Borrar
Directo El funeral del Papa será el sábado a las 10.00 horas
Javier Orejudo, en el parque de Santo Tomás. Nacho Valverde/Ical
«Cuando me desperté en la UCI rodeado de tubos no sabía lo que había pasado»

«Cuando me desperté en la UCI rodeado de tubos no sabía lo que había pasado»

Javier Orejudo, de 48 años, pasó 34 días en cuidados intensivos y ahora hace frente a las secuelas: «Los pulmones se han ido recuperado, pero aún no estoy al cien por cien»

Patricia Martín/ical

Segovia

Miércoles, 15 de julio 2020, 08:39

El segoviano Javier Orejudo, de 48 años, inició hace cuatro meses una lucha sin cuartel contra la covid-19 y todavía le queda camino por delante. Pasado lo peor, más de un mes en la UCI del Hospital de Segovia y otras semanas más ingresado hasta que le dieron el alta, el pasado 9 de mayo, sigue con su recuperación. Los médicos le han dicho que tardará un año en volver a hacer lo mismo que antes de enfermar.

«Me estoy recuperando de toda la inactividad que ha tenido mi cuerpo, porque me quedé sin músculo completamente. Todavía me están tratando del trombo que tengo en la arteria pulmonar, que no ha desaparecido y estoy anticoagulado con lo que no puedo hacer ejercicios ni de fuerza ni aeróbicos», subraya. Javier tiene que evitar cualquier actividad que suponga una agitación o aumento de su respiración, así como movimientos bruscos, para evitar que el trombo se mueva. Más de dos meses después de recibir el alta hospitalaria, de cintura para abajo, sí puede andar libre pero si su respiración empieza a ser forzada, tiene que parar. «De cintura para arriba, solo me dejan hacer ejercicios de movilidad y con un número determinado», para que el trombo, hasta que desaparezca, siga en su sitio y no haya ninguna otra complicación.

Aún hospitalizado y durante las semanas siguientes ya en casa, diariamente se tuvo que pinchar heparina. Desde mediados de junio, comenzó a ir al control de Sintrom en el hospital. «Me estoy encontrando con mucha gente de mi edad e incluso más joven. Es verdad que piensas, con esta edad y ya con Sintrom... pero, bueno, me han dicho que es temporal, hasta que el torrente sanguíneo absorba el trombo. Por ahora un tratamiento entre tres y seis meses».

Una neumonía bilateral le llevó a la UCI. Tuvo que ser sedado e intubado, al tener afectada toda la función pulmonar. Una batalla muy dura que se prolongó durante 34 días. «Los pulmones se han recuperado poco a poco, aunque todavía no están al cien por cien, la recuperación va por buen camino», relata Javier, que sigue de baja en la empresa de ascensores donde trabaja. «No puedes trabajar, que es lo que ocupa muchas horas de tu vida. Además no puedo hacer deporte». En una semana normal, tendría un día ocupado para practicar patinaje en línea, dos días de pádel y otro de bailes de salón. «Todo lo tengo completamente prohibido, no puedo hacer nada para no acelerar el ritmo cardíaco», afirma. En el tiempo de ocio, puede beber, pero como mucho una cerveza. «No soy un gran bebedor, pero si te juntas con unos amigos, dos o tres cervezas te tomas y ahora no, todo lo demás tiene que ser sin alcohol, refrescos o lo que sea».

Cuatro meses plantando cara al coronavirus le confieren cierta autoridad para advertir a las personas jóvenes de que esto «le puede pasar a cualquiera». A él, los médicos le han dado «un plazo de un año» para recuperarse complemente igual que antes de estos. «Perder un año de tu vida se hace duro. Estoy bien de ánimo, pero se hace duro saber que, por todo esto, no puedo hacer una vida normal», añade.

Javier pide a todo el mundo y especialmente a los jóvenes que reflexionen y se cuiden mucho por su propia salud y por los que tienen en casa, sus mayores, porque no hay una vacuna. «Si seguimos como hasta ahora, lo mismo antes de que acabe el verano, nos vuelven a tener que confinar. No hay otra solución, si hay cada vez más focos y volvemos a los niveles de casos de marzo. No será la más efectivo, pero es lo que se tendrá que hacer».

Este segoviano, que comenzó con los primeros síntomas del coronavirus en la semana del 10 al 15 de marzo, sostiene que, en estas enfermedades de muy lenta recuperación, es muy importante que las personas sean optimistas para no venirse abajo. «Qué piensen que van a salir de esto, que no van a estar siempre así». Javier se levanta, desayuna, hace los ejercicios autorizados por la fisioterapeuta y se va a dar un paseo. «Ando tres o cuatro kilómetros por la mañana y cinco o seis por la tarde. Todos los días estoy andando diez kilómetros». Y aconseja «un poco más de optimismo para afrontarlo porque sabemos qué nos deparará el futuro. De momento, todos los médicos con los que he ido hablando me han dicho que voy a salir adelante, que es una etapa de recuperación un poco más larga que otras que haya tenido en mi vida, pero podré acabar haciendo la vida que tenía antes».

Su larga estancia en el hospital tuvo lugar en medio de unas circunstancias completamente anormales. «Hasta ahora, siempre tenías un familiar, alguien allegado que podía en un momento de bajón darte la mano, un abrazo o una caricia. Esto ha sido estar tú solo frente al peligro. Cuando me desperté en la UCI rodeado de tubos no sabía qué había pasado. Lo primero que pensé era si habría tenido un accidente. No supe por qué estaba allí hasta que no me lo explicaron».

Desde el viernes 13 de marzo, todavía en casa con mucha tos y fiebre alta, antes de ir a Urgencias, no recuerda nada hasta despertar del coma inducido. «Sé que hablé con gente porque repasando las conversaciones con el móvil, he visto que hablé por whatsapp, que llamé por teléfono pero no tengo consciencia, se me había ido de la cabeza». En esos momentos duros, Javier Orejudo tuvo a sus ángeles de la guarda. «Hay muchos profesionales sanitarios que fueron más allá de la labor sanitaria. De cogerte por el antebrazo y decirte: tranquilo, que esto va genial, va hacia delante. Te llega muy adentro», por lo que, en cuanto pudo, les buscó en las redes sociales para tratar de agradecerles y devolverles «todo lo que me han dado» y, por supuesto para ponerles cara porque «solo les veía los ojos».

Javier Orejudo ha visto una vez, junto a una enfermera, el vídeo que grabaron los sanitarios cuando abandonó la UCI, tras 34 días. Le costó mucho porque con esas imágenes sintió que tenía que volver a empezar. «Solo podía mover los brazos. Girar la cabeza 90 grados me suponía un esfuerzo inhumando. Todo lo transmitía con los ojos». Unos ojos que siguen hablando de esperanza y confianza en recuperar su vida al cien por cien.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla «Cuando me desperté en la UCI rodeado de tubos no sabía lo que había pasado»