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Un espacio al aire libre donde disfrutar de las vacaciones estivales sin poner en riesgo tu salud o la de los tuyos. Era la alternativa que ofrecían los establecimientos de acampada tras la pandemia, una campaña de publicidad perfecta: diversión y seguridad iban de la ... mano. Pero el coronavirus empezó a perder fuerza, especialmente en el salto del 2021 a 2022; la vacunación, la baja incidencia… eran muchas las razones para augurar un año donde los hoteles y la restauración recuperarían las revoluciones perdidas en estos dos cursos de escasa normalidad. Esto podría afectar a los campings, especialmente a los de interior; y parecen atisbarse los primeros efectos.
El camping El Calonge, ubicado en Lastras de Cuellar y cercano a la ribera del río Cega, es uno de esos de interior; testigo de cómo este año la afluencia a este tipo de establecimientos se ha visto mermada. «A lo mejor hemos perdido en torno a un 30%, el año pasado parecía que con la pandemia iba a menos, pero estuvo bien, fue un buen año. Es este año el que está mucho peor que el anterior», declara. La segunda quincena de agosto es cuando más gente suelen tener entre semana. «Ahora tenemos muy poquita gente», esgrime Ignacio Espinosa, responsable del espacio, que se sorprende debido a que las constantes olas de calor deberían haber seducido a más gente para lanzarse de acampada. «Con las olas de calor la gente aprovechaba la piscina, tenemos una que es bastante grande y que compartimos con la gente del pueblo y se nota que también hay menos gente ahí». Considera que este verano «se habrán ido a la playa».
Los datos que ofrece el camping El Calonge coinciden con los del camping Acueducto, situado en plena carretera de La Granja, a escasos minutos del centro de la ciudad. «La ocupación está siendo menor que el año pasado; julio prácticamente igual y agosto un poco menos», comentan desde la recepción.
Sin embargo, en el camping Riaza —que también venía de dos veranos «a tope»— definirían este verano como un año «bueno», que se asemejaría a las cifras del curso 2019. Pero existe una razón para esta excepción y es que la vuelta a la normalidad también se ha traducido en el regreso de eventos como el festival de música country de la zona. «Se celebró los días 16 y 17 de julio y para nosotros ha sido un empujón bastante majo». Pero reconocen que en este mes de agosto la acampada está un poco más «floja», aunque los bungalós parecen haber mantenido el tipo.
En un vistazo a las estadísticas nacionales, publicadas por la Federación Española de Campings (FEEC), se puede ver como en 2021 creció la afluencia de visitantes nacionales —del que se nutren primordialmente los campings segovianos— a este tipo de establecimientos en un 23% durante el verano. Además, las expectativas de la FEEC apuntaban a un verano histórico en cuanto a afluencia, perspectiva que no parece haberse cumplido en la provincia.
«Aquí predomina el cliente nacional; un 40 o 50% procede principalmente de Madrid. No tenemos un exceso de extranjeros y sobre todo serían belgas, franceses, holandeses…», cuenta Ignacio Espinosa, de El Calonge. Un cliente que, como explica, «con las olas de calor era vacacional porque no había manera de ir a ningún sitio, se quedaban en la piscina. Ahora, con la bajada de las temperaturas, sí que se van de excursión». En el Camping Acueducto, al situarse próximo a centro de la ciudad, la totalidad de su clientela busca visitar. «Si fuese un camping de playa… pero aquí vienen a ver la ciudad», asveran. También resalta la concurrencia mayoritaria de visitantes nacionales ubicándola en un 95%, con una estancia media de dos días. En el camping Riaza la presencia del cliente extranjero corresponde más a los periodos de temporada baja, «a partir de septiembre».
Pero la vuelta a la normalidad tras la pandemia no es principal obstáculo. Lo es la subida de la energía. Las facturas de El Calonge han pasado de «tener que pagar en los meses de verano 1.500 euros a pagar este año 5.300 euros». Mismos comentarios salen desde el establecimiento de Riaza: «Pagamos cinco veces lo que pagábamos en 2019», señala.
Autocaravanas Segovia posee cinco vehículos en la capital, casas rodantes traídas desde Italia en pleno 2020, tardaron tiempo en llegar a causa de todas las restricciones de movilidad y retrasos provocados por la pandemia. El negocio de alquiler comenzó a rodar en mayo de ese año. Jesús Huerta, responsable de la empresa, explica cómo están siendo los meses de verano. «El 2020 y el 2021 fueron años de locura, no había huecos disponibles. Este año, desde el 13 de julio hasta el 20 de agosto ha estado todo completo. Es ahora, en la segunda quincena de agosto está más floja». Un negocio que es especialmente frutífero durante el periodo estival ya que el resto del año tan solo se alquila durante fines de semana y puentes. «En verano se la quedan más días, de media unos 12 o 13 días». En cuanto al tipo de cliente más habitual, Huerta lo tiene claro: matrimonios con hijos y el 75% de Segovia.
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