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Laura Olano
Duruelo
Jueves, 18 de julio 2024, 17:29
Campanario, gallos, ganado y tractores son los ruidos de los que advierte el cartel a la entrada de Duruelo. Lo colocaron hace unos cuatro años y el alcalde, Juan Carlos Montero, asegura que hasta hace unos meses lo habían mirado apenas una decena de personas. Desde que los medios se hicieron eco de su existencia, la noticia ha provocado curiosidad entre los foráneos y risas entre los habitantes, acostumbrados a vivir con sus sonidos y olores. La idea fue de uno de los concejales y todos en el Ayuntamiento estuvieron de acuerdo, incluso creen que debería ser más grande.
Juan Carlos Montero cuenta que están acostumbrados a escuchar comentarios en la calle o el bar sobre lo molesto que es el gallo o el ruido del tractor, e incluso han tenido quejas más directas. Duruelo es un pueblo que vive de la ganadería y agricultura, no del turismo. Por ello, precisa que la idea del cartel no es echar a nadie del municipio. Pero también reconoce que no les importa si hay gente que quiere hacer turismo allí. Lo único que piden es que quienes visiten Duruelo respeten la vida de los habitantes y sus costumbres.
Su circunstancia es un poco especial. Cuenta con 180 vecinos empadronados pero en verano, temporada alta para el turismo, el número de turistas se puede llegar a triplicar. Tienen dos grandes urbanizaciones que acogen principalmente a turistas y gente que dispone de segundas viviendas en el pueblo. En verano organizan un campamento para los niños y la concejal, María del Rocío Gómez, menciona que son semanas en las que mucha gente teletrabaja desde Duruelo y deja a sus hijos en las actividades que ofrecen. Al estar solo a una hora de Madrid y cerca de pueblos grandes como Sepúlveda, son el destino de muchos visitantes en busca de tranquilidad.
Duruelo puede presumir de ser un pueblo tranquilo, en el que la calle más transitada es la del punto limpio. Antes de ser alcalde, Juan Carlos Montero dedicaba la mayor parte del tiempo a labrar el campo y buscar alguien con quien charlar en el bar del pueblo. Ahora tiene la agenda más apretada, pero no deja de lado sus tierras que le dan de comer. Insiste en que el cartel solo advierte de lo que se pueden encontrar los que entren, pero entre risas dice que casi parece un anuncio de los atractivos de Duruelo.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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