El Gobierno decretó ayer el final de la obligatoriedad del uso de la mascarilla, medida que entra en vigor hoy, una vez publicada en el Boletín Oficial del Estado. Con esta decisión, ya no habrá que llevar la boca tapada en interiores o espacios cubiertos, ... excepto en los transportes públicos, los discrecionales, en servicios sanitarios y sociosanitarios (hospitales, residencias...) y en farmacias. Otra cosa muy distinta es que la medida gubernamental suponga en la práctica el final del cubrebocas, elemento fetiche de la lucha contra la covid-19 que ha acompañado a los españoles durante setecientos días. Basta con pulsar la opinión, especialmente en comercios, bares y restaurantes, para comprobar que la mascarilla seguirá en uso, como medida de prevención ante un virus que, contra lo que pudiera pensarse, no está ni mucho menos extinguido.
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La entrada en vigor del real decreto llega acompañada de las dudas que siempre han generado este tipo de medidas. Las principales están en el mundo laboral. En los lugares de trabajo, la mascarilla no será obligatoria, «como norma general», en palabras de la ministra de Sanidad, Carolina Darias, aunque la decisión final queda en manos de los servicios de prevención de riesgos laborales de cada empresa, «de acuerdo con la evaluación del puesto». La recomendación del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud es que los trabajadores la sigan llevando mientras no puedan mantener una distancia de 1,5 metros con los compañeros. En este sentido, la mayoría de las empresas, grandes y pequeñas, y de las administraciones públicas todavía no han adoptado una decisión. «Nos ceñiremos a lo que diga la letra», señalan fuentes de la Federación Empresarial Segoviana (Fes). «Cuando conozcamos el contenido del real decreto enviaremos una circular a nuestras empresas asociadas, informándolas de los pormenores», añaden. Las empresas decidirán en cuanto conozcan la norma, aunque no son pocas las que tienen muy claro que la mascarilla seguirá vigente.
«La sensación que tenemos en el sector del comercio es que la mascarilla se va a mantener. Todos hemos leído que en las grandes superficies comerciales hay intención de seguir con ella, y en el pequeño comercio dependerá de las circunstancias y condiciones de cada uno. En mi negocio, por ejemplo, ya hemos decidido que la vamos a seguir llevando. Por regla general, las empresas grandes, con más público y más empleados, continuarán utilizando la mascarilla. Las pequeñas, sobre la marcha», señala Roberto Manso, presidente de Fecose, la patronal del comercio asociada a la Fes. «Por lo que se comenta, hay miedo. En Semana Santa, la gente se ha movido mucho, hemos estado todos muy apelotonados, y en unos días puede haber consecuencias. Lo mejor es que seamos prudentes y aguantemos el tipo hasta que la cosa esté clara del todo». Las mayores dudas, dentro del sector del comercio, estriban en qué exigir al público que entra en una tienda, en una carnicería o en una panadería: «El decreto, del que todavía no sabemos nada, va a dar libertad para llevar mascarilla o no en interiores. Entendemos que, si buscamos la protección de nuestros trabajadores, es importante que los clientes también la lleven. Otra cosa es que puedas exigirlo o no. Lo normal es que si en un centro de trabajo se decide mantenerla, porque así lo dice el servicio de protección de riesgos laborales, los clientes o el público que entra en ese centro también la lleven. En cualquier caso, las cosas se dicen a última hora. No me extraña que haya dudas o descontrol», señala el presidente de Fecose, Roberto Manso.
Los sindicatos también están a la espera de conocer la letra pequeña del real decreto, aunque ya saben –por lo que expresó ayer la propia ministra– que cada empresa deberá hacer lo que disponga su servicio de prevención de riesgos laborales. En este sentido, el secretario general de Comisiones Obreras (CC OO) Segovia, Álex Blázquez, pide que primen los criterios sanitarios sobre los económicos y el consenso con los delegados de prevención que las centrales sindicales tienen en las empresas. «No queremos dudar de la profesionalidad de los trabajadores de los servicios de prevención, pero nos preocupa que puedan primar intereses económicos. Preferiríamos que estas medidas fueran consensuadas con los delegados sindicales de prevención, y, si no, con los sindicatos más representativos», señala Blázquez. CC OO propone que las medidas de prevención establecidas durante la pandemia perduren en el tiempo: «El sentido común debe prevalecer. La gente no ha de olvidar que el virus no se ha ido y que Segovia es una provincia muy limitada sanitariamente hablando».
Por su parte, el secretario general de UGT Segovia, José Luis Martí, subraya la dudas que la medida adoptada por el Gobierno despierta en sectores como el comercio, peluquerías o centros de estética. «Dependerá de los servicios de prevención. Lo lógico es que impere el sentido común y el acuerdo».
En la hostelería, los clientes siempre han estado exentos de llevar cubrebocas a la hora de consumir. No así los trabajadores, obligados a protegerse. En este sector, las dudas son las mismas que en el resto de las empresas, aunque algunos lo tienen claro, como Roberto Moreno, de El Secreto de San Clemente. «Estamos a la espera de lo que diga el BOE, pero nos gustaría que, en el interior, los camareros la siguieran llevando, por seguridad. Lo que no sabemos es si podemos o no imponerlo. En principio, no va a haber cambios», apunta.
Idéntica opinión tiene Marisa Duque, del restaurante Duque, partidaria de seguir actuando con prudencia: «La vamos a seguir llevando. El personal corre un riesgo altísimo, porque los clientes no pueden cubrirse la boca cuando están consumiendo, lógicamente. Por supuesto, al cliente no le podemos decir nada, pero nosotros no nos la vamos a quitar, de ninguna manera». Duque cree que la medida llega demasiado pronto: «Es una manera de hacer pensar a la población que hemos terminado con esto, pero no es cierto. Con el virus no hemos terminado todavía».
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En el mesón de Cándido, la empresa dejará libertad a los trabajadores. Por lo menos, mediará una reunión. «Hablaremos cuando sepamos el contenido del decreto. Hay trabajadores que prefieren seguir llevándola por seguridad y lo normal es que sigan llevándola. Si hubiera otros que optaran por lo contrario, también me parecería bien. Intuyo que en ningún caso va a ser todos igual. Los camareros que trabajen en la terraza preferirán prescindir de ella; los que lo hagan en la sala, optarán por llevarla. Será en función de cada uno», afirma Cándido López.
Lo que parece evidente es que los segovianos no se van a desprender fácilmente de la mascarilla. Que no sea obligatoria no quiere decir que deba guardarse para siempre en un cajón. Lo dijo la propia ministra: «Uso responsable». Carolina Darias recomendó a la ciudadanía que siga protegiéndose en actos masivos y aglomeraciones, también en interiores si se trata de población vulnerable (mayores de 60 años, mujeres embarazadas o personas inmunodeprimidas), así como en reuniones o celebraciones privadas, siempre teniendo en cuenta la vulnerabilidad de los participantes. El Gobierno dice que se trata de una medida «oportuna y muy meditada».
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