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Participantes en el Curso de Pintores Pensionados de Segovia. Antonio Tanarro
Dieciséis nuevas miradas de un paisaje inagotable

Dieciséis nuevas miradas de un paisaje inagotable

Por el Curso de Pintores Pensionados del Paisaje han pasado los mejores artistas de la disciplina

Laura Lopez

Segovia

Domingo, 15 de agosto 2021, 13:39

Hace ya décadas, cada verano, la ciudad era invadida por unos cuantos pintores jóvenes, que se colaban por las calles de Segovia con sus caballetes y lienzos a cuestas ante los ojos curiosos de vecinos y turistas. Se podía encontrar a uno de ellos en cualquier rincón, observando con detenimiento la esquina de una calle mientras sostenía un lápiz en su mano con el brazo extendido y cerraban uno de sus ojos, vislumbrando lo que en ese momento sólo él podía ver.

Así lo hicieron Juan Esplandiú, Enrique Gran o Agustín Albalat hace años y de esta forma continúan con el ritual estos días Rosalía Bello, Xavi Urrios o Helena Blankestein, movidos por el mismo objetivo: plasmar en un lienzo en blanco su propia mirada de un paisaje pintado centenares de veces y que, sin embargo, nunca se agota.

«He sacado más historias de la gente que se acerca a hablar conmigo que de buscar en Internet la historia de la muralla»

SAM FERRERO

Becado de Segovia

El Curso de Pintores Pensionados del Paisaje tuvo su origen en los cursos de la Residencia de Paisajistas de El Paular, desarrollados por la entonces Dirección de Bellas Artes. A partir de 1948, los jóvenes pintores empezaron a frecuentar la capital de provincia, sobre todo para la celebración de la tradicional exposición de final de curso y, desde 1954, la experiencia al completo pasa a realizarse en la ciudad, con la Real Academia de San Quirce como principal organizador y el Palacio de Quintanar como residencia artística.

«Había venido alguna vez y nunca me había fijado en los esgrafiados; me encantan y quiero utilizarlos»

BÁRBARA GRAO

Universidad Rey Juan Carlos

La imagen que ofrecen hoy Sara Piñeiro, José Manuel Llopis, Diego Morcillo o Fran Baena a los que pasean por Segovia estos días no debe ser muy diferente de la que protagonizaron los becados de los años cincuenta, sesenta o setenta, a excepción de las ropas que visten y los teléfonos móviles con auriculares que alguno de ellos usan para abstraerse. En lo esencial, a ojos de un ignorante, la paleta y sus colores, el caballete y los lienzos, no parecen haber cambiado en nada.

«Cada rincón que veo me parece precioso; se puede jugar pictóricamente y lo puedes retratar como quieras»

IRENE MORALES

Universidad La Laguna

Sí existe una diferencia que no se ve pero se acentúa a cada edición y es, precisamente, el paso del tiempo: saber que por esta oportunidad pasaron los grandes nombres del paisaje pintado en España y casi todos los que ahora son docentes en las facultades de Bellas Artes del país es algo que se traduce en un aura de solemnidad que tanto coloca presión como llena de orgullo a los elegidos.

De por vida

La directora artística del curso este año es la decana y profesora de pintura y paisaje de la Facultad de Bellas Artes de Murcia, Victoria Chezner. Ella conoce bien esta sensación de la 'presión histórica' que cada pupilo lleva a sus espaldas: «Piensan en los grandes que han pasado por aquí, que han habitado las mismas calles, que han pintado los mismos elementos, que han estado con el mismo objetivo de pintar Segovia… y eso les presiona, claro. No llegan a un lugar nuevo en el que no hay nadie ni nada, sino que es un lugar cargado de historia ya de por sí y, aparte, tiene la historia pictórica del paisaje, eso también es muy emocionante para ellos», explica.

«En el barrio de la Judería me atraen mucho los juegos de sombras y luces de los edificios»

JON AMORRORTU

Universidad País Vasco

Chezner sabe de lo que habla porque estuvo en Segovia durante el verano de 1992 como becada, en una experiencia que cambió su vida para siempre. «Mi profesor de entonces me dijo que tenía que presentarme a esta beca y dije '¿Yo, paisaje?' Y me dijo 'Sí, yo creo que tú eres buena y le puedes sacar muchísimo jugo, puedes aprender muchísimo y realmente, así fue», relata la experta, quien ahora dedica al paisaje su producción artística, labor docente y línea de investigación académica.

Su valor histórico y patrimonial, la mezcla de paisaje urbano y natural, sus monumentos colosales, las pasión de sus vecinos por el lugar que habitan y, sobre todo, su peculiar luz, es lo que más destacan los artistas a la hora de describir Segovia como fuente interminable de paisajes para tantas generaciones de artistas.

«Cada día vuelvo al hotel diciendo '¡Qué maravilla, he aprendido muchísimo hoy!' Sobre todo de los compañeros»

unai cardoner

UNIVERSIDAD DE BARCELONA

Por todos estos motivos, cada año se reúnen en esta ciudad los mejores trazos jóvenes del panorama nacional, en un encuentro que resulta muy enriquecedor para los artistas porque se benefician del choque entre las distintas escuelas de pintura que existen en las diferentes regiones de España.

Así, durante los primeros días, diversas miradas como las de Sara Marín, Pedro Pablo Reyes y Jesús Vázquez colisionaron hasta explosionar en un estallido de técnicas, ideas y fuentes de inspiración del que todos han bebido con ilusión y ganas: «Desde que nos levantamos y desayunamos, ya estamos hablando de pintura. Hasta que nos vamos a dormir, a las doce o a la una, estamos todo el día hablando de pintura, de referentes, de artistas: 'Oye, pues mírate este, oye, pues esto me recuerda a esto otro, este autor, esta obra…' Estamos todo el rato hablando, compartiendo referentes», narra la directora.

«En la Hoces del Río Duratón me quedé flipando porque me parecía precioso con los colores que había»

maría blázquez

UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

Finalmente, y con el paso de los días, este estallido ha ido sedimentando en una amalgama de conocimientos que han construido finalmente «un paisaje segoviano»: «Cada uno venía con una paleta de donde vive y del lugar de donde son y, poco a poco, han ido cambiando, aclarando los colores… Segovia es una ciudad muy muy luminosa, y eso se está viendo en sus paletas y en sus obras y en cómo cada uno se aproxima de un modo distinto a los paisajes», señala Chezner.

El Curso de Pintores Pensionados es un certamen único, que cada año desde hace 102 congrega a los mejores pintores recién graduados de todas las facultades de España para que convivan durante unos días, mientras realizan intensivas jornadas de pintura y salidas técnicas para conocer otros paisajes de la provincia, y asisten a otras actividades como conferencias con varios expertos del mundo del arte.

Desde 1919, solo en tres ocasiones no se ha podido celebrar el curso: En 1978 y 1984 por obras en el Palacio de Quintanar y el año pasado, por la pandemia. En esta edición, el emblemático edificio en el que siempre se han reunido los artistas tampoco se ha puesto a disposición del curso, debido a la crisis sanitaria y por motivos de mantenimiento tras la última remodelación, según ha informado la coordinación del curso.

En su defecto, la Fundación Siglo ha financiado el alojamiento de los jóvenes en el Hotel Palacio San Facundo, pero la organización de la beca espera que a partir del año que viene se pueda retomar la tradición de alojar a los jóvenes artistas en el histórico edificio de la calle San Agustín.

Una participante en el curso pinta una casa de Segovia. Antonio Tanarro

Desde el 1 de agosto y hasta el próximo día 23, dieciséis estudiantes –uno por cada facultad de Bellas Artes de España menos la de Cuenca, dos en el caso del País Vasco y un becado extra residente en Segovia– disfrutan de esta experiencia, que incluye salidas técnicas a lugares tan inspiradores como las Hoces del Duratón, los pueblos rojos y negros de la zona como El Muyo y Madriguera o los jardines y el entorno del Palacio Real de San Ildefonso en La Granja.

Al término de este curso se celebrará la tradicional exposición y se comunicará los ganadores de las medallas de oro, plata y bronce. Cada uno de los participantes tiene que dejar al menos una de las obras a la organización del curso, además de las premiadas, que también se quedan en Segovia. La Diputación Provincial se encarga en la actualidad de custodiar las más de ochocientas obras que se conservan desde los años cincuenta.

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