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Abrir las puertas del convento y pasear por sus dependencias, entrar en la iglesia, ver la disposición del altar mayor, los retablos, el órgano... Todo ello será posible gracias al trabajo de digitalización tridimensional que la organización americana Global Digital Heritage ha llevado a ... cabo, de manera completamente altruista, en las ruinas del Convento de la Hoz, colgadas en los peñascos del impresionante Cañón del Duratón. No obstante, lo más importante es que la digitalización de las ruinas permitirá tener una planimetría exacta del convento y unos estudios pormenorizados que sirvan para observar con minuciosidad los desplazamientos que sufren los muros con riesgo de caída y determinar qué tipo de actuaciones conviene hacer para consolidar las ruinas y evitar que el deterioro progrese, en palabras de Pedro Hernando Arranz, vocal de la Asociación de Amigos del Convento de la Hoz.
«Nos pusimos en contacto con Global Digital Heritage y en noviembre, el día 3, vinieron dos personas con un dron, una cámara esférica y otra digital. Tomaron 4.500 fotografías y otras en 360 grados para poder hacer la fotogrametría. La fotogrametría supone que cada punto que el dron toma está georreferenciado en unas coordenadas de latitud, de longitud, de manera que, con los puntos que toma el dron, puede luego reproducirse el edificio tal cual, construir un modelo 3D que se puede mover, girar, observar desde arriba, desde abajo..., y al mismo tiempo hacer un paseo virtual por sus dependencias. Es algo verdadarmente espectacular», señala Hernando.
La Asociación de Amigos del Convento de la Hoz está muy agradecida a la labor que ha desarrollado la organización americana y especialmente su director en España, el doctor Víctor López Menchero, que ha seguido muy de cerca todo el proceso. «Tener la fotogrametría y los puntos georreferenciados permite un levantamiento topográfico necesario para hacer una planimetría, de modo que se puedan obtener todos los planos, ver exactamente cuáles son las medidas y acometer una de las cuestiones que más nos preocupan: los desplazamientos en los muros con riesgo de caída. Hay uno en concreto en muy mal estado que forma parte de la llamada sala de la reina, habitación que Isabel la Católica tenía en el convento, en la que aún se conservan unos frescos y el escudo de la propia reina. Con toda esa documentación, los arquitectos y aparejadores que intervengan en un futuro podrán saber qué tipo de actuaciones deben acometer (una de ellas podría ser el apuntalamiento del muro o colocar una cercha en el arco para que no se desplome). Sabemos que es imposible restaurar el convento (solo podemos devolverlo a la vida de manera virtual), pero nuestro objetivo es consolidar las ruinas e impedir que el deterioro siga avanzando», añade Pedro Hernando, que lleva algunos años investigando en los archivos el pasado del Convento de la Hoz, enclave muy singular por su ubicación, en lo más profundo del Cañón del Duratón, en un lugar de muy difícil acceso, y por tratarse de un santuario mariano en el que se custodiaba y veneraba la imagen de nuestra Señora de la Hoz, en razón de su aparición a un pastorcillo y de los milagros que se le atribuían.
Documentado está, por ejemplo, el derrumbe de un peñasco, ocurrido el 7 de septiembre de 1495, que afectó a toda las dependencias conventuales, a excepción de la iglesia, donde en ese momento estaban reunidos todos los frailes de la comunidad. La reina Isabel la Católica reconstruyó a sus expensas todo el convento y se reservó para sí una celda que ocupó en más de una ocasión. También el rey Felipe II ayudó a la ampliación del convento y la construcción de una casa de huéspedes y una plazuela para esparcimiento.
«Una de las cosas más atractivas e interesantes es resucitar el convento, aunque sea virtualmente, y ver cómo estaba y lo que allí se hacía –explica Hernando–. La digitalización tridimensional es básica, por ejemplo, para hacer arqueología virtual, una nueva disciplina de la arqueología que permite reconstruir virtualmente, a partir de fuentes documentales, un edificio en ruinas. Se ha hecho, por ejemplo, con el Partenón. En el caso del Convento de la Hoz, disponemos de fotografías de 1914 en las que se ven las paredes levantadas. También podríamos reconstruir el interior de la iglesia. Para ello, se están digitalizando distintas piezas que pertenecieron al convento y que se encuentran en otros lugares, como el órgano, que está en la iglesia de Fuentepiñel, o los retablos de San Pedro de Gaíllos. Afortunadamente, tenemos inventarios de lo que había..., sabemos, por ejemplo, cómo era el altar».
La Asociación de Amigos del Convento de la Hoz espera que la cesión de las ruinas de los propietarios al Ayuntamiento de Sebúlcor cristalice en breve. Cuando el solar sea público, las instituciones podrán trabajar en la preservación del patrimonio existente.
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