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José Aguilera, presidente de la asociación conservacionista Colectivo Azálvaro, pone nombre a la mortalidad evitable de animales en el medio natural. Es el «biocidio», un concepto «cada vez más normalizado», añade al hablar de la plataforma SOS Tendidos, de la que forma parte la organización ... segoviana radicada en El Espinar, y de los esfuerzos que también se están llevando a cabo «para hacer visibles a las administraciones las problemáticas de la conservación de la avifauna». Aguilera ampara su activismo en dos estudios. Uno, datado en 2017, pone de relieve que 33.000 aves rapaces mueren al año en España a causa de los tendidos eléctricos que cruzan campos, montes, pinares y llanuras. Ese mis informe cifra en 141 millones de euros el coste que acarrean esos percances.
El segundo estudio lo firma la Fundación del Águila Imperial, un animal en peligro de extinción con la máxima categoría de protección. Se da la circunstancia de que Segovia es una de las provincias donde anidan más parejas de esta especie. El diagnóstico de dicha entidad eleva a una horquilla de entre 192.000 y 337.000 la cifra total de cadáveres de aves hallados en la geografía española al año.
La sombra de muerte tan alargada que se cierne sobre la avifauna tiene la forma de tendidos eléctricos, un entramado de torretas que se alzan al cielo unidas por los cableados que conducen la corriente que llega a los hogares. El simple hecho de posarse o las colisiones en pleno vuelo han provocado la muerte por electrocución de treinta aves de distintas especies y una gineta en lo que va de año en Segovia, aunque muy probablemente sean más, según los datos recabados por Colectivo Azálvaro en el marco de un proyecto que echó a andar este pasado enero y que se alargará hasta julio.
La especie que más bajas ha lamentado en estos poco más de dos meses de seguimiento es el busardo ratonero. Los voluntarios han recuperado dieciséis cadáveres. También han descubierto en sus salidas para comprobar los tendidos potencialmente peligrosos tres urracas muertas electrocutadas; tres cornejas; dos milanos reales, que además está amparado por la máxima categoría de protección al ser un animal en extinción; dos cernícalos vulgares; un búho real; una lechuza; un buitre leonado, y otro buitre negro, enumera Aguilera.
La iniciativa de Colectivo Azálvaro lleva el nombre de 'La conservación de la avifauna protegida en Segovia frente a los tendidos eléctricos'. El representante conservacionista explica que la acción emprendida se articula en torno a varios objetivos que actúan como ejes de las labores a efectuar para materializar el fin último del proyecto que no es otro que reducir el impacto mortal de las instalaciones eléctricas en la avifauna de la provincia. Uno de los puntos de mira del colectivo está fijado en la «búsqueda intensiva de tendidos eléctricos para su corrección», destaca el responsable.
De esas inspecciones saldrá un inventario de los puntos más peligrosos y un recuento de la mortalidad causada. A cada enclave se le asigna un nivel de amenaza, que pasará a color verde cuando fructifique la corrección del tendido y, por tanto, se suprima el peligro para aves y mamíferos.
Otra de las misiones consiste en «prestar un servicio de proximidad a las entidades o titulares para que puedan acceder a las ayudas económicas» que existen para proceder a la rectificación de esas infraestructuras eléctricas que amenazan la avifauna de una zona, prosigue en su exposición Aguilera, quien agrega que el proyecto es posible gracias al respaldo de Caixabank y la Fundación Caja Segovia. Ambas premiaron con 10.000 euros la iniciativa presentada a la convocatoria de 2021 sobre medio ambiente y desarrollo sostenible.
El responsable de la asociación proteccionista subraya que la creciente sensibilidad de las administraciones públicas ante la problemática de la muerte por electrocución de tantas aves al cabo del año ha cristalizado en unos fondos ministeriales para combatir esta letalidad. A Castilla y León le corresponden en el reparto 13,7 millones de euros para reducir el riesgo de accidentes y financiar las rectificaciones necesarias en las instalaciones eléctricas, tanto de distribuidoras como de titulares particulares, que suponen una amenaza mortal. Colectivo Azálvaro informa a los propietarios de estas ayudas oficiales. Ese es el servicio de cercanía al que alude Aguilera, quien al mismo recuerda que hay un Real Decreto de 2008 que regula las distancias y las medidas a adoptar para evitar la mortalidad de la avifauna.
La forma de corregir las infraestructuras eléctricas detectadas es mediante aisladores que varían en función del elemento peligroso del tendido, especifica el presidente de la organización. Por ejemplo, pueden colocarse grapas, apunta José Aguilera. Suelen ser efectos de PVC o de silicona que se ubican por donde pasa la corriente para que las aves, si se posan o chocan, no sufran una descarga letal.
Las electrocuciones se producen cuando «tocan dos elementos en tensión», Los apoyos de los tendidos son claves a la hora de determinar el riesgo. El presidente de Colectivo Azálvaro explica que si es de tipo bóveda quiere decir que el elemento de apoyo está por encima de los conductores de la corriente y entonces no se produce esa conexión que mata al pájaro que se para sobre él. Pero si son los conductores los que pasan por encima de la zona en la que se posa el ave y son rígidos, entonces puede producirse la fatal electrocución.
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