La conocida como huerta de San Francisco, en la villa segoviana de Cuéllar, parece ser que no fue tal. El lugar albergaba un edificio de grandes dimensiones, cuyos restos han sido descubiertos en las últimas catas y excavaciones que se han llevado a cabo. Decenas ... de vecinos de la localidad y su comarca han conocido este sábado de primera mano estos hallazgos gracias a las jornadas de puertas abiertas organizadas por el Ayuntamiento para detallar el grueso de los trabajos que se están realizando en el lugar.
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La concejala de Cultura y Patrimonio, Maite Sánchez, ha explicado a los asistentes las causas por las que el Consistorio de Cuéllar decidió adquirir el claustro y lo que hasta ahora se pensaba que era una huerta para edificar un centro cultural. Según la edil, se trata de un edificio histórico que no se puede dejar caer y arruinarse, además de tratarse de un espacio que se encuentra en un centro histórico «que está degradado y tenemos que reanimar».
Sánchez también ha desgranado otros motivos, como la ubicación del enclave en un emplazamiento muy céntrico y la cuestión económica, ya que un inmueble antiguo tiene más posibilidades de ser financiado a través de distintos programas.
Los arquitectos del plan director que se está ejecutando, Fernando y Jesús Nieto, así como la directora de la estrategia arqueológica, Isabel Marqués, han detallado cómo se ha sabido que la conocida como zona de huertas no era tal, por lo que ahora pasa a denominarse segundo patio o patio de servicio, ya que aún no existen evidencias para poder hablar de un segundo claustro. «Siempre hemos tenido claro que teníamos un alzado que se tenía que corresponder con estructuras importantes hacia el interior. Ahora ya lo tenemos atestiguado», ha aseverado Marqués.
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Por su parte, Fernando Nieto ha indicado que cuando la instalación fue adquirida por el Ayuntamiento de Cuéllar faltaban datos para que se pudiera convocar un concurso arquitectónico para las futuras construcciones del centro cultural. Por ello, y debido a la obligatoriedad para un conjunto de estas características, se decidió elaborar un plan director que marcara las pautas para las construcciones y el proyecto que se van a redactar posteriormente.
Para ello son necesarios unos estudios previos, tanto topográficos como arqueológicos, y dentro de estos uno industrial debido a la existencia de una fábrica de achicoria en el claustro; otro del subsuelo; y otro más de los paramentos. Dentro de estos análisis, el que está teniendo mayor relevancia es el del subsuelo para determinar la ocupación histórica que pudo tener el espacio. Además, Patrimonio exigía un informe para poder llevar a cabo una modificación de la normativa actual, el plan especial de protección histórica, que establece unos volúmenes edificables escasos para el uso que se pretende dar en el lugar.
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Por tanto, con las últimas excavaciones, se trataba de buscar la cabeza de los muros con la finalidad de poder acreditar que en el enclave había una ocupación mayor de la que se tenía documentada, y así justificar el cambio de normativa y la ampliación de suelo urbano, lo que se ha conseguido.
Así, durante el pasado octubre se ha desarrollado una cata de grandes dimensiones en la que aparecieron estructuras a nivel de cimentación que corroboran unas construcciones que deducen una amplitud de entre 17,5 metros en una alineación y 20 metros en otra.
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Todo ello se suma a otras intervenciones arqueológicas que se han desarrollado en los últimos años, la primera en 2012, y dos más en 2023, de la que hay tres sondeos abiertos. En uno de ellos, perpendicular a la fachada, salió un nivel de pavimento de baldosas de barro cocido de 25 por 25 centímetros, y parte de lo que debió ser un posible altar asociado a unos muros, lo que daba una amplitud de 12 metros libres para poder construir, lo que inicialmente parecía insuficiente para el centro cultural, por lo que se optó por continuar los trabajos que han dado como resultado el conocimiento del gran edificio.
Otros estudios dieron como resultado otras dos cimentaciones de unos grosores de entre 1,40 y 1,35 metros, lo que ya daba pistas sobre la posibilidad de la existencia de una estructura muraria de cierta envergadura, tal y como detalla Marqués, pues «las cimentaciones se hacen en función de lo que van a soportar». En otra cata también se encontraron dos muros que limitarían el convento por la derecha.
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