizado en tantas ocasiones a la Virgen en su santuario.

En cada uno de los pueblos que recorrió, sonaban las campanas de las iglesias, las autoridades civiles entregaban a la imagen su bastón de mando, declarándola alcaldesa y muchos jóvenes la recibían vestidos con el traje regional, se la ofrecían flores y frutos, además de recibir numerosos vivas, cantos y rezos, además de las tradicionales jotas ante la Virgen.

Los trayectos entre uno y otro pueblo se realizaban en ocasiones a hombros, pero en algunos casos, debido a las distancias, se engalanaban las galeras de los tractores o se realizaba en camiones o carros de caballos. En estos casos, habitualmente fue seguida por decenas de vehículos llenos de fieles.

En cada uno de los pueblos la imagen permanecía veinticuatro horas, en las que las iglesias no cerraron y muchos pasaron las noches en vela orando y cantando, según cuenta Miguel María Arribas. También se realizaron rosarios de antorchas y procesiones por las calles llevando la imagen hasta las casas de los enfermos. Esta peregrinación concluyó en Cuéllar, donde tuvo lugar una procesión presidida por el entonces obispo de Segovia, Antonio Palenzuela. También se celebró una gran eucaristía, presidida por monseñor y concelebrada por una veintena de sacerdotes, que tuvo lugar en la plaza de toros de la villa.

Desde Cuéllar, donde se despidió oficialmente la imagen en el castillo, la Virgen se dirigió de nuevo al santuario, un trayecto que fue seguido nuevamente por multitud de vehículos y muchos fieles a pie.