Dieciséis de los 24 monumentos en riesgo de ruina en Segovia poseen algún tipo de protección

Aunque no están todos los monumentos que son, la Asociación en Defensa del Patrimonio Cultural Hispania Nostra ausculta la situación de esos bienes aquejados y enfermos por el mal del paso inexorable del tiempo y de un olvido crónico. Las patologías asociadas suelen ser las mismas, la acción del hombre en tareas agrícolas, sobre todo en los inmuebles desvaídos del medio rural, o el vandalismo que solo hace que agravar el diagnóstico.

La lista roja de la asociación recoge en la actualidad 24 monumentos en la provincia en vías de desaparición, ocho más que hace tres años. Su avanzado estado de deterioro y la ausencia de trabajos de conservación los ha llevado prácticamente a la ruina. De ellos, dieciséis cuentan –según precisa en su radiografía Hispania Nostra– con alguna figura de protección que de poco o nada les ha servido.

A lo largo de este año, la organización defensora del patrimonio cultural ha añadido cuatro nuevos pacientes segovianos a su lista roja. Dos de ellos, en la capital. Uno es la Casa Buitrago, aquejada además por el contencioso entre la titularidad y el Ayuntamiento por el estado semirruinoso del inmueble y por la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León de denegar en dos ocasiones la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) al conjunto de Santa Eulalia, en el que se enmarca el palacete de los Buitrago para avalar su conservación. Esta indefinición en la salvaguarda patrimonial del lugar tampoco ha ayudado a mitigar la amenaza de desaparición que se cierne sobre él.

Hasta ahora, las obras de emergencia llevadas a cabo de manera subsidiaria por el Consistorio de la ciudad han tratado de consolidar muros de la estructura que queda en pie de un edificio que ejemplifica la arquitectura noble de finales del XV y principios del XVI. Hispania Nostra incluye la Casa Buitrago en su lista de patrimonio enfermo por su «rápido deterioro» y porque «presenta una seria amenaza de desaparición». Recientemente, se ha procedido al derrumbe de uno de los muros laterales para poder acceder al interior y desescombrarlo, una demolición que atiende a cuestiones de seguridad, ya que el estado de conservación del interior es inestable y hay que ir poco a poco, explicaban fuentes de la Concejalía de Urbanismo y Patrimonio Histórico que dirige Clara Martín.

El otro bien que Hispania Nostra introduce por primera vez en la lista de monumentos que requieren de cuidados intensivos en la ciudad es la conocida como Capilla del Hospital de Convalecientes, ubicada en una parcela contigua a la actual clínica privada de La Misericordia. El inmueble enfermo «se estableció en 1579 bajo la advocación de San Martín, denominado en 1597 Hospital de Nuestra Señora de la Soledad». El historial clínico de la asociación recoge que «fue fundado por Juan Núñez de Riaza, médico y natural de Segovia, quien murió en 1579 sin hijos, ordenando en su testamento la fundación de un hospital donde se recogiesen y amparasen los pobres que, convalecientes y flacos, salían de la Misericordia». En manos de los patronos, se compró el terreno y se construyó el edificio y su capilla en los albores del siglo XVII, según la traza realizada en 1600 por Pedro de Brizuela. La iglesia se consagró 1 de febrero de 1608.

La ficha continúa: «Estuvo en funcionamiento hasta las primeras décadas del siglo XIX. En 1875, ya abandonado, fue ocupado por una pequeña comunidad de ocho monjas Franciscanas de la Tercera Orden Regular procedentes del Monasterio de San Antonio el Real; pero el mal estado del edificio hizo que dejaran el lugar poco después, instalándose en 1888 en lo que hoy es Convento de San Juan de Dios». El diagnóstico de Hispania Nostra es que el inmueble está en «ruina sin consolidar y corre el riesgo de desaparición», a pesar de estar bajo el paraguas protector de la declaración de Segovia como Conjunto Histórico.

La capilla es el único elemento visible desde la calle y en el chequeo que hace la asociación revela que «tiene las cubiertas hundidas desde hace muchos años». Asimismo, se aprecia que el muro norte ha colapsado y los que quedan en pie, coronados por una cornisa labrada en piedra caliza, «corren peligro por la filtración de agua». Por si fuera poco, al campanario también le acecha el peligro de desprendimiento.

Los otros dos bienes que figuran este año a mayores en la lista roja de patrimonio cultural de Hispania Nostra se localizan en pueblos de la provincia. Uno es la ermita de la Virgen de Pinillos, en Armuña. Según el diagnóstico de la organización protectora, el templo solo conserva tres paredones y un arco de medio punto con cinco arquivoltas de ladrillo en la fachada sur de origen mudéjar. «Su estado es de ruina total». Al igual que pasa con otros bienes que languidecen en al diseminado territorio segoviano, a la ermita de la Virgen de Pinillos no la ha salvado del deterioro la categoría de yacimiento arqueológico, figura que por ejemplo también posee otra ermita que también se ve afectada por un avanzado estado de ruina a causa de los derrumbes. Es la de San Isidro, en Domingo García, donde el cerro es Bien de Interés Cultural por su relevante valor arqueológico.

Más desprotegida al carecer de figura que amparen su conservación está la iglesia de San Medel, en Valseca. Es el cuarto de los monumentos que Hispania Nostra ha incluido este año que ahora acaba en su lista roja de patrimonio abandonado y aquejado por la falta de mantenimiento a lo largo de los decenios, lo que ha llevado a este templo datado en el siglo XII a ser víctima propiciatoria de la expoliación, otro de los males aparejados a la enfermedad del olvido. Así lo indica la ficha de la organización, que además detalla cómo «las paredes están perdiendo piedras de la mampostería y hay enormes grietas entre las uniones de los muros». «Si no se actúa para consolidar los restos de la iglesia, es probable que en pocos años sufra un deterioro irreversible», advierte el diagnóstico.

Al igual que la iglesia de San Medel, hay otros siete pacientes culturales que carecen de figura con algún grado de protección. Se trata ermita de San Benito, en Adrados; el Palacio de los Marqueses de Aguilafuente; las ermitas de San Miguel de Bernuy; la iglesia de San Millán, en Sepúlveda; la ermita de San Juan de Castrillo de Sepúlveda; la de San Vicente, en Hinojosa del Cerro, y la iglesia de San Juan Bautista, en Fuentes de Cuéllar.