El crimen machista añade más luto y dolor al año en Segovia

No han sido los únicos sucesos que la crónica negra de 2020 ha dejado en Segovia. El 26 de agosto, un hombre acabó con la vida de otro en una vivienda 'okupada' situada en el número 5 de la calle del Velódromo, en el barrio de San Millán. La víctima era Abel Hernando Boullosa, de 36 años, y el presunto homicida, José Luis Miranda Jiménez, alias Lagartijo, al que la Policía buscó con ahínco y consiguió detener, horas después del crimen, en la calle Infanta Isabel de la capital. El Lagartijo, con numerosos antecedentes penales, ingresó inmediatamente en prisión. Más impacto si cabe causó la brutal agresión que María Sonsoles Sanchidrián Velayos, jueza titular del Juzgado de Santa María la Real de Nieva, sufrió a manos de un individuo contra el que horas antes había dictado sentencia. Fue el pasado 1 de diciembre. Ni corto ni perezoso, la abordó a la salida del Juzgado y la atacó con un destornillador, ocasionándole graves heridas. La Guardia Civil detuvo al agresor, Alberto D. R. S., un agricultor vecino de Fuente de Santa Cruz, que fue a la cárcel tras prestar declaración ante el juez. María Sonsoles Sanchidrián Velayos permaneció varios días  ingresada en el complejo asistencial segoviano, en estado grave, pero pudo recuperarse de las heridas. El apoyo de fiscales, jueces y abogados fue absoluto en todas las ciudades de España. Lo sucedido reabrió el debate en torno a la falta de seguridad en las sedes judiciales, que en 2022 contarán en Segovia con un nuevo edificio, situado en el barrio de los Sexmos, cerca de la Biblioteca Pública. La construcción del inmueble ha dado un estirón considerable a lo largo del año.

En el terreno de las grandes obras, 2020 pasará a la pequeña historia de la ciudad por la conclusión del edificio del CAT y de las obras de conversión en autovía de la variante SG-20, en ambos casos durante el mes de julio. El ministro de Transportes, José Luis Ábalos, fue el encargado de inaugurar la nueva carretera tras cuatro años tortuosos de obras, parones y retrasos. La ampliación de la vía, muy necesaria, le ha costado al Estado 55 millones de euros. Por su parte, el edificio de emprendedores del CAT está terminado, pero el capítulo dista mucho de haberse cerrado. El Ayuntamiento de Segovia, tras comprobar que el resultado no se ajustaba del todo al proyecto, decidió no recepcionar las obras y rescindir el contrato con la constructora. El asunto seguirá coleando en 2021, mientras las empresas interesadas en instalarse en él continúan a la espera de poder hacerlo. Otro proyecto cuya gestación ha experimentado un notable impulso es la reconstrucción del teatro Cervantes. Incluido en los Presupuestos Generales del Estado para 2021, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana ya ha licitado la obra. Las ofertas para ejecutar los trabajos, valorados en 10,6 millones de euros, podrán presentarse hasta el próximo 29 de enero. Otro proyecto que se vislumbra en el horizonte es el nuevo parque de bomberos provincial que la Diputación de Segovia quiere construir junto a la SG-20, en terrenos de su propiedad.

El año que ahora concluye no ha sido propicio para la reforma de la plaza de la Reina Victoria Eugenia, antesala del Alcázar, condicionada tanto por la pandemia como por el hallazgo de restos arqueológicos de importancia. No obstante, la obra continúa y afronta su última fase. No puede decirse lo mismo de las dos infraestructuras diseñadas para mejorar la oferta educativa en Segovia y su alfoz, que llegan al final de 2020 con las obras paradas tras acumular meses de retraso. La empresa que construye el nuevo colegio de las Madres Concepcionistas en El Sotillo ha retirado la maquinaria, mientras que el instituto de San Lorenzo se enfrenta a una posible rescisión de contrato.

Las elecciones municipales de 2019 dejaron un Ayuntamiento gobernado merced a un acuerdo entre PSOE e Izquierda Unida, que siempre necesitan el voto del único concejal de Podemos para sacar adelante sus proyectos. La mayoría tripartita parece estable, si bien el año no ha sido propicio para acciones de relumbrón. Las más llamativas son, sin duda, los primeros ascensores urbanos que se instalan en la ciudad. El de Gascos, solicitado por una holgada mayoría de vecinos en los presupuestos participativos de 2018, es una realidad desde el pasado septiembre, y actualmente se construyen los elevadores que permitirán una mejora de la movilidad peatonal entre los barrios de San José Obrero y El Palo Mirasierra.

En 2020 también han entrado en vigor dos medidas importantes para el tráfico de la ciudad: el cambio de sentido de la calle de José Zorrilla, vigente desde días antes del comienzo de la pandemia, y la prohibición de acceder al recinto amurallado los fines de semana. Ambas medidas no han estado exentas de polémica, especialmente la segunda, adoptada durante el confinamiento de marzo y abril. Comerciantes y hosteleros son contrarios al corte de tráfico en el casco antiguo, pero la alcaldesa ya dejó ver en verano que las restricciones han venido para quedarse. En noviembre cerró el aparcamiento de Ezequiel González, situado bajo la campa de la estación de autobuses. No hay fecha para su reapertura. Por otra parte, el Ayuntamiento de Segovia y la Junta de Castilla y León siguen avanzando en el proyecto de la nueva estación de autobuses, cuya ubicación está prevista en los terrenos que Adif posee junto a la puerta de Madrid.

En un año terrorífico para el turismo (el coronavirus ha hundido la actividad hasta niveles desconocidos y mantiene cerrados casi todos los hoteles de Segovia), la preocupación por el Acueducto y su conservación ha seguido en pie. El Ayuntamiento ha aprobado la ordenanza que regulará el entorno (la norma prevé multas de hasta 750 euros para quien se apoye en el monumento) y ha instalado nueve cámaras de vigilancia en la calles y plazas aledañas. Segovia y su Acueducto han cumplido treinta años como Patrimonio de la Humanidad, pero la conmemoración ha pasado muy inadvertida, como tantas cosas, debido a la covid-19.

En materia de patrimonio, los feligreses de San Miguel alertaron en octubre del deterioro que experimenta un templo históricamente vinculado a la proclamación de Isabel la Católica como reina de Castilla. El estado de las cubiertas está poniendo en riesgo la estabilidad de esta iglesia situada en la Plaza Mayor de Segovia. El Obispado tuvo que intervenir de urgencia en el chapitel de la iglesia de San Martín y pudo colocar la veleta del gallo en la torre de San Esteban, dañada en 2019 por un vendaval, después de la restauración de meses a la que ha sido sometida.