Panorámica del Azoguejo desde El Norte

La eterna polémica sobre la movilidad en Segovia

Todas las reformas que el Ayuntamiento de la ciudad ha realizado o intentado realizar han levantado sonadas controversias y no pocos recelos

Carlos Álvaro

Segovia

Domingo, 26 de junio 2022, 00:11

El malestar que la construcción del carril bici está generando entre vecinos y comerciantes es 'peccata minuta' en comparación con la polémica que históricamente han levantado en Segovia otras obras o intervenciones que han llevado implícitos cambios sustanciales en la movilidad.

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Basta remontarse treinta ... años, a comienzos de la década de los noventa, para encontrar en la hemeroteca los ecos de la formidable controversia que suscitó la reordenación del tráfico diseñada a raíz de la prohibición de circular bajo los arcos del Acueducto. Hosteleros y comerciantes acusaron al Ayuntamiento de haber partido la ciudad en dos y tratado de llevar sus negocios a la ruina.

La medida, hoy aplaudida de manera generalizada, marcó la política de movilidad durante los dos decenios posteriores, porque la construcción de los aparcamientos subterráneos de las avenidas del Acueducto (antigua Fernández Ladreda) y Padre Claret o la peatonalización de la Plaza Mayor hunden sus raíces en aquella decisión del alcalde Escobar que tanta tinta hizo correr.

Los retrasos en Fernándes Ladreda

Casi tres años transcurrieron entre el corte de tráfico bajo el Acueducto y el comienzo de la construcción del aparcamiento de Fernández Ladreda, en febrero de 1995. Hasta entonces, la avenida estaba semipeatonalizada, pero la ejecución del 'parking' conllevaría una erradicación del tráfico rodado casi absoluta que ni comerciantes ni vecinos veían con buenos ojos. A ese malestar se sumó después el que generaron las obras.

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El Ayuntamiento quería haber empezado antes. Sin embargo, los trámites para la cesión de la N-110, requisito imprescindible, motivó el retraso. Los trabajos duraron casi año y medio, excediendo el plazo de catorce meses que en principio había dado la UTE integrada por Entrecanales y Tavora y Cubiertas Mzov, la adjudicataria. Las quejas de vecinos y comerciantes fueron constantes, desde el mismo momento en que los operarios comenzaron a vallar los soportales de la avenida. Los comercios estuvieron muchos meses cercados, sometidos al trajín diario de unas obras muy molestas.

Aspecto de la avenida del Acueducto (Fernández Ladreda) en 1996 durante las obras del subterráneo. E. N.

El Ayuntamiento acabó concediéndoles una re baja del 80% en el Impuesto de Actividades Económicas (IAE), pero las restricciones al tráfico de vehículos y peatones daban forma a las peores pesadillas en los establecimientos comerciales. Las vallas metálicas incomunicaban las dos aceras de la avenida Fernández Ladreda. Algunos peatones que paseaban cuando se estaba cercando el perímetro de intervención mostraban su enfado golpeando las vallas o pronunciándose airadamente contra el Ayuntamiento, el alcalde o la ubicación del aparcamiento. «Es normal que la gente se haya enfadado tanto porque es un desastre lo que han hecho», dijo el entonces vicepresidente de la Agrupación de Comerciantes Segovianos (ACS), Manuel Muñoz.

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Los comerciantes exigieron al Ayuntamiento compromisos en los plazos de ejecución. No se oponían a la construcción de la infraestructura, que consideraban necesaria para sus negocios, pero querían que las obras se acometieran «con el menos perjuicio posible» y se dotara a la zona de las infraestructuras necesarias «en cuanto a vigilancia, información y seguridad activa y pasiva», advirtió Joaquín de Frutos, presidente de la ACS.

La presión sobre el Ayuntamiento fue constante. Las dificultades técnicas conllevaron un retraso considerable en la ejecución y los comerciantes redoblaron sus críticas. El alcalde, Ramón Escobar (PP), cortó la cinta de la inauguración el 9 de septiembre de 1996. Cientos de curiosos, en su mayoría comerciantes, hosteleros y vecinos de la zona se sumaron al acto, aplaudieron las palabras del alcalde y compartieron con las autoridades el ágape de rigor, al que invitó la empresa concesionaria de la gestión del 'parking', Técnicas de Aparcamiento Urbano (TAU).

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La Plaza Mayor

Las iniciativas para implantar una nueva movilidad continuaron en los años sucesivos. El Ayuntamiento acometió entre 1997 y 1998 la renovación de la pavimentación de las calles adyacentes a la Plaza Mayor y de la propia plaza, que quedó peatonalizada para siempre, no sin oposición, pues hosteleros, comerciantes y vecinos pusieron el grito en el cielo al considerar que la supresión de los vehículos redundaría en un empobrecimiento de la vida dentro del recinto amurallado.

El Consistorio de Segovia, todavía gobernado por el PP, era partidario de buscar alternativas que facilitaran una progresiva peatonalización del casco antiguo, y ahí entraba de lleno su fallido proyecto para construir un aparcamiento bajo el paseo del Salón, que contó con acérrimos defensores y no menos convencidos detractores. Antes de que la piqueta entrara en acción en la Plaza Mayor, la Asociación de Vecinos del Recinto Amurallado (Avras), se opuso con rotundidad al traslado de la parada de autobuses de la Plaza Mayor «porque deterioraría gravemente la calidad de vida de los vecinos».

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Camiones trabajan en la excavación que se hizo para construir el aparcamiento de José Zorrilla. El Norte

Al igual que los taxistas, los comerciantes, los hosteleros y la empresa concesionaria del transporte urbano, los habitantes del recinto amurallado denunciaron la «caótica situación del tráfico» y la «falta de planificación de las obras». «¿Estaremos todos equivocados en nuestras críticas frente a la lucidez de nuestras mentes rectoras?», se preguntaban.

La oposición a los proyectos peatonalizadores del Ayuntamiento fue tan grande que la Asociación de Comerciantes de la Calle Real encargó una encuesta a fin de demostrar cuánto perjudicaba a sus negocios la nueva movilidad. Según el sondeo, realizado durante los primeros meses de 1998, el 70% de los segovianos aseguraba acceder en automóvil al recinto amurallado. Además, una abrumadora mayoría (el 82,3%) reconocía que ya no subía a la Plaza Mayor con tanta asiduidad como lo hacía antes del comienzo de las obras.

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En las elecciones de 1999, el Partido Popular perdió la mayoría absoluta y Ramón Escobar tuvo que abandonar la Alcaldía merced al pacto que su formación firmó con la UC-CDS de José Antonio López Arranz, el nuevo alcalde.

La Avenida Padre Claret antes de que se construyera el aparcamiento. A. Tanarro

José Zorrilla y Padre Claret

La excavación del aparcamiento subterráneo de José Zorrilla, allá por el 2004, también supuso un calvario para los habitantes de la zona. Lo mismo que ocurrió con el de Padre Claret, cuya construcción –prevista tras el cierre del tráfico bajo los arcos– no empezó hasta la primavera de 2007, cuando el primer mandato de Pedro Arahuetes (PSOE) tocaba a su fin.

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Las obras del 'parking' de Padre Claret llevaron algo más de dos años (la inauguración tuvo lugar el día de San Pedro de 2009) y acarrearon las mismas quejas y molestias que las intervenciones de años anteriores. La mañana que la Policía Local cortó el tráfico en la avenida se montó la de San Quintín. Las dudas de los conductores, las retenciones y los atascos marcaron la jornada.

Aquel 17 de abril de 2007, los vecinos de la zona supieron la que se les venía encima. Algunos ya se habían quejado del mal estado del vial establecido para los autobuses en Padre Claret, pues no estaba asfaltado y los vehículos levantaban una inmensa polvareda al pasar, con las consiguientes molestias para los peatones, que apenas tenían paso, y los comerciantes, que se vieron obligados a cerrar las puertas de sus locales a cal y canto.

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Avenida Padre Claret Antonio de Torre

Fueron dos años insoportables, aunque, en el fondo, todo el mundo comprendía lo beneficioso de la infraestructura. Tras la inauguración estalló una nueva polémica, esta de carácter estético: las farolas que el Ayuntamiento había colocado en la renovada superficie de la avenida Padre Claret distorsionaban la panorámica del Acueducto.

El debate estuvo en la calle varias semanas, hasta que el Consistorio se vio obligado a retirar muchos de los postes lumínicos. Lo peor fueron los acabados de la calzada. Desde entonces, el municipio ha salido casi a obra por año en el adoquinado de la avenida Padre Claret, que no ha vuelto a tener la misma firmeza de antes de que el 'parking' se construyera.

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Hoy, en 2022, a la polémica por el carril bici se han unido las voces recelosas de los comerciantes ante la implantación de la Zona de Bajas Emisiones en el recinto amurallado, que en la práctica conllevará una peatonalización del casco antiguo.

Nada que resulte nuevo.

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