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Fue en abril de 2021 cuando el personal de Las Edades del Hombre regresaba a la villa, en esta ocasión no para montar una exposición, tal y como ocurrió en 2017, sino para que Cuéllar estuviera presente en una nueva edición de la muestra, en ... este caso en 'Lux', que se desarrolló en las localidades de Burgos, Carrión de los Condes (Palencia) y Sahagún (León). Lo hizo a través de una obra de arte, un cuadro de Luca Giordano que representa a san Joaquín y santa Ana con la Virgen Niña.
Tras la conclusión de 'Lux', las iglesias de Carrión de los Condes y Sahagún, acogieron la exposición 'Ecce Mater Tua', un proyecto que tuvo su origen en la clausurada XXVI edición de Las Edades del Hombre y pretendía promocionar el Camino de Santiago Francés a su paso por Castilla y León a propósito de la prolongación del Año Santo Jacobeo.
Así, tras la clausura de 'Lux', la obra se mantuvo en el templo de Carrión, donde permaneció desde el inicio de la exposición de Las Edades, hasta la clausura de 'Ecce Mater Tua', que tuvo lugar el pasado mes de septiembre, por lo que la obra cuellarana no ha podido regresar al templo hasta ahora, un año y medio después de su marcha. El cuadro del pintor napolitano, del siglo XVII, regresó el pasado fin de semana a su lugar habitual, la capilla de La Soledad de la iglesia de San Miguel, donde fue devuelto por personal de la Fundación Las Edades del Hombre, llegando debidamente embalado. Posteriormente fue situado en una de las paredes del espacio.
La fecha de ejecución de la obra es desconocida, aunque los estudios sitúan su encargo entre los años 1697 y 1701, después de que Luca Giordano o Lucas Jordán (nombre españolizado del autor) finalizase la decoración del camarín del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe y una serie de estampas de la vida de la Virgen que se conservan en el Museo de Historia del Arte de Viena.
Se trata de un óleo sobre lienzo que fue restaurado en los talleres de la Fundación Las Edades del Hombre en el año 2008, momento en el que la obra recuperó la luminosidad propia del pintor napolitano y su rico cromatismo aplicado con pincelada suelta y rápida, con gamas de color contrastadas, en que destacan los rojos, azules, violetas o blancos de los paños.
La obra de Luca Giordano representa el momento en el que los padres de la Virgen, san Joaquín y santa Ana conducen de los brazos a la niña hacia al templo, para ser consagrada a Dios. Sobre ellos aparece la alegoría del Espíritu Santo, y en un primer plano, a la izquierda, se localiza un ángel que ofrece un cesto de flores a la niña. El cuadro se puede situar en Cuéllar entre los años 1692 y 1702, tiempo en el que el autor permaneció en el entorno de la corte de Carlos II, el último rey de la dinastía de los Austrias.
Esta Virgen niña acompañada de san Joaquín y santa Ana sería una de las últimas obras que el pintor realizó en España, donde permaneció durante una década (1692-1702), para regresar después a su ciudad natal, donde falleció tres años después. El historiador cuellarano Juan Carlos Llorente apuntó que a Giordano se le conocía con el apodo de 'el fa presto', (el rápido), «por la celeridad con la que despachaba los ingentes encargos que recibía». Llorente también destacó que el autor trabajó en la corte del rey Carlos II y que su formación era napolitana y estudió en la escuela veneciana, «cuya influencia se denota en el lienzo de san Joaquín, santa Ana y la Virgen niña», haciendo hincapié en los colores luminosos de las túnicas de los representados y el tono del cielo celestial, lo que «nos dicen mucho de su maestría, que se acentúa en detalles como el del ángel ofreciendo la bandeja de flores o los angelotes que rodean el conjunto».
Aunque no se conoce cuál fue su ubicación original, sí que se presupone que pudo pertenecer al antiguo convento de Santa Ana y Santa Isabel, fundado en el año 1572 por una hija de Beltrán de la Cueva y Toledo, tercer duque de Alburquerque, que desempeñó los cargos de Virrey de Aragón y Navarra. Es probable que el cuadro fuese encargado por los duques posteriores en la Corte, como pieza central del retablo mayor, que casi con toda seguridad fue renovado en el siglo XVII, aunque por el momento no han aparecido documentos al respecto, por lo que su ubicación original es únicamente una «sospecha», destacó el historiador, señalando que es posible que el encargo se hiciera para un nuevo altar ubicado en la iglesia de Santa Ana.
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