«Es cuestión de adaptarse a la demanda de la gente»
Ángel Lázaro convierte en 55 trasteros un local diáfano que tenía desde hace años en la calle Roble
En el número 21 de la calle Roble, un local diáfano que llevaba décadas vacío ha encontrado una nueva vida. Junto a sus socios familiares, ... Ángel Lázaro, emprendedor segoviano con raíces en la industria cárnica, ha convertido este espacio en 55 trasteros de 10 metros cuadrados cada uno a fin de satisfacer una demanda creciente en la ciudad. «En Segovia, los trasteros son una necesidad que no para de crecer», señala Lázaro, cuya iniciativa refleja la pujanza de este nuevo activo inmobiliario.
La idea de transformar el local surgió hace cinco años, aproximadamente. Y admite que fue importada. «Me muevo mucho por Madrid, y allí los trasteros son un negocio consolidado. Vi que en Segovia, con tantos edificios antiguos sin trasteros, había una oportunidad», explica. La calle Roble, entre el paseo de Ezequiel González y la calle Gobernador Fernández Jiménez, es un área con edificios construidos entre los años sesenta y ochenta que carecen de espacios de almacenamiento. «Los vecinos nos lo decían: necesitaban un lugar donde guardar cosas. Fue entonces cuando decidimos darle una vuelta al local que compramos hace quince años y teníamos sin uso, completamente vacío».
«Los vecinos nos lo decían: necesitaban un lugar donde guardar cosas«
El reto era grande. Convertir un espacio diáfano en 55 trasteros requirió una inversión significativa, permisos municipales y un proceso constructivo que se prolongó durante mucho tiempo. «Es una inversión fuerte, no todo el mundo está preparado para asumirlo. Hay que lidiar con permisos y coordinar a los distintos oficios en una obra que lleva tiempo», admite Lázaro. Sin embargo, el apoyo del Ayuntamiento, aunque lento, permitió que el proyecto viera la luz. «No tuvimos problemas graves, pero los trámites podrían ser más ágiles de lo que son. Al final, nos adaptamos a todo lo que nos pidieron y el resultado son unos trasteros perfectos porque han quedado chulísimos».
Un perfil de clientes diverso
Desde que los trasteros de la calle Roble están operativos, hace apenas mes y medio, la ocupación ha crecido de forma constante. «Tenemos una buena ocupación, pero vamos poco a poco, que es como a mí me gusta», dice el empresario. Aproximadamente la mitad de los clientes que hay hasta ahora son vecinos de la zona, que buscan espacio para guarda pertenencias personales. Otro grupo significativo son estudiantes de IE University, que aquilan trasteros para almacenar objetos durante el curso o tras haberlo terminado. «También hay personas que se mudan a Segovia desde otras ciudades, como Madrid, y reservan un trastero para ir dejando cosas antes de instalarse».
El tamaño de estos trasteros, todos de 10 metros cuadrados, los diferencia de la oferta habitual, que suele incluir espacios más pequeños, de entre 3 y 6 metros. «Queríamos que fueran como pequeñas habitaciones, con espacio suficiente para cualquier necesidad», explica Lázaro. Los precios varían según la duración del contrato: cuanto más largo es el compromiso, más económico resulta el alquiler. Aunque no revela cifras exactas, asegura que la tarifa es competitiva y ajustad a la demanda del mercado.
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Para Ángel Lázaro, emprender en este novedoso activo inmobiliario ha sido todo un desafío para quienes procedían de un sector muy distinto, la industria cárnica. «Tenemos una carnicería y una sala de despiece. Pero somos emprendedores, y en Segovia, los poco que emprendemos, tenemos que buscar formas de innovar. Esto requiere mucho valor, porque es un negocio nuevo para nosotros», confiesa. La inversión inicial, los trámites burocráticos y la necesidad de adaptarse a las demandas del mercado han sido obstáculos, pero Ángel está convencido de que el proyecto tiene potencial. «Si estuviéramos en Madrid, ya tendría todos los trasteros ocupados. En Segovia, vamos más despacio, pero llegaremos».
La iniciativa de Lázaro no es un caso aislado. En Segovia, ya existen varios negocios similares, pero la ubicación céntrica de los trasteros de la calle Roble les otorga una ventaja competitiva. «Sabíamos que la ubicación era clave, porque da servicio a una zona con mucha demanda», subraya. Para él, este proyecto es una oportunidad de negocio pero también una forma de revitalizar la ciudad. «Hay muchos locales vacíos. Transformarlos en un espacio útil, como trasteros, es una manera de darles vida y ofrecer un servicio que la gente verdaderamente necesita». Ángel y sus socios miran al futuro con optimismo. «Queremos que la gente esté a gusto con el espacio que alquila. Segovia tiene que tirar para delante, y proyectos como este ayudan a que la ciudad se mueva», concluye.
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