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Como cada 4 de junio, Abades se vistió con sus mejores galas para celebrar uno de los días más especiales del año. Los bubillos celebraron este martes la Romería de Cuatrojunio en la Ermita de la Virgen de los Remedios. Los habitantes del pequeño municipio segoviano se acercaron a la ermita para festejar la romería que para muchos supone el inicio del verano.
El motivo de la celebración se remonta a 1878, cuando el 4 de junio una gran tormenta arrasó el pueblo. El fuerte granizo asoló las tierras de los campesinos de la zona además de destruir casas y edificios. Ese mismo año, el gobierno de Cánovas del Castillo declaró la zona catastrófica. Cuatro años después, en 1882, las autoridades de Abades fijaron la romería el mismo día de la granizada para rememorar la terrible tormenta.
La romería de Cuatrojunio es una de las celebraciones más entrañables del año bubillo, un día donde los más jóvenes disfrutan de la tradición de la procesión entre música, atracciones y puestos de dulces típicos. Este martes, el tiempo soleado fue el protagonista. Pese a ello, el calor no fue excusa para que cientos de abaderos se acercaran a la explanada del pueblo en la carretera de Marugán, donde los bares instalados para la ocasión fueron el mejor refugio a las altas temperaturas.
La celebración de este año se celebró por partida doble. La tradicional fiesta se combinó este año con la alegría del pueblo de poder llevar a cabo la romería en la ermita de la Virgen de los Remedios, protagonista de un enfrentamiento por su titularidad entre los vecinos de Abades y el Obispado de Segovia. La diócesis quiso inmatricular las dos ermitas de la localidad -también la de San Sebastián- a su nombre, pero después de la queja de los vecinos y la recogida de casi 600 firmas, la Iglesia desistió de sus planes. Por todo ello, los vecinos celebraron poder festejar su romería en la tradicional ermita. «Esta ermita siempre ha sido el lugar donde celebrar Cuatrojunio y este año casi nos la quitan», recordaron varios vecinos en la procesión.
Como manda la tradición, los vecinos acompañan la imagen de la virgen con el repique de las campanas de la ermita. Este año no iba a ser menos y dos jóvenes se subieron a lo más alto del santuario para hacer sonar las campanas a la llegada de la Virgen de los Remedios. Pero el susto llegó cuando una de las campanas se cayó al suelo desde el campanario. El yugo o contrapeso de madera de la campana se separó de la piedra del campanario y se cayó a la puerta del santuario. Por suerte, ninguno de los asistentes sufrió daño alguno aunque el susto hizo que la procesión no tuviera como acompañamiento el repique de las campanas.
La fiesta comenzó por la mañana en el centro de Abades con la bajada de la Virgen de los Remedios desde la iglesia hasta la ermita, donde tuvo lugar la misa. A mediodía llegó otro de los momentos más esperados por los bubillos, el tradicional vermú o refresco a la sombra de los árboles. Ya por la tarde se desarrolló la procesión en la explanada de la ermita con la música y los bailes populares, con merienda llevada de casa para reponer fuerzas. Porque la fiesta aún tenía reservada para la noche la celebración con una discomóvil hasta la madrugada.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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