Educación acredita como acoso escolar una de cada tres denuncias por 'bullying'
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La Junta, que valora su protocolo, ratificó ocho casos en Segovia el curso pasado, aunque las víctimas tardan más de un año en contarloEl acoso escolar tiene la problemática de una patología invisible. Es un terreno fértil que germina con facilidad, pero a las víctimas les cuesta verlo y mucho más contarlo. Por eso cuando un caso llega a las instituciones es que la gravedad ya no puede ... ignorarse. En el conjunto de la provincia, los centros docentes de Segovia abrieron el curso pasado 26 expedientes por presuntos casos de 'bullying'. Solo ocho fueron confirmados como tales, incluyendo cuatro de ciberacosos. Son más que en 2021, cuando se contabilizaron 21 expedientes y cuatro ratificaciones; pero no reflejan ni esclarecen el volumen de trabajo con el que lidian algunos profesionales en defensa de la infancia.
El hecho de que dos de cada tres casos (69,2%) no sean catalogados como acoso redunda en una sensación de indefensión por parte de las familias y el coste en reputación que supone para un centro perseguir esos casos.
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El protocolo específico de actuación en supuestos de posible acoso en centros docentes sostenidos con fondos públicos que impartan enseñanzas no universitarias de la comunidad de Castilla y León sostiene que son los educadores y equipos directivos de los colegios e institutos quienes investigan todas las denuncias presentadas y determinan si los incidentes a que se refieren se refrendaron como acoso o constituyen otro tipo de conflicto escolar. De los 411 casos abiertos en Castilla y León el curso pasado, 111 (el 27%) fueron ratificados.
26 expedientes
abiertos el curso pasado por centros educativos de la provincia a raíz de supuestos casos de acoso escolar. Son cinco más que en el jercicio anterior.
8 confirmaciones
de casos de acoso escolar en centros docentes de Segovia el curso pasado, el doble de las ratificaciones realizadas por Educación el curso 2021-2022.
El citado protocolo plantea aspectos que elevan a acoso la relación entre agresor y víctima. Primero, la intencionalidad. «La agresión producida no constituye un hecho aislado, se dirige a una persona concreta con la intención de convertirla en víctima. Aunque la víctima no provoca la situación, existe intención expresa de hacer daño por parte del agresor o agresores», recoge el texto. Una segunda cuestión que se tiene en cuenta es la repetición.
Habla de una agresión «constante y prolongada en el tiempo» y de una «combinación de conductas de agresión física, verbal o psicológica, directa o indirecta», de manera que en la víctima se genera «la expectativa de continuidad» en el maltrato y de «ser blanco de futuros ataques». Además, el protocolo se refiere a un contexto social estable como el grupo de iguales o el centro educativo, lo que reduce las posibilidades de salir de él.
Otro aspecto que identifica la estrategia de la Junta es el desequilibrio de poder, ya sea físico, psicológico o social. Esto redunda en la indefensión de la víctima con el establecimiento de un esquema de abuso de poder desproporcionado entre quien sufre el acoso y el agresor. Por último, el documento autonómico cita la indefensión y personalización. «El objetivo de la agresión suele ser un solo alumno, la víctima vive el acoso como una experiencia extremadamente dura para cuya superación no dispone de los recursos necesarios».
En la práctica, a los centros educativos no les interesa que salgan la luz casos que encierran sus paredes, pues supone asumir errores. «Al final hacen que la víctima se calle y se terminen cambiando de centro. En vez de criminalizar al que está cometiendo el delito, estás criminalizando al que lo está sufriendo», subraya un pedagogo segoviano. Una solución que puede funcionar en núcleos más grandes, pero no tanto en Segovia. «Por mucho que te cambies de instituto, saben de dónde vienes y por qué vienes».
Este pedagogo, que pide guardar el anonimato, lamenta las carencias, que no haya personal específico en cada centro y la temporalidad en los puestos de trabajo. «Tiene que buscar ayuda en el exterior; en el propio centro no la va a encontrar a no ser que haya un profesor muy implicado;pero la ratio de interinos que están un año en un centro es altísima, así que muy pocos se van a mojar en un centro en el que saben que no van a estar», expone el especialista. A ello se une que la etiqueta 'acoso' va en contra de la imagen de los instituciones escolares, que compiten por un número limitado de alumnos. «Si suena que en tu colegio hay casos de 'bullying', el año que viene vas a tener menos matrículas», deduce.
Ante semejante panorama, es habitual que las familias recurran a entidades como Fundación Anar, que recibe llamadas de todo tipo: desde víctimas y familiares hasta docentes o incluso el propio agresor. La experiencia de esta organización de auxilio en las etapas de niñez y adolescencia concluye, primero, que la víctima de acoso escolar tarda en contarlo una media de entre trece y quince meses, un silencio que también recae en los espectadores, un rol clave sobre el que se lleva a cabo una labor pedagógica para que entiendan que no se están chivando, sino que ayudan a un compañero.
El acoso es más grupal que individual, cambia la tipología –más verbal que física– y está cada vez más vehiculizado a través de la tecnología, sobre todo por medio de aplicaciones de mensajería instantánea como WhastApp. La labor de la Fundación Anar consiste en derivar al interlocutor hacia sus recursos más cercanos, ya que en función de la gravedad activa una intervención inmediata. También se dedica a enseñar al agresor a defender sus derechos sin recurrir a la violencia.
La Casa Joven de Segovia sirve de terapia para estos casos. La función es sugerir a la víctima actividades y elegir con quién sentarle, un aspecto clave para empezar a relacionarse. El perfil mayoritario llega en los primeros años de Secundaria, personas que ya han tenido problemas en Primaria de una clase media-baja, que no están a gusto con su físico o que tienen algún problema en el habla. El objetivo es darles un ocio sano, que puedan estar e interrelacionarse con personas de su edad que les traten como iguales. Y puedan divertirse.
La reconstrucción de la autoestima lleva mucho tiempo. Hay quien ha encontrado un grupo de amigos fuera de su instituto y ha evitado salir con el enemigo, una rutina habitual para muchos que prefieren recibir una colleja e insultos a dar explicaciones en casa ante preguntas como: «Hijo, ¿por qué no sales?» Actividades como juegos de mesa, rol, videojuegos, robótica o manga componen el abanico de alternativas.
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