Los actos vandálicos se ceban con los proyectos sociales de los pueblos

«No llevaba ni un semana abierto el parque infantil y apareció con una pieza rota», se queja la alcaldesa de Hontanares de Eresma, María Vallejo. Los actos vandálicos también se han producido casi en cascada este verano. La regidora cita la rotura de un cristal en la parada de autobús o la fechoría de alguien que quitó el enganche del contenedor en forma de corazón donde los vecinos han depositado tapones a favor de las víctimas de la violencia machista. Un día se encontraron con todos los tapones esparcidos en la calle. En junio, «rompieron las miniporterías» de un pequeño campo de fútbol. Fue a las pocas horas de colocarlas. «Aprovecharon que el cemento estaba fresco, las arrancaron y las movieron fracturando las espigas que las anclaban», añade la alcaldesa.

En Palazuelos de Eresma tampoco se han librado en los últimos meses. Focos de luz, aspersores o placas solares del polideportivo han padecido la arremetida de los vándalos. «La Guardia Civil está muy encima y hace lo que puede», comenta el regidor, Jesús Nieto. Una de las fechorías más frecuentes son los destrozos en la senda verde. «Hay una zona de puentes de madera que rompen a menudo, ya van tres o cuatro veces este año, y de la noche a la mañana te encuentras con que han roto veinte postes», se queja el responsable municipal, quien agrega que al final ha decidido acordonar el lugar porque los operarios no pueden estar día sí y día también arreglando estos desperfectos.

En el Real Sitio de San Ildefonso, hace unas semanas los ataques e cebaron con un parque de juegos infantiles. Pintadas y algunos daños materiales les ha costado a los granjeños mil euros, indica el alcalde, Samuel Alonso.