La ecuación sigue sin solución

Granollers

Iván Montoya (3), Andrés Moyano (6), Biel Valera, Víctor Romero (3), Tarcisio Freitas (2), Jordi Deumal (3), Oriol Rey, Leonardo Abrahão (1), Gerard Domingo (1), Pablo Guijarro (1), Ferrán Castillo (5), Sergi Franco (3), Pablo Urdangarín (1), Antonio García (9), Pau Panitti y Roberto Rodríguez.

38

-

33

Viveros Herol Nava

Yeray Lamariano, Luis de Vega, Borja Méndez (3), Dani Pérez (2), Lautaro Robledo (2), Mario Nevado (3), Pancho Ahumada (2), Gonzalo Carró (2), Sasha Tiumentsev (8), Adrián Nolasco (4), Óscar Marugán, Gedeón Guardiola, Nicolás Bonanno, Luisfe (1) y Pablo Herranz (6).

• Parciales: 3-4, 7-6, 12-10, 14-12, 17-15, 19-18 (descanso), 21-21, 25-25, 28-29, 30-29, 33-31 y 38-33

• Árbitros: Sánchez Bordetas y Millán Cazorla. Señalaron dos exclusiones a los locales y cuatro a los visitantes.

El duelo arrancó con dos goles de Antonio García, un jugador con fecha de caducidad, pues anunció su retirada: torturó por penúltima vez a los segovianos, quizás su bestia negra desde que se conocieran en 2019. La carta de presentación navera la firmó Sasha con un golazo, un tiro de cadera con trayectoria ascendente. Un momento brillante que secundó Luisfe culminando un contragolpe por el carril central. Una de sus últimas acciones, pues se marchó con molestias al banquillo tras fallar una transición posterior y no volvió. Un lance parecido al que sacó a Isaías Guardiola del partido del sábado; cuatro días no fueron suficientes para que volviera.

El partido cumplió con su previsible guión de intercambio ofensivo, la escuela catalana que ta bien ejemplifica el Granollers: cualquier atajo hacia el gol es bienvenido, el ritmo alto compensa los errores. En esas, el primer 'break', a imagen y semejanza del tenis, llegó con la exclusión Bonanno: no hicieron falta grandes dramas –ni pérdidas ni goles encajados a portería vacía– para que los locales fabricaran un 3-0 que convirtió el 5-6 en la primera renta de más de un gol (8-6) tras un disparo liberado de Pablo Urdangarín. No le faltaban anotadores al cuadro local: desde el acierto de los extremos para canjear contra a la eficacia de Ferrán Castillo en siete metros. Y un viejo conocido como Andrés Moyano, un actor imprescindible del último lustro en tierras segovianas que se marchó en mayo tras no pocas tardes de oro.

El Nava respondió con un papel protagonista de su habitual segunda unidad. Sin Isaías –el gran baluarte del último mes–, Nolasco encontró huecos en ataque y sumó goles que en otros partidos le han sido esquivos, un fichaje con margen de mejora. Entre él y Sasha solventaron la papeleta, con la aportación de Nevado, que se sacó una perla con un lanzamiento de nueve metros en aviso de paso, congelándose en el aire, después de que Luis de Vega el guardián, sacase una parada clave con su equipo en inferioridad numérica y dos abajo. El leonés postergó así el parcial local, que llegaría tras los goles de Abrahão y Romero y una pérdida de Bonanno en una de sus raras intervenciones en ataque que desembocaba en contra y en la entonces máxima renta (17-13).

Un mal momento al que reaccionó bien el Nava con dos goles rápidos de Sasha y Robledo, que llegó a tener en un suspiro en balón del empate en una contra que evitó Rodríguez con la parada de la noche, rozando el balón con el pie en el aire en posición acrobática. Los segovianos desaprovecharon la exclusión a Oriol Rey con una pérdida en el que pudo haber sido su último ataque de la primera parte, pero el Granollers devolvió el favor y habría tiempo para una transición rápida en la que Méndez encontró a Herranz, que dejó la desventaja en la mínima expresión: 19-18.

El pivote navero volvió enchufado de vestuarios, quizás sus mejores minutos como navero. Embocó cuatro goles en apenas seis minutos, adueñándose de la línea de seis metros con su cuerpo y castigando con su brazo. Le ayudó Méndez con un escorzo a la contra que solo él sabe cómo metió y una penetración por el lado débil que ponía de nuevo a los suyos por delante (23-24). Estaban mejor los visitantes por su movimiento ofensivo y porque Yeray empezaba a tocar balones. Había dos peros: que muchos de esos rechaces volvían a manos locales y que el Granollers pasaba página en un suspiro y encadenaba un contragol tras otro. Y las matemáticas simplifican el cómo: un ataque calculadamente elaborado en un minuto vale lo mismo que un tanto en diez segundos. Entre eso y alguna parada con mensaje de Pau Panitti, como el penalti que le sacó bajo palos a Dani Pérez, limitaba daños el cuadro catalán.

El Nava creía, con Yeray agigantándose, saltando hacia delante con los brazos levantados, como el ogro de un videojuego. Incluso después de que Ferrán Castillo pusiera el 33-31, el vasco salvó la primera bola de partido ante Jordi Deumal. Lo aprovecharía Méndez para acercar a uno a los suyos; como Pancho Ahumada, después, desde los siete metros. Pero Antonio García, un jugador para grandes momentos, fusiló el +2 antes de que Sasha y Herranz estrellaran en el palo las últimas vidas de su equipo, que bajó sin querer los brazos, dejó crecer la renta final al +5 y ni siquiera lanzó a portería en la última acción. Como hiciera ante el Ademar, no solo perdió los puntos, sino que se complicó de lo lindo el average particular en los lances finales, el criterio de desempate ante equipos a los que aspira a superar a fin de curso.