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Las ánimas que durante unas semanas poblaron el castillo de los Duques de Alburquerque en Cuéllar durante el espectáculo teatralizado del otoño han abandonado el palacio, que ha sido tomado por 'Cuervos' la nueva obra que permanecerá en la fortaleza durante los próximos meses y que supone un importante cambio respecto a las anteriores. Esta representación concede una gran importancia a la música, sorprendiendo con ritmos de jazz y blues en los tiempos del tercer Duque de Alburquerque, en quien se centra buena parte de la historia. También destaca un nuevo vestuario, en el que el color predominante es el 'negro ala de cuervo'.
Asimismo, se han redecorado algunos de los espacios, como la sala del trono, y se visitan algunos nuevos, como una pequeña balconada con vistas al parque de la Huerta del Duque.
El montaje comienza en la barbacana, donde los visitantes son recibidos por Pedro de Egea, sirviente del duque, que introduce a los viajeros en la historia y quien habla de su amor por Mari Zápalos, con un guiño a Quevedo. Este será el segundo personaje que aparece, ya en el granero.
Tras una escena con música y danza, los visitantes pasan a la mazmorra, donde se encuentra el personaje más espectacular de la obra. De negro riguroso y unos tres metros de altura, la propia muerte habla del pudridero. A partir de ese momento comienza el espectáculo en clave más cómica, con personajes, vestuarios y decorados farsescos y la exageración de ellos, usada consciente y recurrentemente como recurso dramático para aupar los hechos históricos. La comedia coloniza lugares como la sala del trono, que hasta este momento se afrontaba siempre desde el realismo historicista.
Es allí donde los dos ayudantes de Beltrán II de la Cueva presentan al personaje. El lugar ha sufrido cambios de escenario, pero también varían los registros. Allí se presenta a un tercer Duque de Alburquerque lleno de títulos histriónico, que pasa con facilidad de la risa y al llanto y que no duda en pedir diversión e incluso en ponerse a cantar y bailar sobre la nobleza y la lucha de clases con su secretario, personaje que también guía a los visitantes a través de las salas del castillo, acompañándoles hasta la de las damas, donde les espera la princesa de Éboli, que se presenta a sí misma como prima del duque e hija de un grande de España. Acude a visitar al duque para concertar matrimonio y para ello anuncia que lleva como regalo el animal preferido de Beltrán de la Cueva: un dragón.
Tras pasar por lo más alto del castillo y disfrutar de las vistas, el cicerone conduce la visita hacia otro de los espacios renovados, la sala de los escudos, ahora convertida en el dormitorio del duque. No faltan las escenas divertidas, como una persecución por el aposento. También hay guiños al presente, como la serie 'Juego de tronos', y a la historia de España narrando sobre reyes y duques hasta que Beltrán II de la Cueva consigue conciliar el sueño.
Otro de los personajes que aparece es Brígida, quien se ofrece a leer las cartas astrales a los visitantes, eso sí, preocupada por si entre los asistentes hay algún inspector de la Inquisición. La visita se dirige después a las bodegas, donde Luciano y Simona, junto a su jefe, preparan la comida en las cocinas, el vino para un banquete y hablan sobre el regalo que la dama le ha hecho al duque, un dragón, que, según apuntan no es tal, sino un halcón.
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Cristina Cándido y Álex Sánchez
José A. González, Sara I. Belled y Cristina Cándido
Borja Crespo y Lidia Carvajal
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