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Lo que estaba previsto en realidad es que el piragüista segoviano David Llorente estuviera a estas alturas de semana en Cataluña, donde este mismo fin de semana tiene el Campeonato de España en Sort. Él mismo suponía que la organización del Comité Olímpico Español le haría llegar hacia allí lo antes posible; pero un cambio inesperado en los planes le hizo aterrizar en Madrid y poder venir antes de los que se esperaba a su casa, a Palazuelos de Eresma, para ver a su familia. Una ocasión perfecta para que sus dos principales valedores como instituciones, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Palazuelos, le dispensasen en un mismo día y en horas bien diferentes sendos homenajes. Él, fiel a su estilo tranquilo y siempre amable y sonriente, los acogió encantado.
La primera cita la tenía a las diez de la mañana en la sede de la Diputación Provincial, donde le esperaba una delegación importante de representantes encabezados por el propio presidente, Miguel Ángel de Vicente. Ataviado a su manera, con pantalones cortos y una camisa ligera con las mangas recogidas, David Llorente recibía una réplica de una foto de su bajada en la final de Tokio con un lema que venía a destacar la paradoja de que toda esa aventura hubiera comenzado en el curso del río Eresma. «Este es un paso más», destacaba Miguel Ángel de Vicente, «en la historia que tienes todavía que contar. Ya has estado en el club de los elegidos, ahora falta el factor suerte porque solo son tres de esos elegidos los que se llevan las preseas. Lo vas a conseguir porque te queda mucho recorrido y además tienes una virtud, que crees en ello». Esa historia mira necesariamente a París, que es hacia donde él mismo está ya mirando y no precisamente de reojo.
«Lo que se siente antes de una final olímpica es algo indescriptible y algo súper bonito. Lo único que me hace es soñar para seguir preparando París, que solo quedan por suerte tres y no cuatro años». Así recogía el testigo el propio Llorente, que describía cómo poco a poco ha ido en su vida cumpliendo objetivos y cómo ahora quiere ir a más. «Hace unos años soñaba con estar en Tokio, una vez allí soñaba con entrar en la final y la verdad es que ahora sueño con una medalla».
Ese camino hacia París comienza ya, de forma inminente. Las primeras citas importantes son las dos copas del mundo y el campeonato del mundo de Bratislava. Para esas citas, sí está motivado. Cuando se le pregunta por el campeonato de España de este fin de semana, resopla. «Mi objetivo es París, ahora mismo ni idea. Voy a ir un día antes allí, que es un río natural y me voy a coger la piragua antes, porque quiero estar aquí, aprovechando con los míos. No sé en qué estado de forma estaré, no es mi objetivo prioritario. Sí que estoy motivado porque sobre todo voy para clasificarme para el mundial en una nueva categoría olímpica (el eslalon extremo), así en París tenemos opciones a dos medallas. Y ahí sí que tengo ganas y estoy motivado a ver si me puedo clasificar y puedo prepararlo bien para el mundial, porque como es nuevo no sé si se me va a dar bien o no». Su hermano Sergio también tiene la mira puesta en dicha modalidad tan novedosa en la que se competirá como en una carrera, con cuatro piragüistas bajando a la vez.
Con días por medio para haber asentado todo lo vivido, el piragüista segoviano tenía claro en su balance qué había sido lo mejor y lo peor de toda la experiencia. Si en lo primero entraba el hecho de vivir en la Villa Olímpica con todos los demás deportistas, fue lo máximo para él; además de las sensaciones de competir y entrar en la final. Una final que también le dio lo peor, puesto que con la penalización «me vine abajo al saber que no iba a tener un diploma, pero eso es algo que duró poco, porque estoy satisfecho, estoy contento y sin duda con la cabeza alta». Con todo eso aprendido, piensa que si llega a París va a tener muchas más opciones de luchar por ese nuevo deseo de entrar en medallas. «Y, aunque no lo consiga, vivirlo, disfrutarlo e intentarlo, que ya con eso es espectacular», apostillaba el deportista.
Por la mañana, todavía en la sede de la Diputación, comentaba que «ver la ilusión con la que toda la gente de Segovia y de mi pueblo lo ha vivido, el haber logrado emocionarles y que un deporte tan minoritario como el piragüismo lo hayan estado viendo miles y miles de personas, sintiéndolo, me llena de orgullo y satisfacción como se dice». Y todavía le quedaba otra cita. La de casa, la del ayuntamiento de su pueblo, con su gente. A las nueve de la noche se dieron cita alrededor de 200 personas en la plaza. Allí David Llorente escuchó los aplausos, las palabras de representantes del pueblo, de antiguos compañeros suyos del club de piragüismo. Muchos de ellos se encontraban entre el público, con los remos al pie de las sillas colocadas delante de un estrado lleno de elogios; pero sobre todo lleno de agradecimiento a un muchacho que ha llevado el nombre del pueblo lo más lejos posible. También estaba, entre el público, Paco Guerra. El padre de otro olímpico.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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