El primer segoviano del nuevo año se llama David y no se hizo de rogar demasiado, a diferencia de años anteriores. Según la información facilitada por el Hospital General de Segovia, a través de la Delegación Territorial de la Junta, la madre primeriza dio a luz a las 1:25 horas de la madrugada. En la tarde de este miércoles, Alina Elena Stanciucu, de 30 años, sostenía en sus brazos al retoño, que en ningún momento se ha despertado. «Es muy bueno, no grita ni llora»», susurraba la madre.
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En su rostro, una serena felicidad a pesar del cansancio de un parto largo que se produjo por cesárea. Junto a ella, en la habitación del centro sanitario, la acompañaba su madre, Florentina, quien también expresaba su ilusión por el que será su segundo nieto.
Alina Elena ingresó en el Hospital General hacia las once de la mañana del último día de 2019; pero hasta la madrugada no alumbró a su primogénito. Ni uvas, ni campanadas. David «era muy grande» y le tuvieron que forzar el parto. A pesar de todo, la madre y el niño se encuentran muy bien, aseguran fuentes sanitarias. El recién nacido pesó 3 kilos y 745 gramos.
En este caso, tanto el bebé como la madre se encuentran bien, afirman fuentes sanitarias. El hecho de que el primer alumbramiento del año sea un niño con ascendencia extranjera ha dejado de ser una anécdota en la provincia. No en vano es el territorio de la comunidad castellana y leonesa donde la inmigración posee una mayor representatividad. La comunidad foránea copa en torno al 15% de los padrones rurales, mientras que en la región ese peso es del 6,6%.
Además, la población rumana es una de las mayoritarias en la provincia, junto con elo colectivo búlgaro y los ciudadanos marroquíes. Según el Instituto Nacional de Estadística, hace tan solo dos años ese contingente rumano en Segovia lo conformaban en torno a 2.800 ciudadanos residentes, aunque a mediados del último decenio esta nacionalidad superó con creces los 3.000 habitantes.
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Alina Elena, su madre y su marido, Claudiu Jonut-Túdor, viven en Nava de la Asunción. Ella llegó a Segovia hace seis años, comenta. Sin embargo, la que hace doce años abrió el camino del asentamiento de la familia en estas tierras fue la abuela, Florentina, quien señala que trabaja en Coca. Salieron de su ciudad, Arges, en el estado de Pitesti, a la búsqueda de un trabajo y una residencia dignos. Los padres del recién nacido están empleados en labores del campo, aunque ahora, con el nuevo miembro de la casa ya en brazos quizás se tengan replantear la vida.
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