Lola Herrero, junto al escaparate de la papelería Vértice en Segovia. Óscar Costa
Segovia

La despedida obligada de una papelería centenaria

La segoviana Lola Herrero liquida los últimos productos de su negocio en el centro de Segovia como previsión al cierre por jubilación previsto estos días

Martes, 2 de enero 2024, 09:35

Es la tercera generación de autónomos de una misma familia que despide sus años de trabajo en el local ubicado en el número cinco de la calle Cronista Lecea, en la ciudad de Segovia. Lo que empezó siendo una lechería, continuó como una panadería y ... se reconvirtió a finales de 1980 en una papelería que cerrará sus puertas en los próximos días por la jubilación de Lola Herrero. La segoviana, que ha sido testigo de la evolución del comercio y el casco histórico en los últimos años, desvela el truco para sobrevivir a los cambios: «tener paciencia, educación y empatía».

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Herrero, al frente del mostrador de la papelería Vértice, se prepara para el cierre definitivo de su negocio después de 34 años. «No he buscado un traspaso porque estoy de alquiler, el local no es mío», declara. Previamente, fueron sus abuelos maternos quienes arrendaron este espacio a principios de siglo para vender leche a granel de su vaquería. En aquella época, todo era muy diferente. «Venían las señoras a pedir un cuartillo o litro, con su jarrita, y mi abuela les echaba la cantidad que se quisieran llevar», relata.

Unas décadas más tarde, fue su padre quien se puso detrás del mostrador, quien añadió el servicio de venta de pan. Y cuando se jubiló, la segoviana hizo reforma para inaugurar su proyecto más ansiado: una papelería. Todo fue un golpe de suerte. Tras estudiar Magisterio y Geografía e Historia, se presentó a una oposición pero no aprobó. Ese mismo instante coincidió con la jubilación de su padre, por lo que «decidí meterme en la tienda».

«He podido vivir desahogadamente y holgadamente, lo que pasa es que los tiempos de ahora ya no son como los de antes», explica la propietaria de Vértice. Por un lado, la mecánica de comprar «ha cambiado muchísimo». Por otra parte, «el barrio está envejeciéndose, hay mucha gente mayor, pero gente joven que venga a habitar los pisos del casco histórico con niños apenas se conoce», lamenta.

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Antes y ahora

Según explica, la mayoría de los hogares del recinto amurallado se han destinado al alquiler, fundamentalmente «para estudiantes de IE University». No hay, por tanto, una repoblación. A ello se suma la desaparición de algunos de los servicios básicos en la última década. «No hay bancos, la gente se tiene que bajar al Acueducto a sacar dinero; tampoco hay consultorio; el colegio de las Jesuitinas ha desaparecido, el INSS se ha marchado y acaban de hacer lo mismo los juzgados», sostiene.

El casco histórico de la capital se queda «vacío» y «desabastecido», advierte, a la vez que señala la existen multitud de «trabas arquitectónicas». Por este motivo, si tuviera que elegir de nuevo instalar su negocio en este distrito, se replantearía otras posibilidades o sectores. «La hostelería va bien, pero no sé si sería el lugar idóneo para un pequeño comercio», puntualiza.

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«Siempre he dicho que estaba comiendo de lo que me gustaba, del trato del día a día, de conocer a vecinos y comerciantes»

La comerciante percibe una mayor tendencia a comprar a través de internet a raíz de la covid, sobre todo entre los jóvenes. Por ejemplo, la papelería «ya está absorbida» por las grandes superficies y convive con los 'chollos' o bazares, extendidos desde hace unos 15 años. Herrero también es conocedora de la experienda de multitud de pequeñas tiendas que han abierto pero han cerrado a los pocos meses debido a la imposibilidad de competir con las franquicias. «Son factores que se acumulan uno detrás de otro», sostiene.

«El comercio de proximidad se está quedando muerto», esgrime sin ocultar su resignación. La segoviana corrobora la dificultad que tienen muchos locales a la hora de hacer frente a los sobrecostes de alquiler, luz y tasas, como la de basura o autónomos. Sobre todo por el actual contexto de inflación. «Dentro de lo malo, me voy a jubilar en buena época: es algo que he pensado muchas veces», asume aliviada.

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Compañerismo

Los escaparates de Vértice anuncian descuentos por liquidación y, en ellos, cada vez se exponen menos productos. Estos cristales, que han visto pasar un siglo de historia en la ciudad, han dado cobijo a algunos de las anécdotas y momentos más prósperos de la vida de Herrero. «Siempre he dicho que estaba comiendo de lo que me gustaba, del trato del día a día, de conocer a vecinos y comerciantes», indica.

En su papelería, se enorgullece de haber podido ayudar a multitud de personas. A su juicio, el comercio tradicional se caracteriza pro «solventar los problemas cuando no tenemos algo: eso en una tienda grande no pasa». No han sido pocas veces las que Herrero ha llamado a un proveedor por una necesidad concreta de un cliente, y también ha aconsejado visitar otros negocios cercanos, ya sea Artes Gráficas -cerrado recientemente- o Niza, a punto de bajar la persiana por el mismo motivo que Herrero. «Ante todo, hay que ser compañeros», remarca.

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El secreto que ahora revela para aguantar esta vorágine de cambios y adversidades se resume en «ponerse a los dos lados del mostrador, como vendedora y también compradora». «Nunca poner una mala cara o dar una mala contestación», concluye.

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